A principios de febrero (de momento el día 5) saldrá a la venta ‘Medicine at Midnight’, décimo trabajo de estudio de la banda Foo Fighters, que después de las primeras oleadas de la pandemia que paralizó todo, música incluida más allá del streaming, regresan con nuevo álbum y sonido diferente.

 

IMÁGENES: Foo Fighters / RCA / Roswell Records

Nueve canciones, con el single ‘Shame shame’ como adelanto desde el 7 de noviembre, aunque se dieron el gusto de tocarlo en directo durante uno de los programas ese mismo día en ‘Saturday Night Live’ en la NBC. Un disco corto para unos tiempos en los que todo se ha ralentizado como si no hubiera existido nada más allá de los azotes de una enfermedad sin misericordia. Precisamente este álbum ha sufrido los efectos secundarios: estaba prevista la presentación para mucho antes, pero las continuas cancelaciones de conciertos, incluso de la gira que tenían pensada. En febrero de 2020, antes de que la primera ola barriera Europa y EEUU, cuando en Wuhan ya había millones de personas confinadas, los Foo Fighters anunciaron ‘The Van Tour 2020’ para celebrar el 25º aniversario de la formación, repitiendo las mismas ciudades de la primera gira por Norteamérica.

Pero la pandemia no perdona. Primero se retrasó la gira, y después el propio disco: tenían pensado culminar ese tour con la presentación en mayo pasado de ‘Medicine in Midnight’, pero empezó la cadena de retrasos, el “más tarde” que se repitió a medida que el Covid-19 barría el mundo. La idea ahora, después de la publicación definitiva en febrero de este año, es saber cómo promocionar el décimo disco de estudio de los veteranos liderados por Dave Grohl. Entonces llegó la participación en ‘Saturday Night Live’, una forma de poder dar un empujón considerable al álbum de cara a 2021. El resultado es que los Foo Fighters tendrán que recurrir al mismo método que han usado otros músicos y autoras, como Taylor Swift, que ha apostado por publicar casi por sorpresa dos álbumes enteros. Internet será la solución hasta que se pueda volver a los escenarios, y eso incluye hacer conciertos enteros telemáticamente para poder sortear las medidas de distancia social necesarias. La publicación corresponde a RCA y Roswell Records, con producción de Greg Kurstin (que ya estuvo detrás de ‘Concrete and Gold’) junto con los propios Foo Fighters y la colaboración de Darrel Thorp y Mark Stent en la ingeniería de sonido y mezclas.

El número 10 llegó a partir de que se bajara el telón de la vida inicial de ‘Concrete and Gold’, el noveno publicado en 2017, que supuso una extensa gira durante 2018 que les hizo pensar seriamente en tomarse un descanso largo antes de regresar. Porque es obvio que Dave Grohl no para. Aprovechó el parón para componer más música y aglutinar las ideas que tenía acumuladas. En agosto de 2019 ya se habían puesto en marcha, al menos Grohl, que con su condición de multinstrumentista (es uno de los mejores guitarristas y percusionistas del mundo, y de los más destacados de la historia de las últimas cuatro décadas) se pudo permitir probar sonidos y acoplamiento de las letras en solitario. En octubre de 2019 fue cuando se reunió toda la banda para entrar en estudio, en la localidad de Encino (California) en un caserón de los años 40 para conseguir un sonido más destilado y diferente. La grabación fue fulminante: apenas dos meses. Cuando despuntó 2020, antes de todo lo malo, ya estaba preparado.

Ese sonido sin embargo no se acopla estéticamente con el leitmotiv del álbum, definido por Grohl como “realmente divertido […] lleno de himnos y canciones de rock para cantar”. El guitarrista Taylor Hawkins le añadió una coletilla que para los puristas del rock o del antiguo sonido de Foo Fighters (ya de por sí más ablandado respecto a la etapa pretérita de Grohl en Nirvana) sonará a cuerno quemado, “más pop”. Es decir, más mainstream. Está por ver cómo se desenvuelve una banda acostumbrada a ser mucho más dura que un grupo de pop. Quien escuche el disco debe despejar lo conocido y tener el oído preparado para ciertos experimentos, como ya hicieron en ‘Sonic Highways’, si bien aquí seguían siendo la banda de siempre. El post-grunge que reivindicaron a partir de 1995 quedará temporalmente aparcado, aunque en la web Spin el propio Grohl avisó de que había rebañado el archivo y que incluyó en el disco un antiguo riff grabado precisamente ese año y que nunca había incluido en otros álbumes.

