La NASA experimenta con motores que no necesitan combustible, sino que se basan en un viejo truco newtoniano: convierte la electricidad en impulso generando microondas dentro de un tanque que impulsaría la nave. Tan sencillo como complicado.
La NASA experimenta con motores que no necesitan combustible, sino que se basan en un viejo truco newtoniano: convierte la electricidad en impulso generando microondas dentro de un tanque que impulsaría la nave. Tan sencillo como complicado.
Dos ejemplos de cómo la tecnología lentamente se convierte en una cuestión de esfuerzo y tesón: nuevas maneras de propulsión que bien podrían definir el futuro del transporte, aquí en la Tierra y en el espacio, los motores de hidrógeno y los propulsores iónicos, que parecen ciencia ficción pero son reales. Se usan. Y se usarán cada vez más.
Un pasito más hacia el planeta rojo: la NASA ha publicado los resultados del test inicial con los motores del futuro SLS-Orion, el cohete más potente jamás construido por el ser humano y heredero directo de los monstruos del Programa Apollo.