La NASA no se detiene: la competencia con China es un estímulo, y el nuevo apoyo de la Administración de Donald Trump al regreso a la Luna, van a permitir a la agencia más legendaria de todas (con más éxitos, también con fracasos trágicos) explorar las posibilidades de establecer bases permanentes en el satélite. ¿Cómo? Con apoyo del sector privado.