Ya llegó. Ridley Scott ya ha estrenado el siguiente eslabón, clave, para fundir en una sola línea temporal la historia de los xenomorfos, esos alienígenas que acunaron las pesadillas de varias generaciones desde que se colaran en 1979 en la primera nave, con la teniente Ripley abordo.

‘Alien: Covenant’ es una clave en la mitología propia de la bestia diseñada por Ridley Scott. Literalmente quiere hacer lo mismo con su criatura que lo que hizo George Lucas con Star Wars: como en un vídeo, avanzar y retroceder para que todo quede redondo, claro y perfectamente conectado. ‘Prometheus’ fue algo decepcionante, y se metía de lleno en el origen de los alien xenomorfos y de los propios seres humanos, con esos “Ingenieros” que juegan a ser dioses creadores y destructores. Pero a veces los pequeños Frankenstein salen rana: los humanos por un lado, los terribles xenomorfos por otro. En este caso en un escenario que parece un paraíso pensado para los primeros pero que ya tiene dueño… al menos temporalmente. Como siempre, el pulso entre dos especies que ha hecho disfrutar a millones de personas durante 30 años. Y que volverá a hacerlo, porque ‘Alien: Covenant’ funciona muy bien a todos los niveles.

Aunque no todos están de acuerdo: Ha dicho Carlos Boyero que ‘Alien: Covenant’ es tan buena visualmente, tan profesional, que se ha quedado sin alma. Por lo general la crítica ha sido favorable al siguiente paso de Ridley Scott para enlazar los sucesos de 1979 con los que empezaron en 2012, es decir, entre aquel okupa de pesadilla de ‘El octavo pasajero’ con ‘Prometheus’. Scott ha logrado pues hilvanar el creacionismo de ésta última con el arranque de la saga; ahora ya tiene todo listo para lanzar a la saga hacia el siguiente eslabón, que será lo sucedido justo antes de ‘El octavo pasajero’, que continuaría con ‘Aliens’ de James Cameron y con el resto de películas, que al parecer Ridley Scott pretende desplazar, quizás con una secuela final que resuma y zanje todo. Pero esa ya es otra historia.

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Una de las cosas que más asombró en su momento a Scott fue que nadie quisiera preguntar el origen del alien más escabroso de los que se hayan creado nunca, inspiración directa del gran artista suizo Giger y que le quitó el sueño a medio mundo en los años 80 y 90 con las sucesivas secuelas, aunque fueran dirigidas por otros directores. Ahora Scott tiene el control: ejerce de gestor de derechos, productor, director, coguionista y lo que haga falta. Una saga con cuatro películas que, por lo que ha dejado caer el director, podrían ser extirpadas para darle coherencia al todo. La idea de Scott es contestar a esa pregunta: “Prometheus nació de mi frustración con Alien 1 en 1979. Sólo hice una porque normalmente no hago secuelas. Estaba alucinado de que en las tres siguientes nadie se preguntara por qué el Alien, quién lo creó y por qué. Unas preguntas muy básicas”.

Sea como fuere, Scott ha creado en ‘Alien: Covenant’ un escenario similar a ‘El octavo pasajero’, con un personaje incluso que imita a la propia Ripley (Katherine Waterston) y reproduce el mismo ciclo: una tripulación, un viaje, un planeta, bichos okupas (en todos los sentidos del término, los fans saben a qué nos referimos…), una mujer que intuye el peligro y que parece la única que puede reaccionar. Scott reproduce el sistema de ‘Prometheus’ al poner a una mujer como eje central de la resistencia humana, que ajusta el caos pero que no termina nunca con este ciclo de muerte y resurrección del xenomorfo.

Scott ha construido un mecano cinematográfico que está plagado de referencias: desde Robinson Crusoe y lord Byron a Percy Bysshe Shelley y su poema ‘Ozymandias’ (publicado en 1818), un recado del tiempo hacia los líderes y lo efímero de los imperios que sueñan con ser eternos. También hay claves musicales que se engarzan con ‘Prometheus’ y aquella carga de existencialismo humanista que, en muchas ocasiones, se hizo excesivamente pesada. Y para eso Wagner es muy útil: en el filme pega muy bien la fuerza de la ópera ‘El Oro del Rin’ para darle empaque existencialista a lo que parece una carrera hacia el desastre. No es un blockbuster al uso, más bien es la consagración de las obsesiones de Scott en una película que recupera lo mejor de la saga y al mismo tiempo la relanza hacia la coherencia con lo filmado antes.

El director-creador además ha hecho repetir actores para conectar eslabones: Michael Fassbender tiene la suerte de encarnar al mejor personaje posible, como un gran ojo que todo lo ve, lo prevee y que, para bien o para mal, es ajeno a las tribulaciones humanas, el androide Walter, igual que el David de ‘Prometheus’ pero sin tanto ego y paternalismo de IA inflada por la vanidad humana. También repiten Guy Pierce y Naomi Rapace, la heroína anterior. Se cierra un círculo que le ha llevado un lustro poder construir para que no fuera un pequeño desastre, como le pasó a Lucas. Su obsesión por darle sentido a todo le ha llevado a plantear por qué aparecen los xenomorfos; de hecho lo hacen, pero al final, como una consecuencia de todo lo sucedido en ‘Prometheus’.

