Ya está, se terminó ayer mismo, y con 24 horas de reflexión, queda una idea: que Francia sigue acotando SU festival a pesar de haber organizado la edición más hollywodiense de todas y ha premiado ‘La vie d’Adèle’, de Abdellatif Kechiche.

La película cumplió los pronósticos (de los críticos) al hacerse con la Palma de Oro del 66 Festival de Cannes, un premio para el realizador tunecino pero también para sus actrices, las francesas Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux, por “una gran historia de amor”. El cine francés (y tunecino, país de Kechiche) resopla de gusto y tranquilidad porque ha sido una edición muy movida: hasta tres robos de joyas, más marketing y gente que nada tiene que ver con el cine que nunca, Spielberg (presidente del jurado) encerrado en un yate para ver las películas porque el festival le agobiaba… incluso un falso PSY que se coló en las fiestas y engañó a todo el mundo. Pero al final, sólo cine.

Resulta curioso que esta edición haya sido como una picadura de escorpión: empezó a bombo y platillo con toda la industria de Hollywood subiendo los escalones sobre los hombros de ‘El Gran Gatsby’, con decenas de fiestas y citas de publicidad y galas benéficas que nada tienen que ver con el cine, con Cannes exprimida como una naranja para la causa del dinero publicitario, y termina con el puñetado de ‘La vie d’Adèle’ con el gran premio.

 

Abdellatif Kechihe y las dos actrices de ‘La vie d’Adèle’,  Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux

Hubo muchas desilusiones, también con Baz Luhrman y su visión del clásico de Scott Fitzgerald, que sólo cosechó frío y silencio en la sala. Cada vez que la gran industria intentó deslumbrar se dio de bruces con un festival que imita hasta el extremo frívolo a Hollywood pero que se descuelga con un corte de mangas soberano, especialmente si tenemos en cuenta que Ang Lee, Nicole Kidman y Spielberg estaban en el jurado. Eso sí que da que pensar: ¿podrían las estrellas del sistema amar más este tipo de cine pequeño y delicado que las máquinas de hacer dinero como ‘ironman 3’?

El resto de premios gordos quedó muy repartido: el mexicano Amat Escalante ganó el premio al Mejor director por por ‘Heli’; el Gran Premio del Jurado fue para ‘Inside Llewyn Davis’, de los hermanos Coen; el de mejor actor para Bruce Dern (todo un veterano de 76 años que no estuvo presente y no dio señales de vida a los mensajes), protagonista de ‘Nebraska’, de Alexander Payne, y actriz, la franco-argentina Bérénice Bejo por ‘Le passé’, de Asghar Farhadi, y que entre lloros y enmudecimientos emocionados dejó pasmado al público.

Pero ya estaba cantado que el más grande de todos, la Palma de Oro, iría para ‘La vie d’Adèle’, teñida de la cuestión del matrimonio gay y de sus connotaciones sociales. Spielberg, como buen americano, tiró de corrección política y diplomacia y dijo que “no ha habido connotación política” en el premio, pero lo cierto es que es un mensaje muy claro a su favor al premiar una película así. Y mucho más en un país como Francia, agitado por la ley Hollande sobre el matrimonio homosexual y que le ha quitado la careta de “progre” a todo un país.

 

Steven Spielberg, presidente del jurado de este año

Fuera de la lista de premios se quedó la italiana ‘La grande bellezz’ de Paolo Sorrentino, pero también la magistral intepretación de Michael Douglas como el legendario Liberace en ‘Behind the candelabra’, la tan anunciada “última” película de Steven Soderbergh. Algo curioso, porque gira también alrededor de la homosexualidad, en este caso de un mito de Las Vegas y verdadero santo patrón del kistch americano. Douglas ya suena incluso para los Oscar, o cuando menos los Globos de Oro porque la película será estrenada directamente en HBO en EEUU, otro país donde la homosexualidad toca temas muy sensibles en la sociedad americana.

Mención aparte merecen los hermanos Coen, que no pierden el ritmo ni el gusto por su particular forma de hacer cine, a pesar de que Hollywood, una vez saldada la deuda que tenían con ellos con los premios que le dieron a ‘Fargo’, les llaman y les miman pero poco más. Joel y Ethan Coen ganaron el Gran Premio del Jurado por ‘Inside Llewyn Davis’, radiografía de los años 70 a través de la música folk y de un “perdedor” interpretado por Oscar Isaac.

El otro premio del jurado fue para el japonés Hirokazu Kore-eda y ‘Like father, like son’, sobre las relaciones familiares, uno de los temas estrella en el cine japonés desde que se tiene memoria. Más arriesgado fue el premio para el chino Jia Zhangke, que se atrevió a pedir que la gente “busque la libertad” en público tras recibir la distinción por su guión de ‘A touch of sin’, algo que sin duda le podría meter en problemas habida cuenta la furia del régimen chino contra los que piensan por su cuenta.

Jia Zhangke, director de ‘A touch of sin’