El próximo 23 de marzo Netflix estrena la segunda temporada de ‘Santa Clarita Diet’, el particular giro caníbal de Drew Barrymore en su vida para la ficción de TV, acompañada de Timothy Olyphant. No hay muchos cambios, salvo el número de cadáveres y las dosis de humor negro (negrísimo).
La serie sigue en el punto del final previo, con la familia Hammond luchando para adaptarse al nuevo estatus de la matriarca, Sheila, que después del trauma de la no-muerte necesita comer carne humana para sobrevivir. No quiere ser un monstruo, pero la realidad se impone y la madre necesita carnaza (en todos los sentidos de la palabra), así que los cadáveres se acumulan. La familia al completo le da al cuchillo para paliar la necesidad de Sheila. Pero eso llama la atención: hay muchos desaparecidos y eso muy problemático para mantener la tapadera. Al mismo tiempo la familia intenta cortar la vía de expansión del virus que ha convertido a Sheila, así que el juego de malabares es completo.
Si sois timoratos, convencionales, tradicionales u os gustan los géneros como las mujeres a Aznar (es decir, mujer mujer, género género), mejor invertís el tiempo en otras series de Netflix. Aparte del esclarecedor hecho de que algunos críticos conservadores (en EEUU y España) hayan puesto el grito en el cielo por esta serie creada por Victor Fresco (responsable, por ejemplo, de ‘Alf’ en los 80-90), y que muchos críticos del lado progresista opuesto también, entonces es que la serie es un auténtico rayo que rompe fronteras. Va sobre gustos, como siempre. Pero intentar meter el canibalismo en una narración de típica serie familiar es, al menos, digna de interés. Luego ya que juzgue cada uno. Son diez capítulos por temporada de casi 25 minutos cada uno, y con cameos de lujo: Nathan Fillion, Portia de Rossi o el cómico Patton Oswalt.
Planteamiento: una familia de clase media, los Hammond, en un buen barrio de la periferia “civilizada” de Los Ángeles, que lucha por mantenerse unida después de que la madre, Sheila (Drew Barrymore), sufra un terrible cambio fisiológico que la empujará a comer carne humana. Su esposo Joel (Timothy Olyphant, al que recordará el lector por ‘Justified’ o ‘Deadwood’) y su hija Abby (Liv Hewson) se unen para apoyar a la madre. A ellos se unirá un vecino colgado de Abby, un chico adolescente (Skyler Gisondo) que se verá arrastrado a los intentos de la chica por ayudar a su madre. ¿Cómo? Sencillo, buscando carne fresca. La frase “cuando comerse a la gente une a la familia” es, quizás, una de las más subversivas y delirantes imaginables, pero perfectamente definitoria de lo que esconde la serie. Es humor negro, negrísimo, para minorías.
Lo que destila, además de humor surrealista en muchas ocasiones, y sin escatimar en sangre y escenas como la de Barrymore devorando un brazo amputado, es un pequeño homenaje a las familias que afrontan los problemas unidas, bien soldadas. El personaje de Joel hará lo que haga falta por su esposa, hasta el punto de embrutecerse por el camino. Hay incluso cierto optimismo convencional al convertir la familia en el eje central de una historia que se sale de lo normal, donde el gore tiene su sitio tanto como el terror fusionado con el humor. Incluso en los guiones: Barrymore ha pasado al otro lado de la realidad aceptada, así que pierde por completo el norte, blasfema y huele la sangre como un asesino cualquiera.