El Thyssen-Bornemisza exhibe el concepto del sueño con la estructura profunda del surrealismo, y cómo su vinculación con la imagen transformó la sensibilidad moderna.

Elija una buena coctelera: añada un poco de sueño profundo, otro poco de psicoanálisis revolucionario, otro tanto de recuperación del instinto profundo del ser humano, mucha sexualidad, algo de dibujo y pintura realista transformada para crear nuevas realidades, mucho de genialidad extravagante y agítelo todo con fuerza. Luego abra la coctelera, meta a Dalí entero (con sus neurosis, sus obsesiones y carencias), vuelva a agitar y sirva en cómodas dosis. Ya tiene usted el surrealismo.

Hasta el 12 de enero el Museo Thyssen-Bornemisza recogerá el testigo del Reina Sofía en la explotación de uno de los “ismos” fundamentales del siglo XX y más concretamente de las Vanguardias, el surrealismo. Después de que Dalí fuera la estrella en el Reina Sofía (más de 700.000 visitantes, piezas vistas por primera vez en España, atención mediática internacional), con horarios ampliados y colas de cientos de metros, con gente desesperada por encontrar sitio para los siguientes días, con internet bullendo de gente solicitando reservas, llegará ‘El surrealismo y el sueño’, un estudio más global y más aplicado a la teoría psicoanalítica y filosófica sobre el papel de éste proceso en el arte.

La trahison des imagens - René Magritte

‘La trahison des imagens’ – René Magritte

No fue un movimiento artístico más, sino una actitud ante la vida que ha dejado una marcada huella en todo el arte posterior. Esta exposición mostrará, por vez primera, cómo esa huella, esa transformación de la sensibilidad contemporánea, tiene su raíz más profunda en la vinculación surrealista entre sueño e imagen. Pinturas, dibujos, collages, esculturas y fotografías de artistas como André Breton, Salvador Dalí, Paul Delvaux, Yves Tanguy, Renée Magritte, André Masson, Max Ernst, Jean Arp, Claude Cahun y Paul Nougé, entre otros, servirán para aproximarse de manera monográfica a esta sugestiva relación que propone el filosofo y crítico de arte José Jiménez, comisario de la muestra, y a la que se ha prestado una escasa atención en el ámbito artístico.

Los surrealistas reivindicaron desde un primer momento el sueño como elemento revelador, el puente entre el consciente y el subconsciente que deseaban desvelar, sacar a la superficie, junto a la escritura automática, como una de las vías fundamentales de la liberación de la psique. Para los teóricos y artistas surrealistas, el sueño era una herramienta, un plano de la experiencia intelectual y sensorial mucho más auténtico en relación a la psique humana que la mera experiencia del mundo, demasiado mediatizada por las tradiciones sociales, las costumbres y las limitaciones del mundo. Era enriquecedor para la mente y el arte, una nueva vía de expresión mucho más auténtica que cualquier otro movimiento simplemente basado en cuestiones técnicas o políticas. No había política en el sueño, sólo el proceso de desvelamiento de la psique. El gran proyecto, la frontera final.

Sin embargo va más allá de Freud. El movimiento surgió al calor del final de la Primera Guerra Mundial y de la terrible huella de absurdo y crisis de civilización que dejó en Europa. El anclaje fue la publicación en 1900 de ‘La interpretación de los sueños’ de Freud; a partir de ese momento el arte encontró una nueva vía de explosión de temas y contenidos. La psique era un ente complejo y profundo donde las ataduras de la vida diaria eran imposiciones que nada tenían que ver con la realidad de la naturaleza humana. En realidad convergieron en el movimiento el espíritu contestatario de una sociedad corrupta y decadente, encorsetada, y los sueños eran la puerta abierta a ese otro mundo. Los surrealistas empezaron por Freud para luego superarle ampliamente, porque a fin de cuentas el psiquiatra vienés no dejaba de ser parte de la sociedad burguesa que querían dejar atrás los artistas. Los sueños enriquecían la mente, la liberaban en un plano diferente que ellos volcaban en los cuadros y obras. En muchos casos, como ‘Un perro andaluz’ de Buñuel, servían como arma para crear caos y revolución contra esa misma sociedad, mientras que Dalí, por ejemplo, se aferró todavía más a ese mundo onírico y lo convirtió en un fin en sí mismo.

