CentroCentro Cibeles abre hoy la gran retrospectiva de un centenar de obras de Vasily Kandinsky que abrirá puertas en otoño, la más grande hecha nunca al padre del arte abstracto cargado de lirismo.
Hay dos razones para hablar de Kandinsky: una es circunstancial, la otra es eterna. La primera tiene que ver con que en otoño el CentroCentro Cibeles de Madrid albergará la mayor exposición nunca dedicada a este artista ruso que conquistó la vanguardia como muy pocos (hasta el 28 de febrero). La segunda es sencilla: nadie entiende a Kandinsky sin haber pasado antes por el tamiz de libros, ensayos, explicaciones de expertos y muchas dosis de imaginación. Pocos artistas de esa nébula llamada Vanguardias del Siglo XX han conseguido un estilo, imagen artística y proyección cultural como la suya, pero al mismo tiempo mantenerse como un creador imposible de discernir para el común de los mortales. La exposición llega gracias a una iniciativa de CentroCentro Cibeles con el Centro Pompidou de París y Arthemisia Group y es la mayor retrospectiva nunca expuesta en nuestro país, con casi cien obras entre cuadros y grabados. Será entre el 20 de octubre y el 28 de febrero de 2016.
‘Kandinsky. Una retrospectiva’ (20 de octubre – 28 de febrero) se organizará de forma cronológica a partir de los periodos clave de la vida del artista, desde sus inicios en Rusia y primeros años en Alemania hasta la culminación vital y artística en Francia hasta los años 40. Se articulará a partir de obras fundamentales como ‘Alte Stadt II’ (1902), ‘Lied’ (1906), ‘Improvisation III’ (1909), ‘Im Grau’ (1919), ‘Gelb-Rot-Blau’ (1925) o ‘Bleu de ciel’ (1940). En total serán cuatro secciones guiadas por la biografía cronológica del artista, no por temas: Múnich, 1896-1914; Rusia, 1914-21; Bauhaus, 1921-33; y París, 1933-44. La exposición ya pasó por Italia (Palazzo Reale de Milán) y EEUU (Milwaukee y Nashville).
‘Gelb Rot Blau’ (1925)
Coincidirá en el tiempo con los ya clásicos aniversarios que suelen aprovecharse para publicar reportajes, noticias, vídeos y de paso hacer algo de la tan necesaria pedagogía mediática sobre un artista en concreto. Todos tienen algo, pero Kandkinsky era especial. Para empezar era ruso, hijo de un mundo zarista y tradicional finiquitado en 1917; luego, con su talento y su vanguardia moscovita a cuestas, se terminó de formar en Alemania para luego culminar su peregrinación en Francia durante la ocupación alemana. Ante todo y sobre todo fue un emigrante continuo que cruzó Europa de una punta a la otra en sentido este-oeste que bebió de muchas fuentes antes de encontrar su propio estilo, desde el arte folklórico eslavo a la música dodecafónica de Schöenberg, clave en su vida ya que Kandinsky, y ésta es la primera idea para el lector, veía el mundo como música. Para él el universo era un fenómeno sonoro que le ayudaba a encontrar un lenguaje artístico propio.
Entender a Kandinsky en realidad es una trampa: lo que hay que comprender es el proceso intelectual que le lleva a crear una pintura concreta. Lo que importa es más el viaje del autor que el resultado, que siempre será producto de esa transformación. Sus series abstractas ayudan a entenderlo: desde el arte figurativo en el que la realidad del objeto es la base y norma hasta una representación totalmente abstracta donde la forma obedece al lirismo y la estructura, sin conexión con la realidad. Su arte es pura representación de espiritualidad y emoción desentendiéndose por completo del objeto. Ya no importa la forma natural, sino la expresión interna de esa reconstrucción abstracta del objeto a partir de su contenido y no de su continente. Eso es Kandinsky: puro lirismo desligado de las ataduras de lo natural.
Esta nueva vía que eclosionó con él y otros llega a su máxima expresión en las series clave de Kandinsky entre 1909 y 1910, ‘Impresiones’, ‘Improvisaciones’ y ‘Composiciones’, que hacen referencia a pinturas que todavía tenían vinculación con la impresión natural, aquella en las que hay evocación de lo natural pero ya son abstractas y por último las obras abstractas por completo, totalmente separadas de la realidad. Estas tres series serán fundamentales en la carrera de Kandinsky, porque marcan el inicio de su particular lenguaje personal. Estas series se alargarían en el tiempo incluso más allá de 1911, de hecho algunas llegaron incluso a hacerse a finales de los años 30, lo que demuestra la larga elaboración y meditación de la pieza por el artista. En paralelo a su vida su propia consideración del arte cambiaría. De hecho una de sus frases refleja bien su personal visión: “El punto significa inercia y silencio. La línea, en cuanto sucesión de puntos, representa el tiempo. La línea curva introduce la superficie”.
