Definitivamente no funciona, al menos no como le gustaría a Hollywood: ya van dos biopics desde que murió Steve Jobs y los dos han fallado. El biopic escrito por Alan Sorkin con Michael Fassbender ha pinchado en su estreno en EEUU a la espera de cómo funcione en el resto del mundo y calculando un auge posterior.

Hace muchos años hubo una película de bajo presupuesto y no muchas ambiciones que supo captar parte de la leyenda conjunta de Microsoft y Apple. Se titulaba ‘Los piratas de Silicon Valley’ y supo condensar, sin alardes y con las limitaciones de un presupuesto modesto, el pulso entre dos formas de entender la informática, el software e incluso el mundo empresarial. A un lado los empollones de Bill Gates, procedimentales y más centrados en expandirse a toda costa, y por el otro los gurús que acompañaron a Steve Jobs (y que en gran medida le hicieron el trabajo sucio tecnológico mientras él se dedicaba a “dirigir la orquesta” y el diseño). En aquel filme quedó bien claro que ambas compañías eran la cima de la nueva mitología tecnológica. Fuera quedaron monstruos como Google, Oracle o las no tan conocidas empresas de hardware que son las que determinan nuestro presente en gran medida.

Cuando Jobs murió en Hollywood tocaron las alarmas: ya no había impedimentos para construir una película que hiciera el doble salto mortal, por un lado cimentar la leyenda divinizada de Steve y de paso arrastrar a los cines a las legiones de usuarios-creyentes de Apple. Ya escuchaban el clin-clin de la caja registradora. Pero Hollywood propone y el público (voluble) dispone. La cuestión es que ni ‘jOBS’ con Asthon Kutcher mimetizado hasta lo siniestro con el cofundador de Apple, ni Fassbender en un profundo trabajo actoral bien recibido por la crítica, han conseguido el éxito deseado. Las dos fallaron en taquilla por las incongruencias internas, porque todavía está muy reciente todo, porque repiten los mismos tópicos de genio irascible y visionario, vanidoso, egocéntrico y con una perspectiva única que supo construir su mundo sobre el talento de otros.

En la cuna industrial del cine se han sorprendido: los actores (Fassbender, Kate Winslet, Seth Rogen) eran los adecuados, el director estaba más que contrastado (Danny Boyle), y el guionista era tan excéntrico como talentoso (Aaron Sorkin). Apenas ha podido arañar unos 8 millones de dólares y ha sucumbido frente al poderoso filme de ciencia-ficción ‘The Martian’. Según han comentado en los medios digitales norteamericanos la productora, Universal, tenía todo preparado para ser incluso una apuesta doble de taquilla y crítica. Está por ver que consiga alguna nominación a los Oscar, que bien podría ser la tabla de salvación luego en los cines. Pero la cuestión es que tanto en los pases previos antes del estreno como en los selectos de Nueva York y Los Ángeles habían tenido buena acogida. Pero… Quizás sea uno de esos filmes de medio fondo. En España verá la luz en enero.

El primer intento fue por parte de Joshua Michael Stern, que dirigió a Kutcher en su nuevo intento de ser algo más que un actor de comedias en TV y pinchazos en el cine. Se benefició claramente de su asombroso parecido físico, que alcanzó niveles casi siniestros cuando fue caracterizados. Aquel filme recorría sólo tres de las cuatro etapas clave de la historia de Apple y de Steve Jobs: la del garaje, la del éxito inicial, la caída megalomaníaca del mito y su regreso triunfal con un punto de crueldad hacia los que le habían abierto la puerta de salida. La cuarta, la del segundo despegue con Jobs ya casi canonizado para la (pos)modernidad, no se tocó. En parte se incide en ella en ‘Steve Jobs’, la segunda película creada por Aaron Sorkin.

Steve Jobs (izquierda) y su clon Asthon Kutcher (derecha)

El primer biopic no sólo no convenció al público, sino que en cuando se pasó en Sundance no tuvo buen recibimiento y muchos de los implicados (vivos) en aquella historia, como Steve Wozniak (el cerebro tecnológico que creaba las máquinas y buena parte del software que luego Jobs explotaba), criticaron abiertamente muchas escenas. Una famosa, la de su adiós de la compañía después de una discusión con Jobs, le hicieron daño porque “nunca existió”. Evidentemente discutieron, pero no en ese plan, muy guionizado y predispuesto para que pudiera llevarse a la pantalla y apuntalar así el lado oscuro que todos resaltan en Jobs.

El segundo biopic se retrasó: fallaron los actores (Christian Bale rechazó ser Jobs, igual que Leonardo di Caprio) y luego también los directores, hasta que llegó Danny Boyle y se las compuso para poder apuntalar el proyecto con el guión de Aaron Sorkin, un tipo nada fácil de llevar pero que tenía en su nómina, además de ‘El ala oeste de la Casa Blanca’, el pelotazo de ‘La red social’. El cofundador de Apple es retratado con luces y sombras, momentos de ira y de inspiración, con su complicada relación con el verdadero cerebro detrás de Apple, Steve Wozniak, al que da vida Seth Rogen. La historia de Jobs, a grandes rasgos, es la del diseñador y director de una orquesta de decenas, cientos, miles de informáticos e ingenieros que trabajaron para dar vida a Apple y todos sus productos. El revolucionario fue él, pero los soldados que se partieron la cara intelectual por Apple fueron otros. Y en ese viaje cayeron muchas amistades y relaciones. Eso también se ve reflejado en la película.

En el filme también estarán Katherine Waterston como Chrisann Brennan, la ex novia de Jobs, Michael Stuhlbarg como Andy Hertzfeld, otro de los cofundadores originales, Kate Winslet como Johann Hoffman, jefa de marketing o Jeff Daniels, que dará vida a John Scully, el que fuera CEO de la compañía. Todos ellos son parte del pelotón de actores que han terminado en una película que, como dijimos antes, ha sido tan torturada en su génesis como la propia vida de Jobs. Sony compró los derechos de la biografía oficial de Jobs escrita por Walter Isaacson, pero terminó en mano de Universal, que remó y remó hasta tener controlado el proyecto.