La masa vegetal terrestre tiene un papel vital en la vida, es un pilar fundamental, y de nuevo se demuestra: ante el cambio climático las plantas de los bosques tropicales absorben más y más CO2.
Hay oxígeno en la atmósfera en suficiente cantidad porque las plantas realizan la fotosíntesis, tanto sobre tierra como bajo el agua. Es parte del círculo primario de la vida: las plantas. Se lo debemos todo. Y ahora podrían estar trabajando para la Humanidad sin que ésta aprenda aún que el verde no debería ni tocarse, más bien expandirse como sea. Un reciente estudio de la NASA ha demostrado que los bosques tropicales (los que más concentración de plantas albergan y que por lo tanto son los auténticos pulmones planetarios) aumentan progresivamente la absorción de CO2 ante el aumento de gases de efecto invernadero en la atmósfera, principalmente ese CO2.
Es decir, que la vida se regula: a más dióxido de carbono, puro veneno, más absorción y aumento de la fotosíntesis, ese proceso casi mágico que si fuera reproducido a gran escala artificialmente generaría suficiente energía como para alimentar ciudades enteras durante años. Pero funciona a nivel molecular, siempre de la misma manera, fusionando la luz solar con la absorción de CO2 para generar vida, energía, y oxígeno como efecto colateral. Según la NASA absorben 1.400 millones de toneladas métricas del total de 2.500 millones registradas a nivel mundial. Es decir, que entre el Amazonas, las selvas africanas y las de Asia acaparan más CO2 que los gigantescos bosques de Siberia, Canadá o el norte de Europa.
En la NASA han dado palmas, porque ante lo evidente del cambio climático, una y mil veces negado por ignorantes y perversos avariciosos que no quieren dejar de ganar dinero, ahora llega una buena noticia pero no definitiva. Mientras los bosques templados o boreales descienden su capacidad de absorción, los tropicales la aumentan. La NASA puso al frente del estudio a David Schimel, que trabaja en uno de los grandes templos de esta agencia, el celebérrimo Laboratorio de Propulsión a Chorro de Pasadena (California), que para señas populares digamos que es donde viven Sheldon Cooper y el resto de miembros de Big Bang Theory. Un buen sitio donde investigan a fondo este tipo de sucesos.
Bosque tropical denso en el Amazonas
Según la NASA, la vegetación terrestre elimina el 30% de las emisiones de CO2 que emite la industria humana; si baja la capacidad de las plantas de contrarrestar las emisiones, el calentamiento global se acelerará y todo el proceso será más cruel, más duro y más irreversible. En realidad ya es irreversible, pero estamos a tiempo de evolucionar y paliar los efectos de una manera acertada. La respuesta natural es obvia: si hay más CO2 en el aire las plantas absorben más porque tienen más cantidad de material para realizar la fotosíntesis, pero a no ser que se expandan esos mismos bosques tropicales la ecuación sigue siendo defectuosa.
Además la reducción de agua dulce a medida que aumenten las temperaturas supondrá una carestía mucho más grande para las plantas, que se enfrentan también a los incendios forestales, la explotación maderera y la contaminación de los suelos. La deforestación tiene un doble problema: además de eliminarse masa arbolada que absorbe CO2 suele hacerse por la vía rápida de quemar los bosques para dejar paso a un suelo muy fértil durante un par de años tan solo. Resultado: aumenta la cantidad de CO2 en el aire mientras se reduce el agente que lo absorbe. Es una situación muy familiar en Brasil, el país que peor trata a sus bosques tropicales.
Así pues, si se redujera la deforestación aumentaría la capacidad de absorción y se produciría una compensación creciente que, en un plazo medio, podría llevar a rebajar la temperatura y el efecto invernadero si se combinara con otros métodos. Gracias a estas mediciones globales se puede establecer el patrón de comportamiento adecuado que pudiera combatir el cambio climático, algo parecido a lo que se descubrió en 2013 con los invernaderos de explotaciones agrarias masivas.
Los invernaderos combaten el calentamiento
Feos y antiestéticos, pero útiles de una manera que era concebida: los invernaderos contrarrestan el cambio climático al reflejar la luz solar. Al menos según las conclusiones de ese estudio de 2013 realizado en el sur de España, en zonas “de plásticos” como Almería. El estudio, que alguien más suspicaz podría ver como fruto de un conflicto de intereses, ha sido publicado por la revista Enviromental Science & Technology de EEUU y realizado por el Campus de Excelencia de Agroalimentación capitaneado por por el científico español Pablo Campra, de Almería. La conclusión principal es que Almería ha visto contrarrestado el aumento de la temperatura terrestre por un efecto invernadero inverso: las cubiertas de estas construcciones, de plástico y diseñadas para reflectar la luz solar y así evitar que se recalienten los cultivos del interior, consiguieron reducir la temperatura general de la zona donde están ubicados.
Invernaderos en el sur de España
Es el conocido “efecto albedo”, por el cual la alta dosis de “reflectancia solar” de las edificaciones de invernaderos en la zona de El Ejido y el resto del campo almeriense, de clima semidesértico en varias zonas y donde la agricultura necesita de este tipo de métodos para subsistir, permite enfriar el aire y el suelo levemente. Fue descubierto por el propio Campra en 2008, que a partir de entonces ha desarrollado sus investigaciones para poder concretar qué cantidad de calor se disipa. Concretamente, mediante simulaciones, ha detectado una reducción media de las máximas veraniegas en 0,4 grados, con topes de hasta 1,3 grados.
Según su estudio y comparando datos térmicos con los registros de las últimas décadas, cuando más evidente se ha hecho el cambio climático, las temperaturas medias anuales de esta comarca agrícola “no sólo no habían aumentado en los últimos 30 años, sino que mostraban una acusada tendencia al enfriamiento de menos 0,3 grados por década”, según Campra. El estudio ofrece una explicación geofísica del fenómeno, basada en un modelo climático que ha sido elaborado mediante el empleo de potentes supercomputadoras del Departamento de Energía de los Estados Unidos, durante una estancia de Campra en el Lawrence Berkeley National Laboratory, en la Universidad de Berkeley de California.
En gran parte la investigación tuvo un apoyo muy poderoso y decisivo: el Departamento de Energía del gobierno federal de EEUU, muy interesado en el sistema de invernaderos agrícolas del sur de España y más en este tipo de aplicaciones, quizás para poder combatir el aumento térmico en su país por esta vía. La idea del gobierno americano es sencilla: aplicar el sistema a las zonas urbanas mediante el blanqueo de techos y pavimentos y que permitiría reducir considerablemente las temperaturas veraniegas, el consumo energético y la contaminación.