Seamos didácticos: ¿quieren saber de cómic americano y entender mejor por qué ha creado una auténtica mitología moderna? Hay dos libros clave que ya hemos citado pero de los que hablamos más ampliamente.
FOTOS: Taschen / Turner / DC Comics / Herebegeeks.com
Imagine el lector de este reportaje que necesita saber qué es el cómic americano, de dónde viene, por qué es tan diferente del europeo o el japonés, por qué la figura del superhéroe es tan telúrica y vital, por qué la mayor democracia del mundo, cristiana y religiosa como pocas, es también la patria de una auténtica mitología neopagana que ha enamorada al planeta entero. Pues bien, hagamos un ejercicio didáctico y pedagógico alrededor de dos obras fundamentales que hablan de lo mismo pero al mismo tiempo son muy diferentes. Por un lado está ‘Supergods’ (Editorial Turner) de Grant Morrison, y por el otro ‘La Edad de Oro de DC Comics’ (Taschen), primer volumen de una serie mastodóntica y de peso (el libro resultante pesa varios kilos y es, avisamos, muy caro) que indaga alrededor de esa casa de los prodigios que fue DC Comics durante los años 40 y 50 y que forjó la imagen canónica de esa nueva mitología sutilmente pagana que se coló en la imaginación de varias generaciones. Por partes, primero Morrison, luego la monumental obra gráfica de Taschen.
Grant Morrison es ante todo un guionista del cómic, uno de los que trazan las líneas maestras del género. Incluso en su apariencia, donde parece un Lex Luthor rejuvenecido. En ‘Supergods’ traza de una manera visual, sociológica, histórica y autobiográfica el impacto creativo y vital que han tenido en la sociedad contemporánea. Esos superhéroes son símbolos, y abundan los ensayos que los referencian a muchas cosas: iconos religiosos posmodernos, nueva mitología laica y moderna, símbolos del poderío americano sobre el mundo… Pero en realidad son creaciones del cómic surgidas de la escuela americana de los años 30, cuando la Gran Depresión necesitaba ser paliada y los editores crearon a los superhombres justicieros que salvaban a los civiles inocentes que, en muchos casos, se asemejaban a los grandes especuladores y empresarios que se hacían ricos a costa de la depresión económica
Hoy en cambio sirven de contrapeso mágico y espiritual en una civilización donde la lógica, la ciencia y el materialismo son los cimientos, para lo bueno, pero también para los malos detalles. Aparecen en 1938, cuando llegó a los kioscos el primer número de Action Comics, con las aventuras de un periodista miope y tímido, que bajo la camisa blanca llevaba una malla con la letra S. Después aparecen Batman, el capitán Marvel, Iron Man o los X-Men, escape y referente moral para varias generaciones de sacudidos niños. Morrison va algo más allá y los convierte en “Ideas”, el epicentro mismo del ensayo, es decir: los superhéroes como puntos de poder y referencia para el público, consciente de que son simples mortales imperfectos. A partir de ahí desarrolla un libro imprescindible para quien quiera saber más sobre todo un subgénero que en EEUU literalmente devoró a todo el noveno arte durante décadas.
Mucho más visual, más gráfico y enriquecedor (con menos análisis y más regocijo de fan) es ‘La Edad de Oro de DC Comics’ (Taschen), firmado por Paul Levitz, escritor y editor de cómics, que aborda los orígenes de Batman, Supermán y Wonder Woman, entre otros a través de un texto flanqueado por más de 700 ilustraciones originales sobre la verdadera historia de la editorial pionera capaz de crear sueños durante generaciones. Un libro que promete ser una auténtica Biblia. Sólo un pequeño detalle: está en inglés.
