Segunda entrega de la nueva trilogía surgida de la novela ‘El Hobbit’ de Tolkien, el “pelotazo” de la Navidad.

Un pequeño detalle: sólo con la recaudación de la primera de las tres películas en las que Peter Jackson dividió la novela ‘El Hobbit’ más los añadidos de otros cuentos y de su propia cosecha ya se ha recuperado y superado la inversión inicial. Las primera, estrenada en diciembre de 2012, ya ha superado con creces los 600 millones de dólares, barrera a partir de la cual para las productoras y distribuidores todo son beneficios, alegría y fiesta. Jackson se ha metido en el bolsillo a la industria (otra vez) y a partir de este estreno de hoy en España ya sólo queda tumbarse y esperar a que la maquinaria siga su curso.

Dicho esto, ya sólo queda una película que repite las mismas circunstancias que la anterior: los antiguos fans de ‘El Señor de los Anillos’, de Tolkien y de la fantasía épica disfrutarán, los que fueron reclutados con el estreno de la primera entrega el año pasado también, porque verán la continuación del viaje de la compañía de los enanos junto a Bilbo Bolsón y Gandalf rumbo hacia Erebor, el reino bajo la montaña arrebatado por el dragón Smaug a los enanos. El resto de la gente tendrá que acompañar a hijos, familiares, amigos… es una película para ver en compañía de otros, para disfrutarla, no para sufrirla. Consejo: si no se tiene una mínima querencia por este tipo de cine o esta saga es mejor que no se gasten el dinero en la entrada. Y no esperen cine adulto de pretensiones, ésta es una historia un poco menos seria que ‘El Señor de los Anillos’ pero sí quizás más pedagógica.

 

Bilbo sigue caminando pues junto a los trece enanos comandados por Thorin Escudo de Roble. En el final de la primera el propio Bilbo, ingenuamente, asegura que “lo peor ya ha pasado” después de escapar de orcos, wargos, de salir de Rivendel y de la protección de los elfos rumbo hacia esa Montaña Solitaria para reclamar lo que es suyo. En la segunda entrega hay más rastros de Tolkien: Beorn, el cambiador de piel, las Arañas Gigantes, los Elfos del Bosque y la Ciudad del Lago y finalmente Smaug, con la voz (en la versión original) de Benedict Cumberbatch, que se reencuentra con Martin Freeman (Bilbo) entre una temporada y otra de ‘Sherlock’. Gandalf tendrá menos peso en la historia pero aparecerá como contrapartida Bardo el Arquero y un personaje original de Jackson, Tauriel, elfa compañera de Legolas.

La gran diferencia respecto a la primera película es que aquí ya no habrá que perder tiempo explicando el universo Tolkien ni las circunstancias de los hobbit. La historia entra directamente y se aleja de los preámbulos que tanto disfrutan los fans y tanto desquician a los demás. La historia, además, sigue en el punto donde la dejaron: rumbo a Erebor, Bilbo sigue con el Anillo Único en su poder desde que se lo robara a Gollum en las cuevas de los orcos. Y va a usarlo. Con todo lo que lleva aparejado su uso. Además sigue sin confesarle a Gandalf que él tiene en su poder la primera piedra de la trilogía final. Martin Freeman demuestra por qué es un actor capaz de amoldarse a los cambios de guión que le va a exigir la historia. Buen actor, buena historia.

Gandalf, Tauriel y Legolas: dos personajes clásicos y la invención femenina de Peter Jackson

El otro héroe de la compañía, más allá de Gandalf, Thorin, empieza a tener problemas para dirigir a los suyos porque temen que de amigo y líder carismático pase a déspota loco igual que los otros miembros de su familia, que vuelven una y otra vez como una prueba a superar. Bilbo se adapta a la nueva vida nómada, pero él empieza a perder el suelo bajo sus pies. Una vez más la dialéctica de la moral frente a la corrupción del poder aparece en el relato: era una de las constantes de Tolkien en sus textos, producto de las particulares obsesiones del escritor. El autor sufrió la guerra y su podredumbre, la inmoralidad y el desastre que lleva aparejados, con lo que sabía bien lo que escribía: el Anillo Único es una metáfora de cómo los hombres y mujeres se dejan corromper y cómo el individuo debe luchar contra ese mal que es el principio del caos que destruye todo lo bueno. Igual que Frodo, Bilbo es puesto a prueba, pero también Thorin pero por otros caminos.

