‘Todo cae (Primera parte)’, desde este pasado octubre, es el sexto volumen de esta proeza del género negro español en forma de saga de cómic, con personajes antropomorfos y que cumple con todos los temas fijos del género y a la vez le da un nuevo aire. Detrás están Juan Díaz Canales y Juan Guarnido, multipremiados en Europa y EEUU por una obra conjunta que es todo un monumento al cómic.

IMÁGENES: Juan Díaz Canales – Juanjo Guarnido / Norma Editorial

Ha llovido desde 2013, cuando vio la luz el quinto volumen, ‘Amarillo’, primero con la francesa Dargaud (con la que suelen abrir siempre la vida de cada entrega), luego pasó a Norma Editorial en español, y después a EEUU con Dark Horse (después de la quiebra de iBooks, con la que publicaron los tres primeros volúmenes), con la que llegaron los premios Eisner y el reconocimiento mundial para la capacidad de Díaz Canales y Guarnido de recomponer el género negro en forma de cómic, con animales antropomorfos pero sin perder un ápice de clasicismo, con trasfondo político y social evidente (desde el racismo a la paranoia de la lucha contra el comunismo, la corrupción política o el crimen organizado). El primer volumen llegó en 2000, el segundo en 2003 y el tercero en 2005. A partir de ahí hubo un largo silencio que romperían en 2010 con ‘El infierno, el silencio’, y ya en 2013 en España (en 2014 en EEUU) culminaron con ‘Amarillo’. Y por fin, la primera entrega de una narración en dos partes, ‘Todo cae’.

En el nuevo número John Blacksad reaparece en la misma ciudad y a punto de empezar otro trabajo que le enfrentará al crimen organizado y la corrupción en el Ayuntamiento, con un escenario humano tan extraño como el teatro y el periodismo y un encargo: proteger al líder sindical de los trabajadores del Metro, amenazado por la mafia. Al hacerlo entra en el submundo de la corrupción política que le enfrentará con los verdaderos amos de la ciudad, que ven al investigador como un problema. Todo se parecería mucho a una novela noir clásica, tan tradicional como moderna, porque cambian las épocas pero no los motivos: dinero y poder. La misma historia que se desarrollaba en los años 20 puede hacerlo hoy en día. Pero en ‘Blacksad’ (en toda la saga) hay detalles distintos: los personajes son animales antropomorfos, y la narración tiene el enfoque magistral de una gran película.

‘Blacksad’ es una bala antigua modernizada, una vieja historia de género negro al más puro estilo años 30 y 40, con todos los tópicos acumulados durante décadas en la literatura y el cine, con el olor del vaso sucio y el cigarrillo a punto de consumirse de un Humphrey Bogart menos atormentado y algo más voluntarioso, casi un cruzado en ocasiones. Pero, y es donde empieza a romper esta obra, el héroe es un gato negro que incluso se permite el lujo de hacer bromas sobre sus siete vidas. Aquí se terminan las concesiones algo infantiles (el recurso antropomorfo es muy habitual en las narraciones infantiles), porque la saga no se ahorra ni los dilemas morales ni la violencia realista, tampoco las cuitas ideológicas y el choque de trenes entre el poder y los desposeídos que suelen viajar con John Blacksad a su lado.

Su formato es el de álbumes al estilo de la escuela francófona, con historia autoconclusivas más otras historias cortas paralelas. La combinación de alta calidad del dibujo, estilizado y realista al mismo tiempo, más el complejo guión son las claves para explicar el éxito y el convencimiento de los premios recibidos. Los escenarios, la ropa, los planos y la producción final a la hora de tintar son fundamentales en la facturación de una saga que ha crecido en paralelo a su gran capacidad para seducir al público adulto más que al joven. Logró vender (antes del quinto volumen) más de un millón de ejemplares en Francia (un sueño quimérico para cualquiera en España, no solo en cómic sino en música o literatura) y otros 100.000 en nuestro país (otro récord), más tres premios del prestigioso Festival de Angulema.

Por entonces aún coleaba el hartazgo de muchos creadores, históricamente marginados hasta que el Poder (con P mayúscula) decide utilizarles y sacarles de un anonimato parcial salvo para las minorías que les siguen. Hasta el punto de que Díaz Canales, por ejemplo, fue noticia por haber renegado públicamente de que ‘Blacksad’ haya sido incluido como un ejemplo de la Marca España. La web de esta iniciativa del PP durante los años del gobierno de Rajoy se hizo eco del triunfo y lo usó como publicidad institucional, lo que hizo reaccionar a Canales (guionista) con una carta abierta en Facebook sobre lo que definió como “un esperpento” (en referencia a la Marca España).

