Transneptuniano es un adjetivo que define todo cuerpo estelar situado más allá de la órbita de Neptuno, considerado ya como el límite “central” del Sistema Solar. Vamos a hacer un poco de pedagogía: más allá hay cientos de mundos desconocidos e incluso puede que un planeta oscuro y gigantesco. New Horizons viaja hacia allí y ya ha dado noticias sobre la oscuridad.
La nave New Horizons dejó atrás hace ya tiempo a Plutón. De hecho está ya a más de 500 millones de km de él, y a 5.500 millones de km de la Tierra. El pasado viernes dejaba de emitir información a la Tierra sobre el planeta enano (ya no es un planeta como tal, lo sentimos) y se sumergía definitivamente en una zona de la que apenas sabemos nada salvo lo que ha emitido la vieja Voyager en su eterno viaje hacia los confines de la Heliosfera, el límite máximo final del Sistema Solar, si bien al otro lado queda mucho por descubrir y quizás sea más grande de lo que imaginamos. Gran parte de las dudas derivan de que las “zonas de frontera” son mundos oscuros, perdidos y congelados, donde la luz del Sol es un brillo tenue. La luz es escasa y sólo muy de vez en cuando la astronomía puede determinar qué hay. Y más allá, mucho más grande y desconocida, está la Nube de Oort, que envuelve por completo todo el Sistema Solar y parece una región de material inerte.
Lo primero es el Cinturón de Kuiper, un conjunto de cuerpos que orbitan a distancia el Sol, a una distancia de entre 30 y 50 unidades astronómicas (ua, es decir, la distancia que hay entre la Tierra y el Sol pero multiplicada por esas cifras), bautizado así por Gerard Kuiper, que predijo la existencia de una masa orbital desconocida en los años 60, mucho antes de que los primeros fueran detectados. La razón es el comportamiento gravitatorio de los plantes del Sistema Solar y del propio Sol, lo que supone que en la oscuridad lejana más allá de Neptuno y de Plutón (que está justo en el borde y dentro del mismo por su particular órbita anómala) había una masa grande de materia que modificaba el equilibrio. Son los llamados “objetos transneptunianos” (KBO en argot astronómico), y que varían entre los 100 y los 1000 km de diámetro, en su mayoría cometas inertes (que luego dan paso, cada determinado tiempo, a cometas de “periodo corto” que pasan cerca del Sol), asteroides de hielo puro (o congelados) y planetas enanos.
De los cerca de 800 objetos determinados el más grande de todos es Plutón, seguido del reciente Sedna, Quaoar y la luna plutoniana, Caronte. Sin embargo no es el único cuerpo masivo que existe en esa zona que parece un gran anillo alrededor del Sol, a diferencia de la Nube de Oort, que tiene una forma acorde con su nombre y que parece un gran envoltorio distante. Más allá, en el borde final, está el planeta enano Eris, casi un hermano gemelo en tamaño de Plutón y que durante años fue apodad “el Décimo Planeta” o Planet X, una de las particulares obsesiones de los astrónomos, que ahora vuelve a tener nuevo posible dueño, ese mundo descubierto este mismo año por una alteración gravitatoria tan grande que afecta incluso al Sol. La posibilidad de que un gigante del tamaño de Saturno, congelado y oscuro, orbite el Sol a esa distancia (más de 35 ua) hace pensar que sabemos muy poco realmente del Sistema Solar.
Representación de MU69 junto a New Horizons (NASA- HJUAPL-SWRI)
MU69, el extraño mundo rojo
De momento New Horizons ya tiene nuevo objetivo, un pequeño objeto denominado MU69 y observado por el telescopio espacial Hubble. Llegará hasta él para principios de enero de 2019. Su mayor peculiaridad es que es rojo, un color extraño para este tipo de cuerpos y que podría ser una piedra de toque para la astronomía: ese tono deriva de su composición, por lo que hace que sea muy interesante para estudiar en el viaje sin fin que realiza New Horizons hacia los confines del sistema. New Horizons ya lleva dos años preparada para enfocarse hacia los KBO, algunos de los cuales ya ha visto a distancia. MU69 es muy pequeño incluso para ser un KBO, pero sus particularidades y el hecho de que esté en la trayectoria elegida para la nave hace que sea una oportunidad única.
New Horizons comprobará tamaño, forma, composición y tomará más datos visuales importantes. Porque estudiar los KBO es vital para comprender mejor cómo se formó el Sistema Solar ya que estos cuerpos son parte del material utilizado en las primeras fases de formación y que por alguna razón fueron expelidos desde las zonas centrales hacia el exterior del sistema. O bien eran parte de un disco de formación más alejado y que por falta de fuerza gravitatoria, colapso del protoplaneta o alguna alteración no terminaron de formar nada. MU69 es uno de esos elementos con los que se conformaron muchos de los planetas.
