El arrollador estreno de ‘Avengers: Infinity War’ es el colofón mediático, mercantil y social de un fenómeno de masas nacido de un trabajo de hormiga de diez años por parte de Marvel, Marvel Studios y la casa madre, Disney, que ya ha recuperado (con creces) la millonada gastada en comprar la editorial y su productora. En este artículo analizamos el fenómeno, pero también lo que llegará en el futuro, la “Fase 4”. Os hablamos del MCU actual y futuro, con nuevos personajes potenciales, de cómo son sus fans y de su prolongación en la TV.

IMÁGENES: Marvel Studios / Marvel

A estas alturas ya es obvio que el MCU, el acrónimo que se esconde detrás del Universo Marvel y de la operación de transvase del imaginario de esta editorial de cómics hacia la gran pantalla (y la pequeña también), es un fenómeno de masas. Son diez años estrenando una película detrás de otra desde aquella ‘Ironman’ de 2008 en la que todo iba a empezar: 18 películas y 15.000 millones de dólares de beneficios. Eso sin contar que cuando se escribía este texto, el último estreno y parte del colofón de la “Fase 3” de ese universo de Marvel estaba apunto de superar los 1.000 millones de dólares de recaudación en todo el mundo… en una semana. Pero aquí no vamos a hablar directamente de esta película, para no hacer spoilers (aunque internet es como una casa sin puertas ni ventanas donde todo circula y es imposible abstraerse a cierto momento ‘Juego de Tronos’ que ha tenido la película…), sino del gran negocio audiovisual, del fenómeno de masas que le hace la competencia a Star Wars… Como dijo un gran amigo: “¿no crees que el MCU es el Star Wars de las nuevas generaciones?”

Esa pregunta es clave, porque la cadena comercial que une la legendaria editorial Marvel (más de 70 años de historia y un pilar de la cultura popular occidental, o cuando menos anglosajona) con su “hija” cinematográfica, Marvel Studios (que ya factura mucho más que la madre) y la gran “madrastra” laminadora, Disney, es mucho más que un asunto de dinero. Han conseguido crear una dinámica de masas que en el cine no se veía desde ‘El Señor de los Anillos’ pero a una escala mucho mayor. Repetimos: es un trabajo de diez años con 18 películas, más de una decena de series de televisión, videojuegos y una hornada completa de nuevos catálogos editoriales de cómic. Toda una red de franquicias autorreferenciales en las que hay que quedarse hasta el final de los títulos de crédito para ver el puente que les une a los demás, como un anticipo o una conexión con otras vías paralelas. No es ciencia-ficción, pero coquetea con este género; es, sobre todo, acción y espectáculo. Y es innegable que, al menos en el mundo anglosajón, es un movimiento de cultura popular como no se veía desde que Peter Jackson se atreviera con Tolkien, o desde que George Lucas decidiera fundir el western, las películas de samuráis, la literatura pulp y todas sus neuras personales en Star Wars.

Hay que volver a ese año 2008, cuando arranca todo. Antes ya habían exprimido parte del catálogo con adaptaciones que no eran demasiado buenas. Apostaron por un actor de gran talento, “renacido” para la industria después de un hundimiento personal vinculado a las drogas y la cárcel, Robert Downey Jr. Era el Tony Stark (Ironman) perfecto: irónico, socarrón, algo más maduro, adicto a las camisetas de rock, excéntrico y con una voluntad más propia de un burgués nacido con una cuchara en la boca (y un cerebro portentoso) que un superhéroe al uso. Esa divergencia, esa elección, marcaría el éxito. A día de hoy los críticos que se atreven con este universo cinematográfico, y muchos espectadores, siguen pensando que aquel ‘Ironman’ fue la mejor de todas, al menos la que se empeñó en rediseñar algo tan antiguo, convencional y muchas veces tradicionalista como las historias de superhéroes. Aquel Stark no era el héroe trágico clásico (tampoco lo fue el Ulises de Homero, y por eso es el icono humano que es), era una modernización de un personaje que, por otro lado, es un conservador capitalista sin parangón. Sólo Bruce Wayne puede parecérsele, pero el de Marvel no parece un diván de psiquiatra con piernas.

