El concepto “tenebrismo” es muy antiguo, pero caminar por la exposición que le dedica a Marty el DA2 de Salamanca parece forjado para él.
Fotos: Luis Cadenas
Desde el pasado octubre y hasta febrero el DA2 de Salamanca recupera parte del pulso perdido, un regreso a tiempos pasados en los que supo hacerse un pequeño hueco entre los centros de arte y museos contemporáneos españoles. Como tantos otros fue víctima de una administración local indiferente (cuando no ignorante) y a duras penas ha logrado seguir abierto. Sorprende a muchos verlo todavía abierto a tenor de quién dirige Salamanca, pero ahí está. Y para el tránsito otoño-invierno el DA2 pensó en su propio pasado; el comisario Paco Barragán y Enrique Marty se unieron otra vez también como en otras épocas y presentaron la primera retrospectiva que se hace al artista en su propia ciudad, un arco temporal que va desde sus primeras obras a la eclosión de Marty a partir de los 90. En total 177 pinturas, 16 vídeos, 30 fotografías y 12 instalaciones. Así nació ‘Terapia de grupo, acto de fe, cuarto oscuro’.
Una muestra que reúne decenas de obras de Marty y que ocupa casi todo el espacio disponible de la planta inferior, incluyendo el centro de esta antigua cárcel reconvertida en centro de arte. Una entrega a un artista local que es de lo mejor que ha sacado Salamanca en muchos años y que ha conseguido cumplir con creces el primer mandato de todo artista: tener un estilo propio, una imagen única, ese “algo” que te hace diferente al resto y sobre el que construye una carrera. Marty lo tiene: ese tenebrismo por otros medios que en su día mucha gente llamó “feísmo” y que sigue siendo una etiqueta más para intentar englobar la particular forma de entender el arte para alguien que mezcla escultura, dibujo y vídeo de una manera muy particular. Hay incluso piezas realizadas ex profeso para esta exposición que intenta llevar a Marty a su propia ciudad.
‘Escena al azar’ (2014)
La retrospectiva se divide en tres partes temáticas: Cuarto Oscuro, Terapia de Grupo y Acto de Fe. Se organizan de forma que el espectador, cuando deambule por las salas de la planta baja y el hall central de la vieja cárcel (donde se dará de bruces con la espectacular versión “made in Marty” de ‘El rapto de Europa’, una imagen mitológica que insinúa quizás la realidad misma de cómo está el continente europeo actualmente), pueda comprender mejor lo que intenta contar el artista, su particular mundo de obsesiones que siempre compone la base de toda obra contemporánea.
Como indica Barragán, estos tres agrupamientos sirven de hilo conductor para un relato que abarca toda la vida artística de Marty y que gira en torno al sujeto y su relación con el mundo (secularización, individualismo e independencia), que ha llevado al humano a convertirse en un ser egoísta, virulento, inseguro y mucho más frágil en su libertad individual de lo que nos imaginamos. Marty retrata en su arco temporal “la otra cara de la modernidad”, el reverso tenebroso de lo que es hoy la cultura. En sus propias palabras al definir su obra: “Es como un espejo donde el espectador se ve reflejado y vuelca en ella lo que lleva dentro”. Tomen buena nota porque es la vara para medir toda la exposición.
Esa es la teoría real de por qué se organiza la exposición. Pero la distancia entre el artista, el comisario y las intenciones, y la reacción real del público, es tan amplia como el espacio mismo entre dos mentes, la de Marty y el que mira. Por eso es bueno informarse de un artista antes de ver su obra, pero quizás él ha conseguido entrar por el ojo del miedo del visitante. Nada más entrar en la zona expositiva el espectador se da de bruces con un coro de figuras que se tapan los ojos llenas de miedo (‘Escena al azar’, 2014), y que ya son un aviso de lo que verán. A la izquierda, el pasillo hacia las salas principales. Pero mejor a la derecha, hacia la primera agrupación de obras, Cuarto Oscuro. Allí está parte del mundo de obsesiones de violencia y psique que conforma parte del universo Marty.
‘Escena exterior revelada’ (2014)
Destacan sobre todo las dos esculturas que recuerdan a los viejos cuadros de Brueghel el Viejo, donde esqueletos someten a jóvenes en el acto previo a una violación, sus cuerpos cubiertos en ocasiones de insectos o animales mientras la Muerte personificada se dispone a ejercer de ente violento. ‘Escena exterior revelada’ (2014) es un buen ejemplo. Es aquí donde estalla la visión del inconsciente cruel del individuo. Se entremezclan pinturas que retratan la violencia sobre las personas y el efecto de lo reprimido. Son obras como ‘Chicas y huesos’, ‘Modelos de gente fácilmente ofendible en orden decreciente’, ‘Matar es fácil’ o ‘Herida’.