Sinopsis. Rumbo a un remoto planeta en el otro extremo de la galaxia, la tripulación de la nave Covenant, compuesta por varias parejas además del androide Walter (Michael Fassbender), tiene como objetivo ser la primera misión colonizadora a gran escala. Al aterrizar en un extraño lugar descubren lo que parece ser un paraíso desconocido. Pero los integrantes de esta expedición pronto descubrirán que no están solos allí, y su misión acabará convirtiéndose en una lucha por su supervivencia en un ambiente hostil y peligroso. Los temibles xenomorfos no se lo pondrán nada fácil a los miembros de la nave Covenant.

Ficha de ‘Alien: Covenant’:

Título original: Alien: Covenant. Año: 2017. Duración: 123 min. País: EEUU. Género: terror, ciencia-ficción. Director: Ridley Scott. Guión: John Logan, Dante Harper (Historia: Jack Paglen, Michael Green). Música: Jed Kurzel. Fotografía: Dariusz Wolski. Reparto: Michael Fassbender, Katherine Waterston, Billy Crudup, Demián Bichir, Danny McBride, Carmen Ejogo, Jussie Smollett, Amy Seimetz, Callie Hernandez, Benjamin Rigby, Alexander England, Uli Latukefu, Tess Haubrich, Guy Pearce, Noomi Rapace, James Franco. Producción: Twentieth Century Fox Film Corporation / Scott Free Productions / Brandywine Productions.

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Carteles saga Alien 1

Arriba y abajo, los carteles de las seis películas de la saga: ‘Alien, el octavo pasajero’ (1979), ‘Aliens, el regreso’ (1986), ‘Alien 3’ (1992), ‘Alien Resurrección’ (1997), ‘Prometheus’ (2012) y ‘Alien: Covenant’ (2017).

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Giger, el verdadero creador de los xenomorfos

En 2014 fallecía un artista de pesadilla que se encargó de crear a los xenomorfos y que convirtió este tipo de dibujo, ilustración y escultura en una forma de vida, toda una línea estética tan original como complicada basada en la fusión de lo biológico con lo mecánico, que rondaba entre el terror y la ciencia-ficción y que le valió ser el padre de criaturas inolvidables. Tan bueno fue que le valió ganar el Oscar en 1980 a los mejores efectos visuales; él fue el encargado de diseñar todo lo relacionado con Alien, desde la criatura a los huevos y buena parte de la estética posterior que se expandiría en varias películas más. Si bien Alien no es producto ex profeso de esa estética biomecánica, sí que es un buen ancla en el que se basaría casi todo su trabajo anterior y posterior. Tenía una imagen de marca única en el mundo y el “estilo Giger” se convirtió en un clásico moderno, recogido en un museo propio en su Suiza natal. Fue también colaborador y creador a la hora de diseñar la producción de otras sagas como ‘Species’ o ‘Poltergeist’ (participó en la segunda de las películas).

Hans Ruidi Giger fue de todo en la vida, marcado por su timidez y por una pereza constante que luego se disiparía por la enorme producción que ha dejado, y por los muchos palos que tocó en el arte: dibujante, escultor, diseñador gráfico y escenógrafo, pintor e incluso arquitecto de interiores. Macabro e inquietante pero peculiar en el trato cercano, creo un mundo muy personal donde la obra de su amigo y mentor Salvador Dalí se mezcló con el surrealismo y las “pesadillas biomecánicas”. Nació en 1940 en el corazón de Suiza en una familia muy estricta donde de forma temprana destacó su pasión monotemática por la fantasía, los castillos en el aire y el dibujo.

Giger fue siempre un mal estudiante, perezoso y denostado por su introversión que se expandía a través del arte y el diseño. A principios de los años 60 estudió arquitectura y diseño industrial; en la misma época debutó en el dibujo y la pintura, la época de formación en la que creó los ‘Niños atómicos’ que ya anticipaban por dónde iban sus pasiones y visiones. Su primer contacto con el cine se produjo de la mano de Jodorowsky, quien le propuso, por mediación de Dalí, participar en la película ‘Dune’ junto con Moebius. Este filme nunca terminó, pero le valió entrar en contacto con tres monstruos totales de la cultura contemporánea, a cada cual más particular.

Sin embargo aquel fracaso (la película nunca llegó a hacerse y el trabajo de Giger quedó como un bonito simulacro) no fue en vano; entre los que se fijaron en él estaba Dan O’Bannon, el guionista original de Alien. Éste se fijó en él y en su trabajo artístico en otros campos además de los bocetos para el ‘Dune’ de Jodorowsky. Concretamente en la versión de Giger del mítico ‘Necronomicón’. Una vez más Giger confluyó con gente que adoraba a los mismos autores que él, desde Dalí a Lovecraft, con lo que se encontró como pez en el agua cuando le encargaron (a pesar de las dudas iniciales de Ridley Scott) que fuera el autor artístico de la película.

Fue un éxito y el estilo Giger comenzó su expansión mundial: ganó un Oscar, vendió sus obras por medio planeta y reclutó (sin quererlo) a toda una legión de admiradores e imitadores que incluye, por ejemplo, de lejos, al dibujante español Luis Royo. Sin embargo no todo el mundo le quería: muchas veces sus obras, grotescas y cargadas de connotaciones sexuales, fueron censuradas en galerías, exposiciones y otras creaciones audiovisuales. Era visto como un “bicho raro” al que en Suiza (un país mucho más conservador de lo que parece) llegaron incluso a ligar con sectas y misas negras. Ayudó a este rumor muchos de sus cuadros, donde se advertía simbología satánica que, sin embargo, no eran más que añadidos a la mitología extrema creada por Giger.

Giger en su estudio en los años 80