En 2008 se la jugaban: si salía mal el ambicioso plan pasaría a un segundo plano. Pero funcionó. Lo que experimentan hoy los ejecutivos del conglomerado de Disney es lo más cercano al éxtasis comercial, espoleado por el movimiento social y popular que arrastra legiones de fans hacia los cines. Los hay, además, de todas las edades, aunque abundan sobre todo los menores de 40 años. Por encima de esa edad la mayoría parece seguir colgada de su infancia de espadas laser o de la épica fantástica que Peter Jackson se sacó de la manga a principios de siglo. ‘Avengers: Infinity War’ es el colofón a todo el camino, el cierre de una fase y el inicio de la siguiente. Aunque no será específicamente el final, falta ‘Avengers 4’. Sólo un punto y aparte. Por así decirlo, la guinda del pastel, donde se cruzan todos los personajes, desde los ya clásicos (Iron Man, Hulk, Thor, Capitán América…) con los nuevos (Black Panther, Vision, los Guardianes de la Galaxia…), de tal manera que se crea un gran mecano donde el argumento es lo de menos. Lo que importa es mantener el nivel anterior y no defraudar a millones de espectadores que, hay que reseñarlo también, a veces se han sorprendido del alto nivel de las películas. Es puro ocio audiovisual bien facturado que genera cultura popular en todos los sentidos del adjetivo. Para pensar y sentir ya están Nolan y su eterno Batman.

Curiosamente ese mismo año también Marvel le vio los dientes al lobo: ‘El increíble Hulk’ fue en paralelo a Tony Stark y fue un resbalón. El personaje sólo ha tenido éxito cuando ha aparecido en combinación con otros, no en solitario, a pesar de ser una de las mejores creaciones de la editorial y de Stan Lee, como en la dos entregas previas de los Vengadores y en ‘Thor Ragnarok’. Las posibilidades de un patinazo eran muy grandes, pero aparentemente aprendieron de los errores: combinaron todo lo que lleva aparejado el cine de aventuras y de acción con el ingrediente preferido del siglo XXI, la tecnología. Destaca la cantidad de científicos reclutados en el MCU, desde físicos como Bruce Banner (Hulk) a ingenieros como Tony Stark, un ingrediente que ya empezó en el siglo XX y que Grant Morrison ya puntualizó en su libro ‘Supergods’: el científico es el nuevo brujo, el nuevo mago enigmático que en lugar de trucos tiene ideas, y en vez de magia utiliza la ciencia que sigue siendo una caja cerrada para la mayoría de la Humanidad. Los guiones están bien cuidados, aunque están muy lejos de ser perfectos o siquiera ambiciosos, en realidad suelen tener una estructura bastante convencional usada durante décadas en el género, sólo cambian los elementos. La dirección es mimada y la productora reclutó a especialistas del género como Joss Whedon (‘Los Vengadores’), Jon Fraveau (las dos primeras de Ironman), y los diseños de producción son más que correctos y sólo han cambiado para sofisticar el discurso colectivo del MCU.

El éxito no llevó al plan, más bien fue al contrario: ya en 2006 había planes de exprimir la herencia de forma individual y, si funcionaba, tejer la red conjunta de personajes que luego sería el MCU. Así nació la Fase Uno: ‘Ironman’ (2008), ‘El increíble Hulk’ (2008), ‘Ironman 2’ (2010), ‘Thor’ (2011), ‘Capitán América’ (2011) y ‘Los Vengadores’ (2012). Para entonces ya tenían al grupo central de personajes que la editorial ya había encumbrado décadas antes, así como una pequeña sociedad de secundarios de lujo como Black Widow, Nick Furia, el agente Coulson (eje central de una de las vías paralelas del MCU en la TV, ‘Agentes de SHIELD’)… Pero había que seguir, así que pasaron a las Fase Dos: ‘Ironman 3’ (2013), ‘Thor: El mundo oscuro’ (2013, bastante floja, lo que quizás espoleó a los ejecutivos y creativos), ‘Capitán América: El Soldado de Invierno’ (2014, de las mejores), ‘Guardianes de la Galaxia’ (2015, un acierto en toda regla, capaz incluso de subvertir el tono general del MCU y hacerlo más cómico todavía), ‘Los Vengadores: La Era de Ultron’ (2015) y ‘Ant-Man’ (2015, que abrió puertas a otro personaje clásico de la Marvel).

La maquinaria siguió su curso y ya entonces se puso en marcha la Fase 3: ‘Capitán América Civil War’ (2016), ‘Doctor Strange’ (2016, otro clásico editorial repescado para el MCU), ‘Guardianes de la Galaxia 2’ (2017), ‘Spiderman Homecoming’ (2017, la enésima resurrección de Peter Parker, ya fuera de las manos de Sony, que parecía empeñada en cargarse al Hombre Araña), ‘Thor Ragnarok’ (2017, en el que el personaje deja atrás la soberbia nórdica de cartón-piedra para humanizarse y mejorar), ‘Black Panther’ (2018, un éxito también sociológico en EEUU al consagrar a los africanos como héroes), la recién estrenada ‘Avengers: Infinity War’ (2018), y tres que todavía no han visto la luz, ‘Ant-Man y The Wasp’ (para julio de 2018), ‘Captain Marvel’ (para 2019, con Brie Larson de heroína y parte importante de la Fase Cuatro), y ‘Avengers 4’ (mayo de 2019), que cerrará simbólicamente esta etapa. Y, supuestamente, todo un mundo, ya que al menos en apariencia el MCU dejará en paz de una vez al grupo central de personajes (y de actores) y pondrá su dinero en otras vías de desarrollo, paralelas y nuevas.