Avanzamos por las salas y el espectador se cruza con el segundo acto: Terapia de grupo. Aquí saltamos de la oscuridad simbólica de la psique moderna para entrar de lleno en ese segundo infierno que son las relaciones humanas, desde la amistad a la familia. Ese “los otros” que tan bien definieron en clave tormentosa Sartre y Foucault y que aquí se condensa en pizas como ‘Escenarios domésticos’, ‘Mi más terrible miedo’, ‘Un tenedor en el cerebro’ (espectacular composición de cientos de dibujos-fotograma de un vídeo que también se emite en las salas, que llena de asombro por la laboriosidad y que da idea del detallismo y la particular visión de Marty,), ‘Estudio de mi sombra’ o ‘La familia’.
Son las relaciones de dominación de unos sobre otros, cómo las relaciones y la comunicación establecen siempre una jerarquía donde alguien somete a otro, lo explota, se aprovecha de él. Especialmente inquietante es la instalación ‘Stalker’ (2010-2014), en el hall principal, justo a la espalda de ese espectacular ‘Estudio de mi sombra’ y la Europa de Marty, que para cualquier amante del simbolismo y la mitología es de visión obligada durante un buen rato. También destaca la conocida ‘Friedrich y Michel en el infierno’ (2011), un susurro a cuello roto del filósofo bigotudo más famoso de la Historia y que ya vio el gran público en la feria Arco en al pasado.
‘Heridos’ (2002-2008)
Finalmente está la tercera parte, Acto de Fe, algo que realmente hacemos todos cada día, como un impulso hacia el futuro. Creer en algo. Esa es la clave: en un mundo donde, como anunció a gritos Nietzsche (figura más que presente en toda la exposición, literal y metafóricamente) Dios ha muerto, los humanos se quedan solos y en esa soledad libertadora donde somos dueños de nuestro destino, nace el miedo. Y cuanto más seculares somos, más necesitamos creer en algo. Somos una especie mentirosa y que necesita creer en algo, aunque sea una mentira. El auge de las creencias milagreras y místicas no es una casualidad. Y ese retrato es el que hace Marty, entre lo grotesco, lo fantasmagórico y lo religioso. Aparecen obras como ‘Holy mother’, ‘Fantasmagorías’, ‘Ghostdicks’ o ‘Fall of the Idols’.
En síntesis, Marty no es un feísta ni un tenebrista, simplemente es un creador que intenta reflejar la estructura simbólica del mundo. Como él mismo manifiesta en su diálogo con Barragán recogido en el corpus de la exposición, todo parte de un nexo con el Teatro del Absurdo y la crueldad, “no tanto como forma de violencia, sino como el compromiso radical del artista de representar el mundo de forma inmisericorde. La crueldad no está en mi obra, esta fuera”. Nietzsche, Foucault, Artaud… tres filosofías interconectadas por un mundo que siempre parece post-algo, convertidos en arte. Marty observa el mundo, lo procesa a partir de esas filosofías, de sus experiencias y obsesiones y luego lo convierte todo en obras de arte. De esta manera el espectador no sólo ve algo concreto, que le pueda gustar o no, impresionar o no, golpear o no, también asiste a la representación de su propio mundo aunque él no lo entienda o no lo vea de esa forma.
‘Friedrich y Michel en el infierno’ (2011)
Enrique Marty: pequeña biografía
Nació en Salamanca en 1969 y se licenció en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Salamanca en 1992. A lo largo de su trayectoria artística ha realizado numerosas exposiciones individuales en galerías y salas de exposiciones de diferentes países, como España, Alemania, Argentina, México, Bélgica, Corea, Holanda, Estados Unidos, Australia, Italia y Brasil.
También ha participado en más de un centenar de exposiciones colectivas en países como España, Bélgica, Portugal, Japón, Holanda, Francia, Puerto Rico, Alemania, Australia, Estados Unidos, Noruega, Colombia, Venezuela, Cuba, Austria, México, Argentina, Irlanda, Italia o Reino Unido. En el DA2 su obra formó parte de la exposición ‘Barrocos y Neobarrocos. El Infierno de la bello’, en el año 2005.
Y su obra forma parte de numerosas colecciones de arte, como la del DA2, la de la Colección Caja del Mediterráneo (España), la Maison Rouge (Francia), Museo Marugame Hirai (Japón), Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Colección Unicaja, Fundación Marcelino Botín. Santander, M.U.S.A.C., ARTIUM, Museo Patio Herreriano, Het Valkhof Museum o de la Ozil Collection (Turquía).
‘Estudio de mi sombra’
‘Europa’ (detalle)
‘Un tenedor en el cerebro’ (2012)
Vista del hall central del DA2