Ridley Scott y Matt Damon se unen para regresar a Marte, pero para emular a Robinson Crusoe y narrar la lucha contra lo imposible de un astronauta al que todos dan por muerto pero que está, completamente solo, en el entorno más hostil imaginable para un ser humano. El gran estreno de esta semana ya es taquillazo del año en EEUU.
FOTOS: 20th Century Fox / Amazon
Probablemente muchos de ustedes hayan leído alguna vez ‘Robinson Crusoe’ de Daniel Defoe, publicada en 1719 y que los expertos en literatura consideran la primera novela inglesa como tal en este formato literario que es el rey de nuestro tiempo. El argumento es sencillo: un viaje por mar, un naufragio, un único superviviente y la historia de cómo se las ingenia para sobrevivir. Defoe se basó en hechos reales (no era tan raro que ocurriera en aquellos años, cuando todavía se desconocía más del 50% del territorio real del planeta) para construir una historia de superación; Crusoe estuvo 28 años solo en una isla donde había vegetación, pesca, oxígeno y un clima benigno entre una tormenta y otra. Ahora siéntense, copien ese argumento y apostemos por algo mucho más terrorífico y desafiante: no están en una isla desierta, están en Marte, donde las temperaturas son bajísimas incluso cuando el Sol alumbra, la atmósfera es puro veneno, la superficie es barrida por tormentas capaces de cubrir el planeta entero, la radiación cósmica es altísima (promesa de todo tipo de problemas de salud presentes y futuros), no se puede cultivar nada, no hay una gota de agua líquida (quizás congelada, bajo la superficie, y con suerte no mezclada con CO2 congelado también) y está usted a cuatro años de distancia de cualquier misión de rescate. Y eso si mandan alguna y no optan por la vía fácil: darle por muerto.
Esa situación es la base de ‘The Martian’, que en español han traducido estúpidamente por ‘Marte’ (para España) y ‘Marte: Operación Rescate’ (para Hispanoamérica), títulos que no refleja la verdadera intención del autor de la historia original, Andy Weir, de mostrar lo que le ocurre al protagonista, el astronauta Mark Watney, que por necesidad se convierte en eso, en un marciano. Pero traducciones absurdas aparte (se podría hacer un buen reportaje con estas bobadas lingüísticas) Hollywood ha vuelto a enfilar su proa hacia el planeta rojo, que ejerce una fascinación sin igual en nuestra imaginación colectiva. Y le ha salido redonda la jugada: en el primer fin de semana rompió récords y ya es el taquillazo del otoño, en lo más alto de la tabla. Un éxito para la ciencia-ficción seria y una promesa de que hay vida más allá de Star Wars. Pocas cosas excitan tanto a científicos, espectadores, lectores y humanos en general como ese hermano pequeño de la Tierra que, se supone, fue mucho más parecido a nuestro planeta de lo que podemos imaginar. El estreno previsto es para el 16 de octubre y promete ser un nuevo ejemplo de ciencia-ficción realista, si bien la comunidad científica ya torció el gesto cuando vio ‘Gravity’, que aparte de un éxito en taquilla y crítica presumía de ser la más realista de todas las películas hechas hasta ahora sobre el espacio.
Olvídense de ‘Interstellar’ (sobrevalorada quizás), de ‘Prometheus’ y de muchas otras de ciencia-ficción con marciano o situación cuasi-mística detrás. Nada que ver con casi nada de lo que han visto en estos años. ‘The Martian’ es ciencia-ficción pretendidamente realista pero con un “Deus ex machina” continuado del autor para salvarle los muebles al protagonista, cuya situación en la novela es demoledora: después de un accidente se queda solo en Marte durante una misión a comienzos de la década de 2030. El resto de tripulantes del viaje al planeta rojo se han marchado dándole por muerto. Solo por completo. Y entonces empieza la lucha por la supervivencia en un mundo tremendamente hostil con una ventaja, las instalaciones construidas por la NASA allí, pensadas para unas cuantas semanas y que deberán sostenerle a él durante un mínimo de cuatro años, el tiempo que se supone tardaría una nueva misión en llegar hasta Marte desde la Tierra. Con sus conocimientos, ingeniería y mucha imaginación logra sobrevivir hasta que vuelvan a buscarle. Incluso logra cultivar sobre un trocito de superficie marciana bien controlada. Toda esta orquesta queda en manos de Ridley Scott y del guión adaptado por Drew Goddard.
Damon, hace no mucho, tuvo que marcar distancias con ‘Interstellar’, donde también se queda abandonado en un lugar lejano. Pero olvídense de eso, no es lo mismo. El propio Damon lo ha dejado claro: no es el astronauta Mann de esa película, sino otro muy distinto. Confesó en una entrevista reciente al portal de Yahoo que había tenido muchas dudas sobre el guión y que fue Ridley Scott el que le convenció mostrándole los dos guiones comparados y con un “¡No tienen nada que ver! Esta va a ser súper divertida!”. En realidad más que diversión es concreción. La ciencia-ficción siempre ha explorado todo tipo de caminos, incluyendo visiones distópicas sobre el exiguo y frágil futuro del ser humano. ‘The Martian’, por el contrario, es una forma más optimista, positivista e incluso épica de ver las cosas. Entre los escenarios distópicos de Philip K. Dick y los catastrofistas con hilos de esperanza de ‘Interstellar’ también hay sitio para visiones prácticas de futuro cercano como ‘The Martian’, donde sobrevivir se convierte en una obsesión humana que espolea el ingenio y la imaginación.
