Otra Semana Negra más, este año con el argentino Guillermo Saccomanno como premio Dashiell Hammett, otra vuelta de tuerca entre rencillas y zancadillas del poder establecido, otra fiesta literaria del norte.
Miles de personas, pero apenas decenas en las carpas de los escritores. Las marcas de fábrica de la Semana Negra de Gijón se repiten año tras año a pesar de los obstáculos que les ponen las asociaciones de vecinos, el poder político y otras instituciones, o la propia ciudad, que una vez más les mandó al exilio de las instalaciones de la Naval gijonesa. Más allá de la fiesta literaria y de complicidades, de una reunión de escritores para escritores, está la imperante necesidad de cambiar el ciclo en el que está la Semana Negra. Hay que protegerla como el reducto de escritores que es y que pueda expandirse.
El discurso tremendamente humanista, fatalista y esperanzador al mismo tiempo de Guillermo Saccomano cuando presentó ‘Cámara Gesell’ ante el público es lo que la Semana Negra tiene que ofrecer al mundo, igual que la cascada de nuevos libros, títulos, nombres y figuras literarias de todos los rincones del mundo hispanohablante o anglosajón que han pasado por esta edición: Carolina Solé, Ernesto Colsa, Susana Hernández, José Luis Correa, Víctor del Árbol, Juan Madrid, William Gordon, Pedro Salmerón, Alexis Ravelo, Luis Gutiérrez Maluenda, Manuel Loureiro, Jerónimo Tristante, Joe Handelman, Eloy M. Cebrián, Leonardo Padura, José María Merino, Jon Arretxe, Noemí Sabugal, José Javier Abasolo, Luis García Jambrina, Simon Scarrow, Luis Artigue, Ernesto Mallo, Daniel del Monte… entre muchos otros, además de los creadores de la revista Mongolia, y por supuesto el mencionado Saccomanno y Skármeta, el gran chileno que no paraba de sonreír.
Por otro lado Saccomanno, elegido nuevo premio Dashiell Hammett por el jurado (Carlos Salem, Gregorio Casamayor, Miguel Barrero e Ignacio del Valle) “por entender que constituye un magno empeño narrativo y un fresco minucioso de la descomposición de la sociedad”. ‘Cámara Gesell’ se desarrolla en una pequeña población de la costa marítima bonaerense, villa turística donde él mismo vive y que es todo el escenario de la trama de miserias humanas y traiciones que constituye la novela. Extremadamente crítico con los poderes fácticos de la política de su país, y muy desencantado del mundo actual, Saccomanno ya había ganado el premio en 2009 con ’77’, una obra que desnuda la complicidad de la sociedad civil con la dictadura militar.
Entre medias todo tipo de géneros negros entremezclados con muchos otros, con humor, con realidades geográficas, con clasicismo policiaco o con historias y argumentos tan peculiares como la saga del emigrante Touré de Jon Arretxe, que presentó ‘612 euros’ y recordó la anterior, ’19 cámaras’, en la que su personaje detectivesco es un emigrante sin papeles en el barrio de San Francisco de Bilbao, el peor de todos, un gueto en el que él ejerce de improvisado buscavidas y resuelve casos mientras el autor traza las realidades de la comunidad africana. Siempre con humor, un tic que los vascos parecen usar sin mucho problema a pesar de los tópicos.
Jon Arretxe junto a Noemí Sabugal en la presentación de ‘612 euros’
Dos carpas de presentaciones y reuniones y otras tres para exposiciones: sobre Enrique Breccia para cómic, una segunda con una muestra colectiva de fotoperiodismo de Manu Brabo (AP y Premio Pulitzer 2013), Olmo Calvo (Diagonal), Edu Ponces (RuidoPhoto) y Juan Medina (Reuters); y finalmente otra más de la Asociación Española de Criminología. Y mucha jarana: la de la feria que rodea (y quizás estrangula) a todo lo que representa la Semana Negra, desde la gran noria a los puestos de venta ambulante, los personajes de cartón piedra y los murales que recorren todo el recinto y que son parte de lo que es el festival (y de su movimiento económico). También ha habido sitio para la ciencia-ficción gracias a la presencia de Joe Haldeman, uno de los grandes del género en EEUU y que fue la pareja de José María Merino, uno de los grandes estudiosos del género desde su posición doble de escritor y académico de la lengua. La Semana Negra se abría así a un género con un gran poder de convocatoria pero que en España sigue marginado, “en el gueto” como dicen los autores.
Otro género que también pasó por la Semana Negra fue el de la novela histórica, tan transversal como el thriller y que todavía vive un gran auge. Pasaron por Gijón Santiago Posteguillo, Javier García Sánchez, Pedro Salmerón y David López para dar rienda suelta a este tipo de literatura de gran éxito que, sin embargo, no suele ser bien encajada por muchos críticos, y eso que está más que demostrado que es quizás de las que mayor impacto tiene entre los lectores junto con la negra, y que tan bien fusionaron autores como Umberto Eco hace ya décadas. Con ella se puede viajar desde las revoluciones del siglo XVIII al México de Pancho Villa.
Pero si ha habido algo interesante ha sido la fusión de pintura en directo y entrevista. El leonés Félix de la Concha se concentró en la carpa pequeña para entrevistar y pintar al mismo tiempo, en directo, frente al público, a los escritores que pasaban por allí, desde Juan Madrid a Merino o Saccomanno. Una experiencia muy particular y única que ha sido uno de los grandes hallazgos de esta edición de la Semana Negra de Gijón y que debería repetirse, quizás incluso, y es una idea, transplantar a algún dibujante de cómic que se atreviera a hacer lo mismo en vivo. Eso quizás para la edición de 2014, que ya espera mientras no haya más zancadillas y problemas como ya es terriblemente habitual.
Imágenes de la web Semana Negra de Gijón