‘Blade Runner’ ya tiene secuela. Finalmente Ridley Scott se ha salido con la suya y ajusta cuentas con una de sus obsesiones. La otra es recuperar su legado para explotarlo a gusto y relanzarlo. Es un reciclador sin compasión, y finalmente lo que muchos fans temían ha ocurrido: la secuela de un clásico atemporal.

Es difícil entender que se hayan lanzado a hacer una secuela de una película intocable ligada a una época concreta, a un estilo concreto y a un texto literario concreto, ‘¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?’, de Philip K. Dick. Pero darle continuidad a ‘Blade Runner’ se convirtió en una bola de nieve imparable que ha sido promocionada con cuentagotas, lentamente, con posters, trailers y algunos detalles, con un envejecido Harrison Ford retomando su personaje años más tarde y un Ryan Gosling que parece una copia más sofisticada del propio Ford de los 80. Como siempre, hay que esperar a verla para juzgar, saber si Denis Villeneuve ha acertado como director, si los dos actores están a la altura y si la producción de Ridley Scott ha hecho bien su trabajo. Por lo adelantado se puede deducir que la estética y el espíritu cyberpunk se ha mantenido, fruto de la distopía suave de los 80 y que proyectó este género en el cine y la literatura.

En 2011 la compañía Alcon Entertaiment compró los derechos cinematográficos y televisivos para crear una secuela de ‘Blade Runner’. Casi se habían cumplido los 30 años de la película y fue una sorpresa. Era uno de los pocos proyectos que estaban (afortunadamente) sin tocar en esta fiebre de Hollywood por pensar menos y facturar más. Todo eso después de que Ridley Scott y sus cuentas pendientes consigo mismo y con el mundo forzaran hasta cinco versiones diferentes de la película. No hay que olvidar que fueron los productores los que hicieron el montaje final contra los deseos de Scott. El encargado de la dirección es el canadiense Dennis Villeneuve, responsable de películas como ‘Polytechnique’, ‘Incendies’, ‘Prisioneros’ o ‘Enemy. Curiosamente el año de estreno no es casual: 2017, justo el año en el que se supone que son fabricados muchos de los replicantes que aparecen en la original ‘Blade Runner’.

El guión va firmado a medias entre Michael Green y Hampton Fancher, que ya fue el co-creador de ‘Blade Runner’ en los 80 junto a David Webb. El peso recae en un nuevo personaje interpretado por Ryan Gosling, que va en busca del personaje de Ford. En el reparto igualmente aparece Jared Leto (da vida a un fabricante de replicantes que responde al nombre de Neander Wallace y cuya intención de capturar al agente K) y Ana de Armas, por nombre y rostro conocido para el público español. En la secuela han pasado 30 años desde los acontecimientos ocurridos en ‘Blade Runner’ (1982). El oficial K (Ryan Gosling), un blade runner caza-replicantes del Departamento de Policía de Los Ángeles, descubre un secreto que ha estado enterrado durante mucho tiempo y que tiene el potencial de llevar a la sociedad al caos. Su investigación le conducirá a la búsqueda del legendario Rick Deckard (Harrison Ford), un antiguo blade runner en paradero desconocido, que lleva desaparecido 30 años.

Ficha de ‘Blade Runner 2049’:

Título original: Blade Runner 2049. Año: 2017. Duración: 152 min. País: EEUU. Género: ciencia-ficción, cyberpunk. Director: Denis Villeneuve. Guión: Hampton Fancher, Michael Green (sobre una obra de Philip K. Dick). Música: Jóhann Jóhannsson, Hans Zimmer, Benjamin Wallfisch. Fotografía: Roger Deakins. Reparto: Ryan Gosling, Harrison Ford, Ana de Armas, Jared Leto, Sylvia Hoeks, Robin Wright, Mackenzie Davis, Carla Juri, Lennie James, Dave Bautista, Barkhad Abdi, David Dastmalchian, Hiam Abbass, Edward James Olmos. Producción: Warner Bros. Pictures / Scott Free Productions / Thunderbird Films / Alcon Entertainment.

‘Blade Runner’, la película-icono

‘Blade Runner’ es una película de culto. Fue un chispazo en plenos años 80. Mientras el resto del cine se sumergía entre la muerte del cine de autor de Hollywood y el auge de las producciones de refresco y palomitas, Scott y los productores se marcaron un punto de fuga audiovisual cuya onda expansiva todavía se siente hoy. Por ejemplo, la película fue la culminación del ciberpunk, cambió la ciencia-ficción al mezclarla con elementos del género negro y el thriller, revolucionó la estética de los 80 hasta el punto de no saberse quién influyó en quien. También fue la eclosión de la música new age a través de Vangelis, y desde luego el punto de partida de la prolífica relación de la obra de Philip K. Dick con el cine: desde entonces se han adaptado más de 30 relatos suyos al cine de alguna manera, algunos con resultados tan reseñables como ‘Desafío Total’ o ‘Minority Report’.

