Informes de EEUU, España y Alemania que demuestran que el cambio climático ya es presente, no futuro: desde el informe reciente de la Casa Blanca al CSIC y el aviso de que un dique de hielo fundamental en la Antártida podría producir una subida brusca del nivel del mar. 

El ser humano se enfrentará este siglo a dos amenazas difíciles de obviar: una, la sobreexplotación de los recursos naturales (energéticos, biológicos o vegetales, sin olvidar el agua dulce), y dos, el imparable cambio climático, que ya no es futuro sino presente. En el plazo de dos semanas han aparecido los resultados de tres investigaciones que son como jarros de agua fría sobre nuestro futuro. El informe hecho público ayer martes por la Casa Blanca, y con el presidente Barack Obama más enfrascado que nunca en la lucha contra el cambio climático, no deja un horizonte halagüeño para su propio país.

A diferencia de otros estudios, éste, desarrollado por la oficina científica de la presidencia y por varias agencias federales coordinadas, se centra en los efectos presentes y futuros en el territorio de EEUU, y el resultado es devastador: menor acceso a agua dulce, problemas en las infraestructuras, caída del comercio y los transportes por el efecto de huracanes, tornados y lluvias torrenciales; y peor, subida del nivel del mar (con especial impacto sobre Miami, que tendrá que imitar a Venecia y sus diques para sobrevivir al presente siglo), sequías largas y terribles para la producción agrícola, subida de temperaturas y cambios en los ciclos de sol y lluvia… y los incendios forestales, especialmente virulentos en el Medio Oeste y en el Oeste.

Más de 300 expertos colaboraron en el reporte durante varios años, actualizando un reporte previo de 2009, y ahora vuelven a la carga cantando más certezas científicas, no opiniones: “Los estadounidenses están notando cambios alrededor de ellos […]. Los veranos son más largos y calientes. La lluvia llega con pesados aguaceros. Los descubrimientos en esta evaluación Nacional del Clima subrayan la necesidad de acciones urgentes para combatir el cambio climático, proteger a los ciudadanos estadounidenses y a las comunidades, y construir un futuro sustentable para nuestros hijos y nietos”, según la Casa Blanca.

El informe se centra además por regiones, lo que permitirá a los Estados y autoridades locales a usar el informe como hoja de ruta para poder paliar los efectos de algo que ya está aquí, no es futuro, es presente. Otra región sacudida sería el Noreste (Nueva Inglaterra, Grandes Lagos y costa atlántica), con líneas ferroviarias inundadas y otras infraestructuras fueron nombradas como preocupaciones si aumentan los niveles del mar. Las grandes planicies podrían experimentar sequías más pesadas y olas de calor con mayor frecuencia. Así como mayores incendios en el oeste que podrían amenazar los campos de cultivo y las comunidades residenciales.

El CSIC alerta que España será víctima directa del clima

El informe americano no está solo: por países España ha mirado a su propio futuro a través de un estudio liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que ha analizado los cambios en la temperatura y las precipitaciones que pueden afectar a la supervivencia a largo plazo de las especies. Pero aquí los cambios se han centrado, sobre todo, en las especies animales gracias al trabajo del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) y aplicados a los nichos ecológicos. El artículo, publicado en Science, muestra los cambios en los ecosistemas naturales en todo el planeta.

“Las regiones polares han captado mucha atención debido al deshielo de los casquetes por el aumento de las temperaturas y a la reducción del hábitat de las especies árticas y subárticas. Sin embargo, no hay que subestimar otros efectos, en principio menos espectaculares visualmente, del cambio climático en otras regiones del planeta”, según el artículo del CSIC y uno de sus autores, Miguel Bastos. Así, en los trópicos, el calentamiento originará condiciones climáticas totalmente nuevas y muchas especies no podrán adaptarse. La biodiversidad actual se reduciría, y con ella las posibilidades de desarrollo de la evolución y de la vida misma, así como los propios ecosistemas, que muchas veces dependen de determinados ciclos animales y vegetales.

El estudio revela que las especies experimentarán los cambios de forma diferente según en qué región del planeta se encuentren. Los trópicos se verán alterados por el calentamiento extremo y las sequías prolongadas, que serán más habituales en estas zonas, mientras que en el lugar inverso, los polos, reducirá notablemente el ecosistema al que se han adaptado después de miles de años muchas especies, como los osos polares. Para los autores del estudio no hay fórmulas mágicas ni protocolos generales, sino que cada región necesita de unas medidas específicas ya que el clima afecta de forma diferente a cada nicho ecológico, especie o evolución.

El dique antártico, cerca de romperse

Por otro lado, ha saltado la alarma con la aparición de otro informe más, esta vez llegado desde Alemania, del Instituto Postdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK), que anuncia que la fusión de una zona de hielo concreta en la costa del este de la Antártida podría provocar una descarga de hielo persistente en el océano. Este bloque funcionaría como un dique que estaría a punto de romperse y que contiene buena parte del hielo derivado de la gran placa antártica. Esto provocaría un aumento del nivel del mar durante miles de años a pesar de que bajaran las temperaturas globales.

“La cuenca Wilkes del este de la Antártida es como una botella inclinada” según Matthias Mengel, uno de los autores del estudio, que siguiendo la metáfora avisa de que “una vez que salte el tapón se vaciará sobre el océano”. Esta zona es vital por dos razones: porque está en la desembocadura de gran parte de las cuencas de hielo natural de la Antártida, y porque alberga la mayor parte del hielo sobre roca del polo sur. La cuenca de Wilkes es la muralla que contiene el deslizamiento de la enorme masa de hielo. Si se derrite el caos sería completo. El hecho del que, hasta ahora, estable oriente antártico también presente el mismo riesgo de resquebrajamiento que el oeste (mucho más inestable al no tener base de roca) es una muy mala noticia. Sobre todo porque es diez veces más grande y alberga mucho más hielo.

Según los investigadores alemanes el derrumbamiento y deslizamiento posterior supondría una subida de entre 3 y 4 metros a largo plazo (con un aumento hasta 2100 de 16 cm de media). El mecanismo de “descorche” es el siguiente: el hielo de barrera se fusiona y así la gran placa de hielo superior “pierde pie” con el suelo rocoso del continente. El suelo rocoso bajo el hielo forma un valle interior con una enorme pendiente por debajo del nivel del mar. Cuando esa barrera se cae, el hielo de la placa se hace más alto porque el agua se filtra bajo la línea y provoca una mayor fusión. Y cuanto más caliente se vuelve, esto sucede más rápido. La estimación es que se tardaría un mínimo de 5.000 años en volcarse todo el hielo, pero una vez iniciada sería definitivo.