Otro escollo será Bardo el Arquero, personaje original de Tolkien interpretado por Luke Evans, que aparece primero como ayuda y que pasará a ser una complicación más. Tendrá más recorrido en la etapa final de la trilogía, más volátil. Su personaje juega a ser una llave en el argumento, algo parecido a lo que será Gollum en la trilogía de ‘El Señor de los Anillos’. Reaparece Legolas (Orlando Bloom) una vez más junto a una heroína que no creó Tolkien, Tauriel, interpretada por Evangeline Lilly (otra “Lostie” en busca de una carrera más allá de la serie) y que obedece a la necesidad, literal, de meter mujeres en una historia dominada por los hombres, da igual cuál sea la raza. Más allá de Galadriel, reina elfa, todo son perfiles masculinos.

Luke Evans (Bardo el Arquero), nuevo personaje

Peter Jackson y los inconvenientes de la tecnología

Jackson ha sido capaz, desde 1999, de tejer un discurso cinematográfico, literario y estético muy complejo y concreto alrededor de las dos obras fundamentales de J. R. R. Tolkien, padre de la épica moderna. La limpieza del discursos hace que todo tenga un punto de coherencia que el espectador disfruta al ver las películas más allá del 3D y de ese nuevo método de 48 fotogramas por segundo que tantos quebraderos de cabeza le dio al equipo de Jackson. El excesivo metraje de la primera (más de 180 minutos, goce de fans, tortura para el resto) y ese nuevo sistema de alta calidad creaban la sensación de no estar viendo cien sino televisión y le quitó frescura. Nada que una tradicional visita a las salas “normales” no pudiera arreglar. Porque a final los trucos secundarios no pueden disfrazar una historia más bien mundana, como le ocurrió a ‘Avatar’, por mucha taquilla que pudiera exhibir.

“He pasado mucho tiempo en la sala de coloración devanándome los sesos para conseguir que los 48 fps no den la sensación de que se está viendo una película en calidad de vídeo. Muchas de las críticas hechas a los 48 fps no eran hechas a los frames por segundo directamente, que tienen como objetivo hacérselo más fácil a nuestros ojos, reduciendo el desenfoque de movimiento. Muchas críticas tenían que ver con el hecho de que parecía que se estaba viendo la televisión, como una telenovela” cuenta Peter Jackson a los medios, algo frustrado porque todo avance tiene sus inconvenientes. La solución fue pasarle a los críticos y a los medios la versión clásica de 24 fotogramas por segundo.

Tolkien y el libro que lo originó todo

‘El Hobbit’ fue la primera piedra literaria de John Ronald Reuel Tolkien, el cimiento principal donde más tarde edificaría toda su mitología de raíces paganas y cristianas al mismo tiempo que cambiaría las letras del siglo XX para una gran cantidad de gente. Fue escrita por partes desde finales de los años 20 y principios de los 30 mientras corregía exámenes o mataba el tiempo fumando en pipa frente a la chimenea. La empezó con el cándido objetivo de divertir a sus hijos los domingos o cuando se iban a la cama. El cuento fue pulido lentamente hasta ser algo más que una diversión. No obstante, el manuscrito de la obra empezó a rodar de unas manos a otras, las de sus amigos profesores e intelectuales británicos, hasta que finalmente cayó en las del jefe editorial de George Allen & Unwin, que decidió publicarlo. Fue el 21 de septiembre de 1937.

‘El hobbit’ se sitúa en el año 2941 de la Tercera Edad del Sol, y narra la historia de Bilbo Baggins (Bolsón en español) que junto con el mago Gandalf el Gris busca el tesoro custodiado por el dragón Smaug en la Montaña Solitaria. Debido al éxito que tuvo y a las buenas críticas que recibió, los editores pidieron a Tolkien una continuación, ‘El Señor de los Anillos’, que el autor pensó para un público más adulto, lo que obligó a reeditar ‘El Hobbit’ con un tono más maduro para no cambiar el ritmo. Los libros serían editados primero en Argentina con una traducción tan mala que hubo que recomprar los derechos y hacer una versión mejorada en España, ya en los años 80.