Aparece en España la primera entrega de la saga ‘Black Magick’ (con esa k extraña al final), de Greg Rucka y Nicola Scott, cruce de géneros (serie negra y fantasía) habitual en el cine y la televisión, que aquí toma forma a partir de una inspectora de policía que vive discretamente la duplicidad de luchar contra el crimen y ejercer la magia y la brujería, con toda la tradición milenaria sobre sus espaldas y cruzándose en su vida “real” peligrosamente.
IMÁGENES: Norma Editorial
Un primer volumen que estéticamente, en especial la portada, es un calco completo de la edición norteamericana, donde ya acumula varios volúmenes que llegarán paulatinamente a España a través de Norma Editorial. En rústica y con 136 páginas, Rucka y Scott crean un personaje femenino central, Rowan Black, que vive en la duplicidad similar a la de un superhéroe de incógnito pero en su caso con unas condiciones muy diferentes. Black “conoce el olor de la carne quemada en la hoguera, el poder que tiene la mano izquierda de un asesino, lo peligroso que es derramar sangre sobre una piedra durante la Luna Nueva…”. Una bruja con placa de policía que desdobla su vida entre ambos mundos. Una obra surgida de una idea antigua de Rucka que tardó tiempo en salir a la superficie, pero muy bien montada, narrada y limada para que saliera perfecta.
‘Black Magick’ es un buen ejemplo de lo que, a pesar de los corsés y estrecheces comerciales del cómic norteamericano, se llama “obra de autor”, donde guionista y dibujante tienen libertad creativa (ganada a pulso con los años y los encargos) y tiempo para pulir una idea. Scott usa blanco y negro y variantes sutiles del color, con escalas entre el gris y el marrón con sutiles aplicaciones de color puntuales, reservándose el estallido más luminoso para determinadas partes de la narración. El tipo de dibujo es perfecto para la historia de Rucka, amoldadas narración e imagen como un guante; una historia noir con muchos de los cánones clásicos del género que se entrelaza con lo irreal, lo místico, la fantasía tradicional de la Wicca, la magia y la brujería, incluyendo aquelarres boicoteados porque a Rowan Black la llaman porque ha habido un asesinato. Sólo un detalle de cómo juegan con ambos mundos, que Rucka denominó “witch noir” (“policiaco de brujas”, por traducirlo de alguna forma).
En la saga Black es una inspectora (detective en el argot policial anglosajón) del departamento de policía de Portsmouth que al mismo tiempo es la heredera de un linaje de brujas con siglos de antigüedad. Pertenece a un grupo de creyentes y practicantes de esa religión pagana naturalista y mágica llamada Wicca, muy asociado a la figura femenina. Es doble vida es un problema que interfiere continuamente en toda la historia, un condicionante para la propia narración y para la vida de Black. El choque de ambos es parte de la trama en la que Rowan se ve inmersa. El trabajo de mecano de Rucka es muy exhaustivo, en especial en las referencias de la tradición mitológica y pagana que utiliza para construir al personaje y todo el universo doble que la rodea. Rowan tiene que lidiar con su vida profesional en la comisaria, que tiene sus propias (y estrictas) reglas escritas y no escritas, y sus lealtades para la tradición de la que es heredera.
En el primer volumen ese legado es esencial para la historia, en la que encontramos continuas referencias a las raíces de Rowan, hasta remontarse a los primeros tiempos de la colonización, en un 1650 donde ejercer esa tradición era exponerse a las iras de las iglesias y los puritanos. Rucka incluso se ha trabajado una genealogía para la inspectora que alcanza ese mismo año. Mientras que en el resto de volúmenes cobra más peso la trama secuencial, el primero es más de presentación, lo que explica que el guionista usara tantos recursos y páginas para que el lector no se pierda en el mundo de la Wicca, tan antiguo como el propio mundo. Pero en especial para relacionarlo con su personaje femenino, fuerte y sólido sin perder humanidad.
Rucka, de guionista de Batman a la magia negra
Greg Rucka mantiene un estatus de guionista de éxito en la industria del cómic, habitual compañero de firma de Ed Brubaker. Su paso por algunas de las nuevas series de Batman con DC Comics (‘Tierra de nadie’, ‘Bruce Wayne: Fugitivo’ y ‘Agente herido’) lograron airear un personaje algo acartonado y darle alas a su carrera por sus guiones, apreciados por la crítica y el público. La aportación más ambiciosa fue ‘Gotham Central’, donde el héroe desaparece y se centra en los agentes de calle de la ciudad, donde el hombre murciélago sólo es un referente secundario que en ocasiones es más un estorbo que una ayuda. Basándose en las claves de la ficción televisiva y el género policiaco creó una obra muy comentada que se salía de lo habitual. Además ha colaborado con la rival, Marvel, para una miniserie sobre Viuda Negra, Elektra, Daredevil y una serie sobre Lobezno. ‘Black Magick’ es su regreso por cuenta propia junto con el dibujante Scott para una creación totalmente nueva que le ha permitido destacar aún más.
Greg Rucka
Este reportaje pertenece al nº76 de la Revista El Corso (septiembre 2019)