 

El gran masturbador - Dalí

‘El gran masturbador’ – Dalí 

¿Qué es el surrealismo?

A grandes rasgos el surrealismo es un movimiento artístico surgido a principios de los años 20 como consecuencia de la irrupción del dadaísmo, la crisis cultural tras la Primera Guerra Mundial y la expansión de las ideas surgidas del psicoanálisis. Su manifiesto iniciático fue en 1924, firmado por el fundador y gurú del movimiento, André Bretón, que remarcaría la dimensión tanto pictórica y audiovisual como literaria del movimiento, capaz como pocos de traspasar las fronteras entre artes. Los precedentes estaban presentes en Occidente desde hacía tiempo: filósofos como Heráclito, escritores como Sade o pintores clásicos como El Bosco fueron elegidos como anclas antiguas para el movimiento. Sin duda alguna la pintura de El Bosco está más emparentada con lo que luego haría Dalí. Pero realmente es un hijo predilecto del dadaísmo, el cultivo por el absurdo artístico y el nihilismo.

Pero el surrealismo no se quedó ahí: partiendo de esa destrucción del orden del dadaísmo como primer paso, luego ofrecía una reinterpretación del mundo a partir de nuevos supuestos, de lo más profundo de la psique, conectando (con la escritura automática, por ejemplo) el plano consciente con el inconsciente. Era más que un patada en la mesa, era la construcción “romántica” (por decirlo de alguna forma) del mundo. En el manifiesto Bretón indica que “nuestro movimiento se basa en la creencia de una realidad superior de ciertas formas de asociación […], y en el libre ejercicio del pensamiento. Tiende a destruir definitivamente todos los restantes mecanismos psíquicos, y a sustituirlos por la resolución de los principales problemas de la vida”.

Politizaciones al margen, como la de Bretón, el surrealismo exploró nuevas técnicas como el uso de los fotomontajes (pioneros que luego alumbrarían parte del camino de la publicidad posterior), el collage, la construcción de objetos sin fin ni destino, y el “cadáver exquisito”. En ésta última, varios artistas dibujaban diferentes parte de una misma figura o escribían secciones de un texto conjunto sin saber lo que había hecho el anterior. El resultado era un caótico puzzle que impactó al público. Dalí, en solitario, creó el “método paranoico-crítico”, basada en la observación creativa de una superficie limpia y dejar que afloraran las formas que el subconsciente proyectaba sobre ellas. En 1938 el movimiento alcanzó su apogeo con una gran exposición internacional en París y en la que estuvieron Duchamp, Dalí, Man Ray (fotógrafo que revolucionaría el siglo XX desde el surrealismo y luego a su particular manera) y el canario Óscar Domínguez.

 

Los amantes - René Magritte

‘Los amantes’ – René Magritte 

INFORMACIÓN – THYSSEN-BORNEMISZA

Las Colecciones Thyssen-Bornemisza pueden visitarse de martes a domingo de 10.00 a 19.00 hora; los lunes de 12.00 a 16.00 con entrada gratuita gracias al patrocinio de MasterCard. El Museo cierra los días 1 de Enero, 1 de Mayo y el 25 de Diciembre. Los días 24 y 31 de diciembre el horario de apertura será de 10.00 a 15.00 horas.

Horarios: De martes a domingo, de 10:00 a 19:00h; lunes, cerrado. Todos los sábados exposiciones temporales abiertas hasta las 21:00. De martes a domingo de 10.00 a 19.00. Lunes de 12:00 a 16:00

Precio: Colección permanente: 9 € (reducida, 6 €. Exposiciones temporales: 5 € (reducida, 3,50 €). Entrada combinada: 10 € (reducida, 6 €). Lunes gratis

Autobús: 10, 14, 27, 34, 37, 45, N9 a N15 y N17

Metro: Banco de España (L2), Antón Martín (L1).

Sueño causado por el vuelo de una abeja… - Dalí

‘Sueño causado por el vuelo de una abeja…’ – Dalí