La mezcla de distopía, lluvia, oscuridad, thriller, ese aire a los años 40 mezclado con el revolucionario mundo del retrofuturismo y el ciberpunk (imposible olvidar el personaje de Daryl Hannah), la filosofía existencialista del personaje de Rutger Hauer (“y todos esos recuerdos son lágrimas en la lluvia”) o la eterna duda de quién es replicante y quién no son la marca de fábrica de un icono cultural. Un cazarrecompensas en busca de replicantes: se caía de sencillez, pero pasando por el tamiz de Philip K. Dick y el demoledor talento visual de Ridley Scott se transformó en un éxito nominado a los Oscar que junto a Star Wars cambió para siempre la ciencia-ficción en el cine. Existen pocos ejemplos de cómo un filme pasa a ser película de culto, ese concepto tan difuso hoy en día pero que entonces era nuevo. Y por supuesto el gran follón: el montaje de la película. Los productores le arrebataron la versión final a Scott, que montó en cólera y desde entonces, una vez se hizo con los derechos del filme, se ha dedicado a hacer una versión nueva tras otra, perturbando el recuerdo inicial (que siempre es el mejor) y volviendo locos a los fans. Al final todos volvemos a la versión inicial. Tiene algo. Y ese algo será difícil verlo en la secuela. Nos tememos.

Philip K. Dick, la fuente eterna de sci-fi

Es particularmente difícil hablar de alguien como Philip K. Dick (PKD), condensarle en tres párrafos. Toda su vida estuvo influenciada por sus visiones, sus alucinaciones que todavía hoy generan muchas preguntas sobre su capacidad extrasensorial, y también por las obras de Jung, determinantes en su vida y su obra, igual que el gnosticismo, variante de la religiosidad cristiana que planea continuamente sobre cada párrafo. Después de dar muchos tumbos académicos y literarios, PKD tomó en 1951 la decisión de dedicarse al oficio de escritor a tiempo completo. Su primer éxito fue la novela ‘Lotería solar’ (1954), iniciando así una muy prolífica carrera como escritor de ciencia-ficción. A partir de ahí, 36 novelas, 121 relatos cortos, muchos sólo publicados en revistas. La sistemática adaptación al cine de varias de sus novelas le dio a conocer al gran público. De estar vivo hoy viviría como una gran estrella simplemente firmando los contratos de venta de derechos de adaptación. Pero PKD murió en 1982 sin ver ‘Blade Runner’.

Dos ejemplos de su forma pionera de romper el género de la ciencia-ficción en mil trozos: de su cabeza salieron la temprana ‘El hombre en el castillo’ (que va a ser adaptada al cine en breve), novela que originó en sentido estricto el género llamado “ucronía”. Hay una frase que resume a la perfección quién era Dick: “Reality is whatever refuses to go away when I stop believing in it”, es decir, “la realidad es aquello que no quiere irse cuando yo dejo de creer en ella”. Fue el escritor de la psique, el primero en trabajar en una línea diferente al resto, basándose en gran medida en su desconfianza hacia la realidad empírica. Sus obras están plagadas de realidades falsas, de universos paralelos en los que un hombre machacado y empujado a un heroísmo que no desea escapa hacia otro plano de la conciencia.

Hay una constante erosión de la realidad en su obra, una generación de escenarios posmodernos donde el positivismo no existe y se convierte en una claustrofobia lacerante, con personajes decadentes aplastados por la tecnología y por poderes ocultos (Gobierno, por ejemplo) que alteran la realidad. Los protagonistas a veces descubren que ellos mismos son falsos, que son robots (‘Blade Runner’), alienígenas, seres sobrenaturales por sus talentos o directamente víctimas de lavados de cerebro (‘Desafío total’). La obra dickiana refleja la obsesión del autor acerca de la frágil naturaleza que él consideraba que marca la percepción humana: de ahí nace el surrealismo de sus historias, donde el protagonista descubre que todo lo que le rodea es una gran mentira (‘Ubik’, una de sus historias más recordadas, donde una droga deja en estado de felicidad perpetua a los consumidores para no ser revoltosos con el poder). De acuerdo con Charles Platt, autor que conoce bien a PDK, “no hay héroes en los libros de Dick, pero hay actos heroicos”.