Plutón no para de dar sorpresas. Ahora el estudio detallado de las imágenes de New Horizons han revelado que una sección entera de su superficie una red de hoyos nunca vista en otro lugar. Mientras, la NASA y la empresa Space X volverán a hacer pruebas con los cohetes Falcon este mes. Además, veremos cómo han descubierto muchos falsos positivos en la misión Kepler que busca exoplanetas.
El pasado mes de julio la nave New Horizons hizo Historia al sobrevolar Plutón y tomar miles de gigas de datos de todo tipo del planeta enano y supuesta frontera planetaria del Sistema Solar. El estudio de los lotes de información que envió (y que continuará enviando) da como resultado descubrimientos periódicos. Una de las imágenes era el famoso “corazón blanco” de la superficie, una región llamada Tombaugh Regio que tiene forma de típico corazón infantil pero que es uno de los grandes misterios del Sistema Solar, en parte porque es puro hielo fragmentado y dinámico y en sus bordes refleja elevaciones, casi como si pudieran moverse.
Toda la zona presenta un denso diseño de miles de hoyos formados por depresiones que bien podrían formarse por una combinación de depresión y evaporación del hielo que lo conforma. En ocasiones esos hoyos (que parecen diminutos en las fotografías de alta resolución enviadas por New Horizons) tienen cientos de metros de ancho y varias decenas de profundidad, y se calcula que su formación es muy reciente, quizás hablamos de siglos. La forma de alinearse en la región permite ver ciertos patrones en la formación y ruptura de las capas de hielo de la superficie de Plutón, donde el nitrógeno juega un papel clave en el planeta, tanto en la atmósfera como en la formación y dinamismo de su superficie.
Imagen en detalle de la zona estudiada con la red de hoyos (Foto: NASA)
La NASA también está enfrascada en una tarea lenta pero constante: el proyecto Falcon. Hace algún tiempo la NASA sacó a licitación varios proyectos con empresas privadas para hacer realidad el nuevo ímpetu de la agencia: que la inversión y el trabajo duro lo haga el dinero privado y que el presupuesto público de la NASA sirva para financiar investigaciones y como cobertura para esos proyectos. Se ahorran costes, se reutilizan mejor los fondos y de paso la NASA da vía libre a patentes industriales que ensanchan la economía de EEUU. Uno de esos proyectos fue con la empresa SpaceX (de Elon Musk), encargada de varios temas: las nuevas naves reutilizables (Dragon) y los nuevos cohetes de propulsión (Falcon) con la vista puesta, cómo no, en Marte.Hace seis meses una de las pruebas fue un fracaso: el carguero que subía a la Estación Espacial Internacional se perdió en una explosión. Ahora vuelven a hacer pruebas con el cohete Falcon 9, el próximo 19 de diciembre. Y la razón es más “privada” que pública: Orbital ATK, el competidor directo de SpaceX, ha completado con éxito una misión de abastecimiento como la que fracasó hace meses con su propio diseño, la nave Cygnus. El Falcón 9 (cohete de dos fases) portará once satélites de comunicaciones de la empresa Orbcomm.
Cohete Falcon 9 en hangar (Foto: SpaceX)
La misión Kepler es uno de los ojos de la Humanidad hacia el espacio, una búsqueda incesante de exoplanetas que ahora empieza a pasar los filtros de las comprobaciones. Y el resultado de esos exámenes posteriores no son nada halagüeños: como mínimo la mitad de exoplanetas supuestamente hallados son falsos positivos. El equipo de comprobación eligió un grupo de 129 referencias y las estudió de diversas maneras a través de telescopios terrestres y usando más tiempo que el que utiliza Kepler. Resultado: el 52% son en realidad estrellas, otro 2% son estrellas enanas marrones, estrellas fallidas que no son tan grandes como para iniciar el proceso de “encendido” pero que en ocasiones son grandes como planetas. Esto supone que los sistemas del telescopio espacial Kepler no son tan fiables, o bien que hay que cambiar y variar los métodos de detección.
Hasta ahora se creía que el rango de error apenas superaba el 20%, pero cuando los equipos de astrónomos de la NASA y de varias universidades siguieron el rastro de detecciones del Kepler vieron que el telescopio parece “ver” planetas que en realidad son sombras de estrellas, cuerpos estelares que bien podrían confundir al instrumental de la máquina. Para comprobar esos exoplanetas usaron el espectrógrafo SOPHIE (Observatorio de Haute-Provence, Francia). Durante cinco años usaron esa herramienta para medir las oscilaciones de luz de las estrellas investigadas por Kepler, así como los cambios en el comportamiento de esas estrellas por las variaciones de gravedad que ejercerían esos exoplanetas (en su mayoría tan grandes o más que Júpiter). Los resultados, al hacerse públicos, han demostrado que el 50% de las mediciones de Kepler eran en realidad “binarias eclipsantes”, estrellas que acompañan a una gemela y que se cruzan por delante dando a entender que son exoplanetas.
Representación del telescopio Kepler (Imagen: NASA)