Una ruta diferente, la de los Faros de la Bretaña francesa, donde el salitre, la naturaleza y el aire de épica marinera se fusionan, sobre todo en una lejana isla que concentra los mejores faros atlánticos.
Una ruta diferente, la de los Faros de la Bretaña francesa, donde el salitre, la naturaleza y el aire de épica marinera se fusionan, sobre todo en una lejana isla que concentra los mejores faros atlánticos.
Un viaje a un tiempo anterior, cuando los primeros exploradores llegaron al norte de Tenerife, poblada entonces sólo por guanches, y esa gran falda era puro verdor y naturaleza salvaje a los pies del Teide, cuando era el mirador del Atlántico.