La editorial Destino publica mañana la sexta y última entrega de la saga Millenium iniciada por su autor original, Stieg Larsson, y que se convirtió en fenómeno editorial y que ha tenido ya hasta cinco adaptaciones al cine. A las tres canónicas siguió el encargo a este escritor para que siguiera con otras seis que cerraran la línea argumental (aunque quedó ya cerrada en la primera trilogía). ‘La chica que vivió dos veces’ es la última vez de Lisbeth Salander.
La protagonista de la saga estará asociada eternamente al rostro de la actriz que creó el arquetipo en cine y televisión, Naomi Rapace, pero su camino ha cambiado mucho desde que las tres primeras novelas. Tanto que ha surgido incluso una Némesis nueva para Lisbeth, su hermana Camilla. En esta novela se prepara para el pulso final con su opuesta y su igual. Ha dejado atrás Estocolmo, lleva un nuevo peinado y se ha quitado los piercings. Lo que sea para poder cazar a su otra yo. Mikael Blomkvist, por su parte, está investigando la muerte de un mendigo del que sólo se sabe que ha fallecido pronunciando el nombre del ministro de Defensa del gobierno sueco y que guardaba el número de teléfono del periodista en el bolsillo. Mikael necesitará la ayuda de Lisbeth al tiempo que lidia con su particular final.
Detrás de todo esto hay algo mucho más grande. Más de 100 millones de ejemplares vendidos de un éxito que Larsson no pudo ver en vida. Una máquina de hacer dinero, aunque quizás ya demasiado explotada. Un personaje femenino rompedor y reivindicativo, tan descolocada psicológicamente como fascinante, una luchadora incansable metida en el cuerpo menudo de una chica que se hace un tatuaje por cada afrenta (para no olvidarla), que se llena de piercings y deambula de un lado al otro de los gustos en la cama. Porque a pesar de estar sometida al abusivo control estatal, de ser víctima de todo tipo de golpes por parte del sistema y los hombres, es totalmente libre. Y una superviviente nata. Es la principal característica de un personaje tan fuerte que los editores se atrevieron a encargarle a otro que siguiera allí donde se quedó Larsson.
Fue otro sueco, David Lagercrantz, el encargado de seguir el camino. Los responsables de hacer caminar a Salander después de muerto su creador es la familia de éste, su padre Erland y su hermano Joakim, que escogieron a Lagercrantz (editoriales mediante, que no estarían dispuestas a dejar en manos de cualquiera la franquicia) para completar e hilvanar las siguientes tres novelas. La familia de Larsson es la gestora oficial del legado (y de los derechos de autor) de las novelas tras una larga lucha contra la novia de Larsson para ver quién se quedaba con la parte del león de la herencia. El resultado es un “Lázaro, levántate y anda” literario que ha supuesto mucho dinero y ventas, no tanto como el impacto de la trilogía original, pero suficiente para que todos sonrían, aunque para los fans de los libros originales, algo imperfectos pero seductores, los auténticos siempre serán los tres primeros. No obstante, Lagercrantz no desmerece.
En la quinta y penúltima novela, ‘El hombre que perseguía su sombra’, Salander cumple condena en la cárcel de Flodberga, en la que intenta a toda costa evitar cualquier tipo de conflicto con el resto de las presas. Pero en el momento en el que Lisbeth se convierte en la protectora de la joven de Bangladesh que ocupa la celda vecina, la peligrosa líder de las internas la coloca en su punto de mira. Holger Palmgren visita a Lisbeth y le explica que ha recibido una serie de documentos que contienen información relativa a los abusos que sufrió ella en su infancia. Salander acude a Mikael Blomkvist y ambos emprenden una investigación que puede sacar a la luz uno de los experimentos más atroces auspiciado por el Gobierno sueco en los años ochenta. Los indicios los llevan hasta Leo Manheimer, socio en la financiera Alfred Ögren, con quien Lisbeth comparte mucho más de lo que creen. Una novela sobre el abuso de poder y las sombras que, desde niña, acechan a Lisbeth. De aquí surge la sexta y última.
David Lagercrantz (Suecia, 1962) es escritor y periodista. Debutó en 1997 con un libro sobre el aventurero sueco Göran Kropp y su conquista del Everest sin oxígeno. Es el autor de uno de los libros de mayor éxito de la historia reciente de Suecia, del que se han vendido varios millones de copias en todo el mundo, la biografía de Zlatan Ibrahimović, ‘Soy Zlatan’, que fue seleccionada para el prestigioso Premio August. Es, también, autor de la novela inspirada en el genio matemático y precursor de la informática Alan Turing, ‘El enigma Turing’ (Destino, 2016). Larsson creó un producto imperfecto pero que engancha por la densidad y enrevesamiento del argumento. Es el primer caso de mala forma con un fondo descomunalmente convincente, de tal manera que, por una vez, la idea ganó al envoltorio. Pero el gran mérito es haber dado la vuelta a la ficción de serie negra y haber creado un modelo, un arquetipo, un nuevo espejo deformante de la literatura en el que millones de mujeres se miran y que podría resumir, muy a las claras, el futuro del género. Es decir, Lisbeth Salander. Es una heroína a la vieja usanza pero con un nuevo envoltorio: sociópata, vengativa, solitaria, marginal y totalmente inversa a la moral social reinante.
Salander es un personaje que resume la nueva disposición de la mujer: igual ante la ley, pero continuamente discriminada y rebajada por la realpolitik masculina que sigue dominando. Y que sea en Suecia, paraíso del feminismo, donde sucede todo, es una forma de avisar de que las utopías están para fracasar. Salander es una mujer-hombre, envoltorio femenino con la mente y resolución de un guerrero masculino de antaño, una especie de Conan de Cimeria de metro sesenta y pocos y pintas de devoradora de adolescentes. Larsson murió, pero ella seguirá siendo el espejo donde se mirarán muchas mujeres, y sobre todo, donde beberán muchos escritores más a partir de ahora: cambiará el nombre del personaje, pero muchas serán clones de Lisbeth Salander. De momento lo que se nos viene encima, a ojos vista, es otra inmersión directa en el universo que abrió de lleno la novela negra europea al gran mundo: antes ya estaban Wallander y compañía, pero sólo con el fenómeno Millenium se logró que fuera universal, y no sólo algo propio de Europa.