Por ahora la Fase Cuatro sólo tiene confirmadas tres películas y proyectos para otras tantas más. Estamos en abril de 2018, y lo que se sabe es esto: el año que viene aparecería la segunda entrega del Spiderman interpretado por Tom Holland, en 2020 llegará ‘Guardianes de la Galaxia 3’ (imposible dejar atrás una de las mejores sagas internas del MCU), ‘Viuda Negra’ ese mismo año (con Scarlett Johansson en solitario). A partir de ahí sólo hay rumores más o menos confirmados que abarcarían hasta 2022 y que podrían incluir secuelas de Doctor Strange (al menos una), de Ant-Man o incluso de los Vengadores con un nuevo formato. Las nuevas apuestas que darían a la Fase Cuatro una nueva dimensión podrían ser las adaptaciones de Nova, Warlock (en combinación con Captain Marvel), Thunderbolts e incluso una adaptación (¿definitiva, exitosa por fin?) del primer puñetazo serio que dio Marvel en el cómic, los Cuatro Fantásticos.

No hay saga sin villanos (arriba), y mucho menos sin héroes (abajo, empezando por Ant-Man, Capitán América, Starlord, Dt Strange e Ironman)

Nova, Warlock y Namor, las opciones futuras del MCU

Nova fue un personaje creado en 1966 por Marv Wolfman, Len Wein y John Buscema, ligado al universo de Marvel al ser parte de la policía intergaláctica de Corporación Nova que aparece en ‘Guardianes de la Galaxia’, también de los Nuevos Guerreros de los años 90, a su vez ligado a los Cuatro Fantásticos. Entre sus poderes está la capacidad de volar, fuerza aumentada y una resistencia parecida a la de Luke Cage. Después de varias entregas de los cómic a finales del siglo XX, logró aún más: se fusionó como un “mundomente” espacial que le permite proyectar y absorber energía, abrir agujeros de gusano y controlar la gravedad. Es miembro de la Policía Intergaláctica que aparece en ‘Guardianes de la Galaxia’. El personaje ha tenido dos vidas, por así decirlo, la original y la relanzada en 2011 por Jeph Loeb a partir de la primera y que lo conecta directamente con los Vengadores y SHIELD. Sería una de las apuestas de Marvel para el futuro.

Adam Warlock fue creado por el tándem perfecto de la Marvel, Stan Lee y Jack Kirby, en 1967. Más adelante fue Jim Starlin el encargado en los 70 de rediseñarlo para darle el perfil actual y el éxito del que gozó principalmente en los 70 y los 90. Su poder se basa en ser un diseño artificial para ser miembro de la Guardia del Infinito, con fuerza aumentada pero también una dinamo viva que procesa la energía y le da forma y usos diferentes. Diseñado para ser el humano perfecto, se rebeló contra sus creadores para seguir su propio camino. Está vinculado directamente con el personaje de Thanos (primero su aliado, luego uno de sus enemigos acérrimos), con Doctor Strange, Capitán Marvel y Los Vengadores, a los que se alía en las sagas de cómic contra Thanos. Forma parte, de hecho, de toda la narración previa al propio MCU y es uno de los candidatos preferidos de Marvel para la Fase Cuatro.

Namor es quizás de los más antiguos de la Marvel, creado en 1939 por Bill Everett (al año siguiente de Supermán y Batman en DC) cuando la editorial se llamaba Timely y ligado a los Vengadores en las sagas de cómics. Fue una de las creaciones más originales de la primera era del cómic junto al Capitán América y Antorcha Humana. Después de una primera época de éxito, en los 60 fue recuperado por Stan Lee como parte del universo de los Cuatro Fantásticos. Por decirlo de una manera suave, es la versión de Marvel de Aquaman, aunque fue anterior a éste, y su poder se basa en el agua, ya que puede vivir en ella. Ligado a una recreación de Atlantis de la Marvel, de la que se convierte en rey, está vinculado también con las sagas de los X-Men y los Illuminati, un crossover contemporáneo donde comparte espacio con Ironman, Doctor Strange y el Profesor Xavier de los X-Men.

