Dos ejemplos de cómo la tecnología lentamente se convierte en una cuestión de esfuerzo y tesón: nuevas maneras de propulsión que bien podrían definir el futuro del transporte, aquí en la Tierra y en el espacio, los motores de hidrógeno y los propulsores iónicos, que parecen ciencia ficción pero son reales. Se usan. Y se usarán cada vez más.