Política al margen, centrándonos en el noveno arte y esta particular revisión del noir, el gato negro del tándem Canales-Guarnido es un éxito de público y de crítica, un engranaje literario que supura noir por cada esquina, viñeta, bocadillo o ilustración, monólogos interiores al mejor estilo del cine de género. El trasfondo de la saga también es un pequeño guiño: EEUU, años 50, el arranque de la modernidad pura y dura, una época incluso posterior al esplendor del género en su etapa clásica. A partir de ahí la imaginación del lector rellena los (pocos) huecos que deja una producción casi perfecta, donde el trabajo de Guarnido es colosal, hiperrealismo (fíjense en las escenas colectivas o en el detalle de los coches y casas) mezclado con dinamismo y puntos de vista que parecen más a los que usaría un director de cine; en algunas viñetas casi imaginas que detrás están el cámara y el resto del equipo esperando el “corten”.

Todo arrancó en 2000, con el siglo. Por aquel entonces el gigante editorial Dargaud compró los derechos a dos novatos que dibujaban para Disney y estudios madrileños de diseño. Francia ama el cómic, y es además el único mercado viable auténtico del continente junto (quizás) con el alemán; fue al otro lado de los Pirineos donde publicaron ‘Blacksad’. Accedieron directamente al mercado francófono sin necesitar de una editorial española. Nació la saga con ‘Un lugar entre las sombras’, un calco de las estructuras que fusionan a los principales personajes del método: policías, detectives, crimen, bajos fondos… pero esa línea se rompería luego con el siguiente volumen, ‘Artic-Nation’, donde el racismo es el motor de la historia; después llegarían la persecución ideológica contra el progresismo (‘Alma Roja’) y las adicciones (la premiada ‘El infierno, el silencio’). El quinto álbum no se despega de esa temática: ‘Amarillo’ es una road movie en papel y tinta y asume el movimiento beatnik como acompañamiento.

Díaz-Canales y Guarnido, el tándem

Juan Díaz Canales (Madrid, 1972) es sobre todo guionista, aunque recibió formación en animación y fue cofundador de Tridente Animation. Sin embargo, la consagración le llegó en el campo de la historieta. Su celebridad está ligada estrechamente a la figura del dibujante granadino Juanjo Guarnido, a quien conoció en el campo de la animación y con quien creó la serie ‘Blacksad’, convertida en un éxito instantáneo de crítica y público desde su aparición en 2000. Aparte de su colaboración con Guarnido, el mercado francés ha acogido otros trabajos de Díaz Canales junto a dibujantes españoles. Con Gabor realizó ‘Los patricios’ (2009); con José Luis Munuera creó ‘Fraternity’ (2011). Y en solitario firmó la novela gráfica ‘Como viaja el agua’ (2016). Pero su trabajo más popular en los últimos tiempos ha sido la nueva encarnación de Corto Maltés, que desarrolla en compañía del dibujante Rubén Pellejero y de la que se han publicado hasta la fecha dos álbumes.

Juanjo Guarnido (Granada, 1967) se formó como dibujante en la Facultad de Bellas Artes de Granada, y luego como historietista en fanzines y trabajando esporádicamente para Cómics Forum (donde realiza portadas e ilustraciones de personajes Marvel). En los 90 pasaría a hacer storyboards para televisión en Madrid y de ahí a París, donde entró en la división europea de Disney y participa en varias películas de animación de la compañía. En 2000 imprime un salto cualitativo a su carrera con el lanzamiento del primer álbum de ‘Blacksad’, escrito por el guionista Juan Díaz Canales (a quien había conocido durante su estancia madrileña). Además de esta obra magna, Guarnido ha dibujado los tres álbumes de que consta la serie ‘Brujeando’ (2008-2012), escritos por la guionista Teresa Valero. Su trabajo más reciente lo presenta junto al guionista francés Alain Ayroles. Se trata de ‘El Buscón en Las Indias’, homenaje a la inmortal creación de Quevedo, que retoma las desventuras del célebre pícaro allí donde la novela las dejó en suspenso.

Los logros de ‘Blacksad’

Los premios de la saga son tantos que se reduce el espacio para otros logros. Digamos que en 2001 arrancó con los premios al Autor Revelación y Mejor Álbum del Salón del Cómic de Barcelona y que la quinta entrega culminó con el Premio Eisner al Mejor Álbum Internacional en 2015. En esos tres lustros cayeron premios en Francia, España y EEUU, donde ya brillaron en los Eisner (Guarnido concretamente, con el premio al Mejor Pintor/Artista multimedia). Por ejemplo se consagraron en 2005 en el mítico Festival de Angulema con dos premios, otros dos Eisner en 2013 por ‘El infierno, el silencio’ y en 2014 consiguieron el Premio Nacional del Cómic (casi quince años después). Por otro lado, ‘Blacksad’ ha tenido la inmensa suerte de ser una obra “abrelatas”: allanó el camino para más cómics ligados al género negro como ‘Ken Games’, de José Robledo y Marcial Todelano, publicado en 2009, y por otro precedente, ‘Jazz Maynar’, de Raule y Roger Ibáñez. A partir de ahí la idea enriqueció la novela gráfica en general en España.