Matt Damon-Mark Watney es un personaje con el que es muy fácil reconocerse: ingenioso, práctico, imaginativo, infatigable y con un sentido del humor bastante desarrollado que usa como un escudo frente al imposible día a día. La situación de este moderno Robinson Crusoe es de muerte en vida. Abandonado por sus compañeros para evitar que ellos murieras, la NASA y el mundo entero le dan por muerto, pero consigue salir adelante y comunicarse. Serán sus propios compañeros del viaje inicial los que vuelvan a marchar sobre Marte para salvarle a toda costa. Ridley Scott reclutó a una antigua compañera de ‘Interstellar’ de Damon, Jessica Chastain, a la que sumó a Jeff Daniels, Kristen Wiig, Chiwetel Ejiofor, Kate Mara, Aksel Hennie, Mackenzie Davis, Sean Bean, Donald Glover y Michael Peña.
El origen de la novela
El origen de la historia creada por Andy Weir es muy habitual entre los escritores: escribe, le rechazan cientos de veces, harto de todo y de todos decide publicarlo en formato digital por su cuenta. Eso fue en 2011. Entonces llega el momento vital que todo autor busca: es el público el que te da alas. El boca-oreja permitió que vendiera sin parar y eso llamó la atención de las mismas editoriales que le habían rechazado. Al final, en 2014, cuando ya era un fenómeno literario, Crown Publishing Group le compró los derechos para reeditarla en 2014 (después de que se hayan perdido cientos de miles de dólares en ventas), y el guión es vendido para la adaptación al cine. Por desgracia Weir no era novato en esto: anteriormente también había publicado, gratis, una novela anterior, ‘Theft of pride’ en la misma web. En España fue publicada por Ediciones B también en 2014. Uno podría pensar que la editorial fue astuta: primero veo cómo funciona la novela, y cuando le compren los derechos para el cine la relanzamos. Puede que sí, o simplemente puede que los editores no sean tan inteligentes como a muchos autores les gustaría pensar. En realidad no lo son: el dinero perdido durante el tiempo que estuvo en versión digital ya no lo recuperarán nunca.
¿Cuánto hay de realista en ‘The Martian’?
Para empezar el salto temporal que suele usarse en ciencia-ficción para dar cobertura a ingenios no disponibles en la realidad no es tan grande: la misión transcurre a comienzos de la década de 2030. La tecnología que se exhibe en la película es una versión mejorada y aumentada de la actual. De hecho gran parte de esas tecnologías son prototipos sobre los que se trabaja actualmente en los laboratorios de la NASA, la ESA y otras agencias espaciales. Por decirlo así la NASA parece usar la película como banco de pruebas imaginario de lo que quiere hace realmente. El resto es bastante verosímil. Para empezar Watney pasa gran parte del tiempo en un módulo especial, el Hab, donde queda a salvo del polvo, los elementos externos y puede tener un espacio controlado. Actualmente la NASA tiene módulos parecidos pero en la Tierra, donde se hacen ensayos de convivencia. Watney tiene una ventaja: está solo. No tiene con quién pelearse salvo consigo mismo. Dentro del Hab incluso se atreve a cultivar patatas; la agricultura controlada y de invernadero será algo vital si los humanos quieren pasar largas temporadas en Marte. El desafío es que el suelo marciano es extremadamente seco y hostil, repleto de compuestos altamente tóxicos, pero quizás también de silicatos y algunos nitratos que bien podrían usarse para los cultivos.
El mayor problema es el de siempre: el agua. No hay. Al menos a simple vista o de acceso directo. Tendría que ser reciclada a partir de la orina, lágrimas o sudor. A día de hoy se ha podido cultivar lechuga en la Estación Espacial Internacional (ISS) y el sistema de reciclaje de agua funciona. También es esencial el tema del oxígeno, porque en Marte no hay. En el Hab de la película hay un sistema de oxigenación inspirado en el que tiene la ISS, que en realidad no genera sino que recicla. Ahí quizás la película va un poco más allá. El traje de Watney es una versión propia de la película basada en los nuevos trajes Z-2 de la agencia espacial: flexibles y no tan aparatosos para que pueda caminar por la superficie. En lo que la película sí ha dado un salto considerable es en la propulsión de la nave: motores de iones. Al nivel que explica la película hoy es complicado de usar, pero la nave Dawn de la NASA que ha llegado a Ceres y Vesta sí usó esta tecnología, pero a un tamaño mucho más reducido que el que se explica en ‘The Martian’.