Los cines españoles estrenan hoy la última película del neoyorquino, con Liam Nesson, Andrew Garfield y Adam Driver, sobre el choque entre el catolicismo y el Japón sintoista-budista del siglo XVII, donde los misioneros perdieron una guerra cultural librada con mucho dolor y sacrificio, llena de curiosidad al principio pero que terminó en represión y expulsión.

Hace no demasiado tiempo, durante una entrevista en la radio, Carlos Boyero dijo que mucha gente le leía a él para decidir qué película ir a ver, pero por ambos lados: la mayoría iba a la que a él no le gustaba. Pues a Boyero, mitad personaje y mitad crítico de cine, no le ha gustado nada ‘Silencio’, el cambio de ritmo y género de Martin Scorsese, que ha decidido abordar una historia desconocida. Por fracasada y por virulenta. Es el intento frustrado de evangelización de Japón por los jesuitas después del siglo XVI. Es una película distinta en la filmografía de Scorsese: una zambullida en las profundidades de la religión católica que él conoce perfectamente (casi fue seminarista en su juventud), una visión vitalista a ese cristianismo católico, místico y tan firme como la voluntad de un samurái por defenderse. ‘Silencio’ retrata el choque entre dos filosofías destinadas a chocar y a darse la espalda. Quizás uno de los problemas, para el público europeo, es que hay una carga de evangelismo muy fuerte: quien sea hostil a la religión que no vaya, porque es precisamente de esa fe casi extática de los jesuitas de lo que se habla. La voluntad y el vitalismo de todo ser vivo frente a una realidad torturada.

También es el viaje de un discípulo en busca de su maestro que ha renunciado a la Fe, doblegado por la particular violencia japonesa, nada aleatoria y que bebe directamente de los códigos tradicionales como el bushido. Los jesuitas, los soldados de Dios nacidos de la Contrarreforma y que soñaban con convertir a China e India, usaron mucha mano izquierda (una de sus especialidades, mano de hierro en guante de seda) y diplomacia para poder penetrar los muros culturales. Pero Japón era hermético: los chinos ya habían intentado conquistarles en un par de ocasiones, y los coreanos mantenían una relación de asociación y guerra cíclica que duraría también siglos. Era un mundo cerrado. Como otro planeta. Las consecuencias de ese choque religioso y psicológico es lo que retrata Scorsese en el filme a través de Liam Nesson, Andrew Garfield y Adam Driver. La película ya tiene cierto recorrido en festivales y premios: elegida como una de las diez mejores de 2016 por el National Board of Review, por el American Film Institute y la nominación de los críticos de Los Ángeles para uno de los secundarios, Issei Ogata.

Los tres actores interpretan a jesuitas incrustados en ese mundo. El irlandés es Cristobal Ferreira, un miembro de la orden con ideas propias, casi renegado, que después de ser torturado y apresado acepta integrarse en aquella sociedad que sólo vivía para la guerra, la poesía y el formalismo. Y por el camino también reniega de su fe, lo que hace que su discípulo (Garfield) vaya en su busca, como reafirmación de la religión a la que representa y acto de solidaridad. Pero por el camino sufrirán el mismo trato de hostilidad de un mundo que se negó a ser un apéndice más de la religión occidental. El proyecto original se basa en la novela homónima de Shusaku Endo, y en un principio no tenía a Neeson sino a Daniel Day-Lewis, Benicio del Toro y Gael García Bernal en 2009; pero en Hollywood todo va muy deprisa, y como el proyecto no terminaba de salir decidieron seguir cada cual su camino. Incluso Scorsese decidió rodar otras, como por ejemplo ‘Shutter Island’ y ‘The Wolf of Wall Street’ con su nuevo actor fetiche, Leonardo di Caprio. Terminó la espera en 2014 con más incorporaciones, como Tadanobu Asano, que a su vez sustituyó a Ken Watanabe.

Hay que poner al lector en contexto histórico. Cuando el cristianismo empezó a expandirse por Asia tras la estela de portugueses y españoles primero, luego con los holandeses, franceses y británicos, se dio de bruces con civilizaciones mucho más antiguas y con raíces tan profundas que fueron imposibles de arrancar. Japón era un mundo aislado y sometido a una guerra civil casi pendular que duraría siglos, una lucha feudal entre nobles donde el emperador era más una figura religiosa decorativa. En el siglo XVII la situación eclosionó con la aparición del Shogunato, un sistema de gobierno donde un clan concreto ejercía todo el control político y “custodiaba” la sacralidad del emperador, el Tenno, un símbolo oficial de la religión tradicional, el sintoísmo. Por aquel entonces el budismo ya compartía espacio con esta variante nacional, de raíz animista y naturalista, una combinación que era la religión oficial.

Silencio (2016) mixta

Cuando los europeos llegaron el gobierno de entonces determinó que sólo podrían comerciar o contactar en un puerto concreto, para así poder controlarlos. Pero por ahí se colaron los misioneros, que fueron tratados primero con curiosidad, pero muy poco después con una hostilidad manifiesta. Y muy efectiva. Mientras que en China los jesuitas lograron algunos avances (muchos más en Filipinas, Formosa e Indochina) gracias al intercambio de ideas y tecnología, en Japón sólo los holandeses lograron, comercio mediante, penetrar en la coraza nipona. El archipiélago permaneció hermético durante varios siglos más, hasta que los barcos de la US Navy abrieron el país a cañonazos en la bahía de Tokio. Pero eso fue a mediados del siglo XIX. La cuestión es que los Tokuwaga, que dominaban el shogunato entonces, prohibieron el catolicismo y purgaron el país de influencias occidentales, todavía más dañinas a sus ojos que las que podían llegar de China o Corea, igual de perseguidas. Después de ese punto ya no hubo nada más que hacer salvo arriesgarse a ser aniquilado. Por eso el cristianismo hoy en Japón es casi anecdótico en comparación con la combinación sintoísmo-budismo: casi dos millones entre todas las ramas frente a más de 140 millones.

Ficha de ‘Silencio’:

Título original: Silence. Año: 2016. Duración: 159 min. País: EEUU. Director: Martin Scorsese. Guión: Jay Cocks, Martin Scorsese (Novela: Shusaku Endo). Género: drama histórico. Música: Kim Allen Kluge, Kathryn Kluge. Fotografía: Rodrigo Prieto. Reparto: Andrew Garfield, Adam Driver, Liam Neeson, Ciarán Hinds, Tadanobu Asano, Shin’ya Tsukamoto, Ryô Kase, Sabu (AKA Hiroyuki Tanaka), Nana Komatsu, Yôsuke Kubozuka, Yoshi Oida, Issei Ogata, Ten Miyazawa. Productora: coproducción EEUU-Italia-México-Japón; Cappa Defina Productions / Cecchi Gori Pictures / Fábrica de Cine / SharpSword Films / Sikelia Productions / Verdi Productions / Waypoint Entertainment.