L91, el planeta desterrado
Pero estos KBO no son los únicos transneptunianos interesantes. Recientemente un grupo de astrónomos del Observatorio Gemini en Hawaii descubrió uno de esos cuerpos errantes que “vagabundean” entre zonas, con una órbita mucho más lejana aún que Plutón y otros KBO. Es L91 que, sin embargo, no está quieto: se mueve hacia órbitas más cercanas al Sol desde la Nube de Oort hacia Cinturón de Kuiper, en un viaje inverso al que hace New Horizons. Su importancia radica en que es la primera vez que se observa a uno de estos cuerpos helados trazar ese rumbo. Es un desafío para el entendimiento de por qué mantienen esas órbitas a veces tan excéntricas. El grupo de investigación localizó a L91 en 2013 y lo ha observado desde entonces junto con otros cuerpos de la Nube de Oort y el Cinturón de Kuiper.
L91 está muy lejos. Tanto que probablemente New Horizons no lo alcance o pase de largo. Concretamente se encuentra a 1.450 ua de distancia, más de 1.300 veces más lejos de nosotros que Plutón, por lo que se encuentra en una región donde la luz solar sólo es viento solar conformadora de la Heliosfera. Por eso es tan interesante que se esté acercando. Las razones pueden ser muchas: quizás la influencia de Neptuno, el gigante exterior del sistema, o bien una colisión entre varios cuerpos de la región de Oort. Otra opción es que L91 esté dominado por un “efecto elástico” con el Sol, y que quizás haya sido enviado incluso más lejos, a los límites mismos de la gran nube, y que ahora esté volviendo atraído por la gravedad neptuniana o del Sol, o de ambas combinadas.
Representación artística de L91
El perturbador Planeta X
Pero queda otra opción, la que sostienen algunos astrónomos: que L91 viaja hacia el interior atraído por el Planeta X que explicaría variaciones gravitatorias en los planetas del sistema e incluso en el Sol. Sin embargo es mucho más complicado de explicar, y falta la prueba definitiva: ¿si en el Cinturón de Kuiper hay un planeta gigante invisible (por su color, órbita o composición atmosférica) por qué no lo hemos detectado antes cuando encontramos explanetas a cientos de años luz de distancia? Según sus descubridores, Konstantin Batygin y Mike Brown (del Caltech de Pasadena, California), su existencia se demuestra por las perturbaciones en las órbitas de decenas de KBO, del propio Plutón e incluso la ligera inclinación del Sol. Este trabajo será publicado en breve en Astrophisical Journal después de haber sido presentado en un congreso en el Caltech.
Según ambos investigadores, y los estudiantes y expertos que les ayudan, el Sol se tambalea. Ligeramente, sí, pero lo hace. Su explicación es que el Planeta X es gigantesco (algunos apuntan que se aproximaría más a un gigante gaseoso por dimensiones) y tiene una órbita tan inclinada respecto al eje del resto (y lejana, unas 20 veces más lejos que Neptuno) que literalmente está inclinando todo el Sistema Solar, lo hace girar fuera de la alineación. Los planetas giran alrededor del Sol dentro de una horquilla de unos dos grados, en el mismo plano; pero a su vez dicho plano se inclina casi seis grados respecto a la estrella, por lo que da la sensación de que está “ladeada”. El Planeta X explicaría ese efecto, porque sería el causante de que el plano mismo se incline. De hecho los cálculos de Batygin y Brown es que orbita nada menos que 30 grados fuera del plano orbital medio del resto de planetas.
Sólo eso sería suficiente para “descolocar” las órbitas de los KBO, que tienen un comportamiento extraño si eliminamos al Planeta X del escenario; pero si lo introducimos el aparente desbarajuste empieza a tener sentido. De hecho fueron estas particularidades las que hicieron que el tándem de astrónomos pensara que existía un cuerpo enorme en esa zona. Ahora bien, queda la gran pregunta: ¿por qué un gigante semejante terminó tan lejos? Batygin y Brown apuntaron dos hipótesis: primera, que el Planeta X estuvo en algún momento entre los gigantes Júpiter y Saturno y, literalmente, fue expulsado por la combinación de fuerzas gravitatorias de ambos vecinos. La segunda alude al propio inicio del Sistema Solar: quizás entonces otros cuerpos masivos (como estrellas o planetas errantes cercanos) presentes atrajeron al Planeta X hacia el borde exterior e incluso le dieron esa órbita. Ahora sólo falta encontrarlo y comprender mejor el mundo más allá de Neptuno.
Algunos de los objetos transneptunianos en comparación con la Tierra y Plutón