Warlock, Namor y Nova

Los fans del MCU

Un par de cervezas, y el aviso de que al que escucha le importan más bien poco los spoilers, bastan para que la pareja de seguidores del MCU destripen ‘Avengers: Infinity War’. No importa, fue deliberado. Pero sobre todo fue el mejor ejemplo de cómo se construye un fenómeno de masas. Ambos llegaron por casualidad hasta las películas, él porque una tarde ociosa vio ‘Capitán América’ y le picó la curiosidad; ella porque siguió sus pasos e hizo algo muy propio de este siglo, los maratones audiovisuales. Igual que los seguidores de ‘Juego de Tronos’ aguantan contra viento y marea para ver las temporadas enteras de una sola vez, los del MCU que han llegado tarde consumen películas como cerillas para llegar al presente. La ventaja de este tipo de fenómenos, basados en la coordinación de historias independientes y paralelas, es la diversidad que evita el aburrimiento de una sola historia alargada en exceso (como el mundo de Tolkien). Hablan con pasión y desgranan los detalles, juzgan el discurrir de los guiones, se fijan en los pequeños detalles que parecen aleatorios pero que pueden esconder pistas para el futuro o darle otro sentido a la narración global, eligen lo que más les gusta, hacen sus propias teorías de cada suceso y, sobre todo, esperan lo que vendrá. Y para Marvel eso es tan importante como todo lo que ya han ofrecido.

Es obvio que el MCU funciona como pescar con mosca: se tira el cebo, hay que esperar a que el efecto llamada salte de un individuo a otro, como un efecto dominó, y queda claro que si pican con una, seguirán con las demás. El tono colectivo del MCU (los patrones de producción son claros y están bien diseñados) permite que se produzca ese efecto. Después de los spoilers llegaron las conclusiones: es el nuevo Star Wars, los personajes secundarios son vitales, cada espectador elige a unos cuantos, o un par, como preferidos y se adhiere a sus narraciones individuales pero también al resto… y también se mantiene el cebo de la pesca con lo que vendrá. Tan fuerte es la pasión por ver lo que ya se ha estrenado y estar enterado de todo, como la espera por lo que vendrá. Es el truco más viejo del mundo: enseñas un poco del futuro y la necesidad de finalización de las historias creadas es lo que les llevará hacia delante, a seguir consumiendo sin parar. ¿Recuerdan la broma recurrente de la serie ‘Big Bang Theory’ en la que Sheldon Cooper siempre toca tres veces en las puertas porque tiene la necesidad de finalización de series de acciones, algo tan humano como respirar? Pues aquí sucede lo mismo pero a una escala inmensa, y en muchos casos consciente por parte del espectador, que sabe lo que le hacen pero necesita seguir adelante.

El MCU en la televisión

Sin duda alguna la TV ha sido parte de las vías paralelas del MCU, pero no ha tenido tanto éxito como en el cine. El fenómeno es básicamente cinematográfico y muchos de los proyectos diseñados con las cadenas de televisión generalistas, temáticas o plataformas de distribución en internet no han logrado destacar. Es lo que ocurrió con ‘Marvel: Agent Carter’, que empezó como cortometraje con el personaje de Peggy Carter (que aparece en Capitán América) y saltó a tener serie propia, pero que fue cancelada al primer problema. Sólo tuvo dos temporadas. Otros proyectos que han tenido más o menos suerte en TV son ‘Marvel’s Damage Control’, sobre los encargados de limpiar los destrozos de los superhéroes, ‘Marvel’s Inhumans’, historia paralela al margen de las líneas centrales, ‘Marvel’s Most Wanted’, un spin-off de ‘Agentes de SHIELD’, ‘Marvel’s New Warriors’, protagonizada por el personaje Squirrel Girl, ‘Marvel’s Cloak & Dagger’, dirigida al público adolescente sobre dos personajes, y ‘Marvel’s Runaways’, para el canal Hulu y centrada también en personajes adolescentes.

No obstante, donde más éxito ha tenido el MCU es en la primera serie, ‘Agentes de SHIELD’, que tiene la virtud de hilvanar las películas con un relato común en el que esta agencia de seguridad lucha contra Hydra y todos los villanos que aparecen y desaparecen de forma intermitente alrededor de las sagas en pantalla grande. El pilar central es el agente Phil Coulson, interpretado por Clark Gregg y que se ha ganado su puesto como algo más que un secundario de lujo en el MCU (después de todo le llaman “el renacido” por algo…). Otro éxito importante ha sido las producciones de los personajes más icónicos de los 70, 80 y parte de este siglo y que fueron directamente a Netflix: Daredevil (un acierto que hizo a Marvel apostar por esta vía), Jessica Jones (gran calidad, buenos guiones y mejor producción), Luke Cage y Iron Fist (el primer patinazo de esta vía), y que confluyeron en ‘Los Defensores’.