‘Improvisation III’ (1909)
Su carrera arranca en Munich a finales del siglo XIX y al finalizar en los 40 ya era, junto con Paul Klee, el padre del arte abstracto lírico que tanta influencia tuvo en otras vanguardias. Sus compañeros de viaje, aparte de Klee, fueron creadores como Macke, Jawlensky o Feininger. Y a partir de la eclosión de lo abstracto en su obra después de una larga evolución desde el arte ruso y el art nouveau, escribió varios textos y ensayos que cimentan su visión: ‘De lo espiritual en el arte’ (1912), ‘Sonidos’ (1913), ‘Miradas retrospectivas’ (1918), ‘Punto y línea sobre el plano’ (1926). Participó varias exposiciones a la lo largo de su vida y fundó el grupo Der Blaue Reiter en 1911 con Marc y Macke, que con el tiempo daría fuerza al expresionismo alemán; fue además profesor en la Bauhaus, con lo que Kandinsky logró el ciclo completo de influencia artística: series clave, libros clave, la escuela clave.
Esta deriva no cambiaría con los años sino que evolucionaría. Su segunda etapa rusa, entre 1914 y 1922, le lleva a experimentar con el constructivismo, usando módulos, para poder crear formas más regulares. Participa además en la Revolución rusa y a su vuelta ya es profesor en la Bauhaus. Durante los años 20, 30 y el final de su vida se centrará sobre todo en continuar con su lenguaje abstracto donde lirismo y color son las dos piernas que asientan el resto del entramado artístico de cada cuadro. Forma, color e intensidad son los reinos en los que se mueve Kandinsky. La obsesión con el punto como elemento básico se transforma en algo más: hay una filosofía concreta bajo toda construcción artística salida de su mente, la de encontrar los elementos básicos de la vida como lo hace la música. Siempre según sus propios escritos.
Breve biografía de Vasily Kandinsky
Nació en Moscú en 1866 y falleció en Nanterre, Francia, en 1944. Ruso, viajero, hijo y padre del arte alemán de vanguardia, padre parcial de varios ismos rompedores y sobre todo teórico del arte y artista que dio lugar al abstraccionismo lírico. Miembro de una buena familia moscovita con raíces en la nobleza mongola, vivió entre la capital zarista y Odessa, en el Mar Negro; fue criado en la música, en ruso y alemán, algo que le abriría muchas puertas futuras. Estudió derecho y consiguió licenciarse, pero cuando tuvo que empezar a pensar en ejercer o dar clase renunció por el arte. Estuvo casado entre 1892 y 1904, año para el que ya estaba metido de lleno en el arte y en Munich. Sufrió el impacto artístico y filosófico de la teosofía (que buscaba conocimiento más allá de las diferencias culturales), la música wagneriana y los impresionistas. Alternó los temas fantásticos con una primera explosión de puro color y cromatismo exacerbado. Expuso en Alemania y viajó por Italia, Países Bajos, el norte de África y Rusia.
En 1904 ya expuso en París en el Salón de Otoño. A finales de la década ya estaba asentado en Murnau y era uno de los jefes de la vanguardia en Alemania, un artista que acababa de darle una fuerza inmensa al arte abstracto. En cuanto estalló la Primera Guerra Mundial se marchó de Alemania para residir en Suiza antes de, poco después, regresar a Rusia. Allí colaboró con los soviets reformando el sistema educativo, pero no tardaría mucho en sentir los rigores de la utopía socialista, hasta el punto de que el grupo de artistas pro-soviéticos terminó por “invitarle” a irse del país. En 1922 regresaba a Alemania, concretamente a Weimar, donde impartió clases en la Escuela de la Bauhaus. No duraría mucho: el nazismo ya enseñaba sus garras a finales de la década y en 1931 la Bauhaus se convirtió en objetivo de los nazis. Kandinsky se fue en 1932 cuando cerró la escuela y su nombre fue incluido en la lista de “artistas degenerados”: gran parte de su producción artística de los años 20 se perdió en las hogueras de la barbarie fascista. Se estableció en París con su nueva esposa y terminó como ciudadano francés en 1939. En la parte final de su vida es cuando más y mejor arte creó, una etapa llamada la “Gran Síntesis” (1934-1944).
‘Im grau’ (1919)
‘Alte Stadt II’ (1902)
‘Color study – Squares with concentric circles’ (1913)
‘St Ursula’ (1908)