Nueva entrega de nuestros “Todos” astronómicos: el origen de los polos de Caronte, la influencia de la gravedad de Júpiter sobre el resto de planetas y un inabarcable tornado de puro fuego en la superficie del Sol que podría carbonizar la Tierra en un segundo.

La nave New Horizons, que sigue en rumbo hacia lo desconocido, alejándose de Plutón y su luna Caronte, lleva consigo un instrumento específico para que las fotografías de la misión tengan cierto grado de color, el Ralph. Se trata de una herramienta que puede analizar la composición de materiales y así poder determinar su origen, con lo que “colorea” esas superficies. En cierta medida ayuda a la New Horizons a ver y poder captar la realidad de Plutón y Caronte de la mejor forma posible. Uno de los centros científicos que analizar los resultados enviados por la nave desde su sobrevuelo es el Instituto de Investigación del Suroeste (Colorado), donde la investigadora Carly Howett ha expuesto una teoría sobre por qué en las imágenes el polo norte de Caronte es más rojizo que el resto del cuerpo estelar. Evidentemente se debería a una diferente composición respecto al resto de materiales propios de Caronte.

Según Howett una de las teorías es que el abundante nitrógeno de la atmósfera superior de Plutón (que abarca cientos de km alrededor de pequeño planeta) cayó sobre la zona polar atrapada por la gravedad de la luna. Estas zonas son extremadamente frías, tanto que se acercan al Cero Absoluto, entre 250 y 213 grados bajo cero. A esa temperatura la materia entra en una zona difusa que supera lo tradicional para el ser humano: el gas cae sobre Caronte en estado sólido y los sólidos pueden sublimarse hasta convertirse en gases cuando la zona entra en ángulo con la luz solar. Así el nitrógeno se congela instantáneamente y entra en un ciclo de permanencia muy peculiar, ya que cuando en “verano” se sublima en forma de gas no lo hace como nitrógeno sino como otra sustancia alterada llamada tolina con una temperatura de sublimación superior, con lo que no puede escapar de la gravedad de Caronte. Precisamente la tolina es la que, expuesta a la radiación cósmica y solar, adopta esa tonalidad de color enrojecida. Y este proceso puede haber durado millones de años.

Imagen de Mercurio captada por la nave Messenger

Ya es sabido lo fuerte e influyente que es la gravedad de Júpiter, un monstruo gaseoso ultraviolento y con una presión inmensa capaz de crear un sistema planetario propio (tiene decenas de lunas a su alrededor) y que frustró la formación de un planeta entre Marte y él, justo donde está el Cinturón de Asteroides. Pues esa fuerza va incluso más allá de esa zona: las mediciones realizadas por la nave Messenger que orbita el planeta más cercano al Sol, y por tanto más influenciado por su poder gravitatorio, también se deja influir por Júpiter, ya que registró fluctuaciones de velocidad cada 88 días, que es lo que dura un año en Mercurio. El Instituto de Investigación Aeroespacial de Berlín ha analizado a fondo las mediciones y ha visto que Mercurio está a merced de cambios de velocidad en función de su órbita respecto al Sol.

La nave Messenger se mantuvo cuatro años alrededor de Mercurio antes de hacer su particular harakiri y, ya sin combustible, se lanzara sobre el planeta para registrar más datos antes de destruirse. El resultado es que en realidad Mercurio gira 9 segundos más deprisa de lo que se creía, y que su comportamiento no obedece solo a la influencia del Sol. Al parecer esta diferencia de giro viene dada por la influencia de Júpiter, que ejerce una fuerza inversa a la del Sol: literalmente cada uno tira de Mercurio, la estrella hacia ella y el gigante gaseoso hacia fuera. Eso alteraría la distancia de Mercurio respecto al Sol. Incluso miden la posible influencia: Júpiter ejercería su presión una vez por ciclo anual, con lo que Mercurio se ralentizaría cuando está más lejos del Sol y más cerca del planeta. Además el estudio despeja algunas dudas: de ser totalmente sólido el planeta giraría más despacio, con lo que se concreta que su interior podría albergar una capa líquida alrededor del núcleo.

El SDO, siglas en inglés del Observatorio de Dinámica Solar de la NASA, ha mostrado imágenes de un tornado de masa solar activo durante 40 horas entre el 1 y el 3 de septiembre pasados. Giró sobre la superficie solar durante este tiempo, siempre hacia delante y hacia atrás con una fuerza magnética muy grande. En realidad era un tornado de partículas de hierro ionizado calentados hasta los 2,7 millones de grados. El SDO captura en longitudes de onda que permitan observar al ojo humano, y en el rango de ultravioleta fue donde se captaron esas partículas. Cada longitud de onda clasifica un tipo de materiales, y en este caso se captó el hierro.