Paul Levitz (izquierda) y Grant Morrison
Para Levitz (y muchos otros autores) la Edad de Oro del cómic norteamericano arranca a mediados de los años 30 con DC Comics y concluye a mediados de los 50 cuando ya aparecido su gran rival, Marvel. A partir de ese momento el cómic entra en una nueva fase que daría en los años 60 y 70 otro tipo de héroes más sociales y más “antihéroes” en realidad, algo en lo que tuvieron mucho que ver autores como Stan Lee, padre de Spiderman. Pero todo se construyó sobre los parámetros de aquella época de nueva literatura homérica por otros medios.
Este libro celebra aquella época a través del desarrollo de esta editorial, fundada en 1934 como National Allied Publications, y que en plena Gran Depresión y posterior Segunda Guerra Mundial forjó a fuego a Supermán, Batman, Wonder Woman y tantos otros personajes. Pero salía con otro nombre: Action Comics. Fue a principios de verano de 1938 cuando veía la luz una portada histórica: el Hombre de Acero, sobrenombre de Supermán, un nuevo vistazo al heroísmo justo cuando más hacía falta, con una crisis brutal que sacudía a EEUU y al mundo, una ventana a la esperanza con nuevos ídolos que serían muy útiles en la propaganda interior y exterior de los años 40 y más tarde en los primeros 50.
Las “Edades del Cómic”
Grant Morrison en su libro ‘Supergods’ repasa la historia de este género casi omnipotente durante décadas en el mundo del cómic, estableciendo una serie de “edades” o etapas cronológicas clave en la historia del cómic americano. Arranca, tras los primeros tiempos de tiras cómicas en periódicos y revistas de los primeros tiempos, desde la llamada Edad de Oro (años 30-40, los inicios) a la Edad de Plata (cuando aparece Marvel y revoluciona el panorama gracias a Stan Lee y Jack Kirby), y la Edad Oscura (no por calidad, sino por el “oscurecimiento” de los héroes para hacerles más siniestros, posmodernos y adaptados al nihilismo de los tiempos), capitaneada por el rompedor Frank Miller y los nuevos fichajes de DC como Alan Moore, Peter Milligan, Garth Ennis, Mark Millar, Warren Ellis o Neil Gaiman.
Para Morrison habría un llamado “Renacimiento” que superaría esta etapa oscura de los años 80 y 90, cuando los héroes eran más creaciones atormentadas y llenas de existencialismo que símbolos de superación. Los héroes vuelven a ser esos espejos en los que reflejarse, y ahí es donde Morrison se centra realmente. El siglo XXI es mucho más bondadoso, en el sentido de que el caos y los cambios acelerados reclaman de nuevo pilares fijos a los que asirse, no superhéroes de diván de psiquiatra intentado saber por qué son lo que son y donde el realismo y el sexo se comieron parte de la magia. Para cada tiempo y público, un modelo, y Morrison recupera el antiguo. Por el camino se cuela una visión muy personalizada del género, donde su infancia es el puerto del que sale su pasión, su carrera y su obra.
El Hombre de Acero, la chispa inicial
El Hombre de Acero, Supermán, no era el primer superhéroe, pero estableció el prototipo para todos los demás: disfraz, doble identidad, superpoderes o en su defecto grandes cualidades y tecnología (Batman) y una sed de arreglar las injusticias que no tiene fin. Una suerte de unión de semidiós mitológico con el Quijote que fue una vuelta de tuerca decisiva que en los años 50 se daría de bruces incluso con el fanatismo parafascista del maccarthysmo de los ultraconservadores americanos, que intentaron prohibirlos. Un género que tuvo que competir con el infantilismo y la influencia creciente de Disney, de los dibujos animados y de la televisión. Y aún así el cómic no sucumbió. El libro de Lovitz es un preciado objeto de coleccionista para todos aquellos que quieran descubrir las raíces de los héroes, un estudio exhaustivo de 400 páginas y 700 ilustraciones originales y todo el apoyo de DC Comics y que no es más que un extracto en nueva edición del monstruoso ‘XL 75 Years of DC Comics’ de 4.000 páginas y que hacía falta abrazar para poder transportar y que también firmó Levitz.