La última película de Paul Thomas Anderson era de las más esperadas, mucho más teniendo en cuenta el largo historial del director como generador de gran cine artístico. Y por lo visto en las salas parece haber acertado.
La mayoría de los críticos parecen haber tomado ya posiciones con ‘The Master’. En el cine hubo un largo silencio reflexivo que podría llevar a un gran empujón a favor del premio. El filme explora, por una parte, la búsqueda de un sentido a la existencia y de domesticar a la bestia que nos convierte en inadaptados y, al mismo tiempo, describe con desazón cuán vulgar puede llegar a ser la arenga que llene ese hueco que a veces motiva y otras desestabiliza. Paul Thomas Anderson, al retratar ese rebaño del que forma parte el protagonista de “The Master” deja sin pastor al espectador.
El protagonista es Joaquín Phoenix, que desarrolla una gran interpretación que lo convierte en opción más que clara a la Copa Volpi al mejor actor, en el papel de un ex combatiente de la Segunda Guerra Mundial que no encuentra sitio ni satisfacción en momentos de paz. Es entonces cuando halla bálsamo en una secta y en ese amo interpretado por Philip Seymour Hoffman, que le guía y le da respuestas, que le libera del yugo del pensamiento.
“Cada día nos levantamos y pensamos que nos gustaría no vestirnos, ir desnudos por la calle y tener sexo con quien nos apetezca. Pero no podemos hacerlo y por eso todos buscamos algo o alguien que nos domestique”, ha explicado el ganador de un Óscar por ‘Capote’.
El director, que también ha contado para su película con Amy Adams, había retratado en su anterior película, ‘Pozos de ambición’, el capitalismo como una religión, y ahora recorre el camino de vuelta al entender el negocio de una secta cuya seña de identidad es la vulgaridad y volubilidad de sus preceptos. Anderson ha reconocido sin pudor que su inspiración fue el comienzo de la iglesia de la Cienciología, aunque ha matizado que no sabe cómo funciona en la actualidad.