¿Cuál es la galaxia más antigua conocida por el ser humano? Segue 1, que en realidad es un fósil de los primeros tiempos del Universo.
De la larga lista de publicaciones científicas del mundo anglosajón (el dominante y donde convergen todos) la revista Astrophysical Journal es una de las destacadas, y ha sido donde investigadores del MIT y de la Carnegie Institution han coincidido para publicar su trabajo sobre esta particular galaxia-fósil de la que se puede aprender mucho sobre la historia del Universo. Es importante porque demuestran que Segue 1 tiene una particularidad: no posee en su composición metales pesados, unos de los rasgos de la evolución de las galaxias en etapas posteriores a la primera época tras el Big Bang. Imagen de portada: galaxia Segue 1 con los límites señalados con una elipse amarilla.
Además es diminuta en comparación con el resto: apenas tiene un corazón con mil estrellas y por razones desconocidas se quedó “enganchada” a nuestra galaxia, la Vía Láctea, alrededor de la cual (evidentemente en parámetros de distancia inconcebibles para el ser humano) giramos. Segue 1 sirve de modelo para comprender mejor la historia de lo que somos y lo que nos rodea, y para eso lo mejor es analizar a distancia la potencial composición de las estrellas de esta galaxia enana y antigua como no podemos imaginar.
Cúmulo de Segue 1
Segue 1 ha resultado ser la más antigua conocida hasta la fecha. Sus estrellas, formadas de la compresión del gas de la que nacieron, ha demostrado que son auténticas arcanas. Las estrellas más antiguas consisten sobre todo en hidrógeno y helio, muy ligeros, porque nacieron antes de que se produjeran las primeras supernovas que crearon los metales más pesados. Es decir, que las estrellas de Segue 1 ya estaban allí antes de que la materia más pesada y densa apareciera generada por las reacciones colosales de las primeras supernovas.
Explicación: Las estrellas se forman por las nubes de gas comprimido de una nebulosa. Tras formarse las primeras, algunas explotaron creando descomunales supernovas, que siembran el gas cercano (donde se forman otras estrellas) con esos nuevos elementos más pesados. En las galaxias este proceso es cíclico, ya que cada generación de estrellas al explotar genera más materia prima para otras. Pero Segue 1 era tan pequeña que no pudo evolucionar ni “sembrar”, y eso supone que no hubo supernovas creadoras de material pesado. Por eso no lo contienen.
Es decir, que se quedó “congelada” en su evolución y que sólo logró formar una primera generación de nuevas estrellas, para luego detener la producción durante decenas de millones de años. Y por eso es vital para los astrofísicos: Segue 1 es un momento concreto de los primeros tiempos del Universo congelado en el tiempo para nosotros, una ventana abierta al pasado más remoto: ofrece información única sobre las condiciones poco después del Big Bang.