No es nada raro que los Foo Fighters se lancen a la mezcla, ya que es parte de su tiempo (surgieron en los 90) y de cómo se ha planteado la industria de la música en este siglo. Durante toda su carrera han mezclado el rock con el grunge, el punk e incluso el heavy, para crear un sonido propio que bebía mucho de su ciclo anterior, pero que no tenía la rabia nihilista de ese género. Hubo mucha más placidez en su música, y sobre todo el potencial de las guitarras, que se multiplicaban, de tal forma que sus álbumes parecían dividirse entre canciones más moderadas y arranques de potencial instrumental como hay pocos en el rock. Todo con el sello de Grohl, influido por Cobain y por todos sus gustos musicales, variando, adaptándose. Y este álbum es otro salto más. Sólo basta esperar a la reacción del público.

Foo Fighters: la segunda vida después de Nirvana

Foo Fighters nació en 1994 fruto del desastre que supuso el suicidio de Kurt Cobain. La onda expansiva de aquella terrible caída de un ídolo, que había fichado a Dave Grohl para ser el batería de Nirvana cuando formaba parte de Scream, empujó a Grohl a explorar el camino por su cuenta. Su inmenso talento como músico (es uno de los mejores guitarristas vivos y quizás de los mayores percusionistas del mundo) se unió a su experiencia con Nirvana y su talento como compositor. En Seattle, igual que con Nirvana, nació Foo Fighters, que tomó su nombre de los avistamientos de ovnis por la USAF durante la Segunda Guerra Mundial. Debutaron en 1995 con una formación que, además de Dave, incluía a Nate Mendel y William Goldsmith, que se ocuparían del bajo y la batería, dejando al fundador como guitarrista. Al final se les unió Pat Smear. Más tarde llegarían Taylor Hawkins para sustituir a Goldsmith y por último Rami Jaffee y Chris Shiflett más adelante.

Las entradas y salidas no obstaculizaron el despegue fulgurante de la banda, que encadenó un álbum tras otro en los 90 para abrir el siglo XXI con ‘One by one’, el cuarto álbum, que ya les dejó colocados como uno de los grupos de referencia, capaces de vender más de 15 millones de discos en todo el mundo y ganar un Grammy al mejor álbum de rock. Los Foo Fighters forman parte del abanico de bandas post-grunge de los 90, nacidos justo en la segunda mitad de una década que rompió cadenas con el marasmo de los 80 gracias al grunge, al punk mezclado con el rock y a la fuerza de una generación entera de bandas que rompieron con los solistas de tiempos anteriores.

 

 

Una rareza: ‘Sonic Highways’, la serie documental

Cuando en 2014 publicaron el álbum homónimo Dave Grohl, que parece un hombre orquesta y tiene tiempo para todo, decidió crear, producir y dirigir una serie documental que es un gran regalo a los amantes de la música, una colección ecléctica en la que Grohl y el resto de la banda saca da cada ciudad norteamericana algo de cada estilo (blues, soul, jazz, el rock y sus variantes). La HBO emitió ocho episodios (una por cada canción supuesta del nuevo álbum). La idea partió del propio Dave Grohl, que desarrolló un concepto nuevo: un tour por EEUU, que narra cómo los Foo Fighters se unieron de nuevo para grabar en Chicago, Austin, Nashville, Los Ángeles, Seattle, Nueva Orleans, Washington DC y Nueva York. “En realidad es un mapa musical de Estados Unidos”, ya que no sólo estuvieron para grabar sino también para tocar con los músicos de cada una de las urbes por las que pasaron, siempre en estudios clave y para hacerlos converger en el propio disco que debería salir a la venta en noviembre.

De esta forma el mundo visual y el sonoro se unen en un todo que podría ser una catapulta para otras bandas para que les imiten. Así, en la serie se escucharan nidos de creatividad tan distintos como el country y el jazz, y más unidos como el rock o el blues. Todos influyeron en la banda y al mismo tiempo las retrataron, un viaje de ida y vuelta entre ellos y la música. Es una recomendación atemporal ver esa serie, en la que colaboran gente como Chuck D (Public Enemy, ¿les recuerdan verdad?), Joe Walsh (otro mito vivo, el de los Eagles) o Rick Nielsen (Cheap Trick). No hay que olvidar que el año pasado Grohl ya demostró su talento con ‘Sound City’, su debut detrás de las cámaras y donde la música lo era todo, eje y desarrollo, y la nueva obra parece más una declaración de amor a la historia de la música de su país, y que en parte son los sonidos y géneros que los demás escuchamos.