Ceres se ha convertido ya en otro rompecabezas: mares subterráneos, luces brillantes, silicatos, y lo que se creía una superficie rica en carbono, que en realidad no es tal porque fragmentos de asteroides ocultan su composición real.
Ceres se ha convertido ya en otro rompecabezas: mares subterráneos, luces brillantes, silicatos, y lo que se creía una superficie rica en carbono, que en realidad no es tal porque fragmentos de asteroides ocultan su composición real.
Objetivo: el Sistema Solar y los mundos pequeños pero vitales. Conocer mejor el origen de nuestro vecindario con misiones concretas a asteroides compuestos casi por completo de metales, y determinar si las crestas de hielo vistas en Plutón, que sólo existen en la Tierra, esconden claves sobre su pasado.
No es una quimera de la ciencia-ficción, es una realidad para la que ya hay planes, tecnología, proyectos privados y públicos, y sobre todo mucha ambición para que la Humanidad entre en una nueva revolución industrial de la que sólo podemos ver el inicio.
Ahí fuera el Universo nos tiene en la diana: en apenas una semana van a pasar “rozándonos” en escala espacial dos asteroides.
Misión NEO: capturar asteroides, sacarlos de sus trayectorias y dejarlos en órbita lunar o incluso transportarlos a otro sitio para poder estudiarlos.
La NASA ha completado el primer paso hacia una misión para encontrar y capturar un asteroide cercano a la Tierra, uno de los proyectos más ambiciosos de la agencia espacial y que tiene un doble sentido: evitar los impactos.
Hace no mucho hablábamos en El Corso del peligro de los cientos de cuerpos celestes libres que surcan el Sistema Solar buscando una diana contra la que estrellarse: pues bien, uno de ellos ya ha dejado un buen zarpazo en forma de heridos, caos, desperfectos y el miedo metido en el cuerpo en todo el planeta.