Se acerca la Navidad, tiempo de regalos y de un punto nostálgico que tiene poco de sentimental y sí mucho de negocio. El hundimiento a cámara lenta por una recesión global, la pandemia y el auge del streaming han dejado en manos de los talluditos con nómina decente (si es que aún queda gente así) a la industria convencional de la música.