Nueva entrega de los Todo Astronomía, mirando de nuevo hacia el origen de la vida gracias a que la sonda Philae ha descubierto lo que mucho esperaban: material orgánico básico para la formación de vida en un cometa. Pero no es lo único que las sondas espaciales han encontrado: arcos rojos regulares en Tetis. Y Canarias vence a México para poder albergar parte de la red de telescopios Cherenkov. 

El modulo de la Agencia Espacial Europea (ESA) Philae ha encontrado en el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko rastro de los compuestos básicos para generar vida, concretamente 16 sustancias de origen orgánico que contienen los elementos básicos como nitrógeno, si bien no hay sulfuros como el azufre que también son el caldo de cultivo perfecto. Estos compuestos refuerzan la teoría de la Panspermia en la Tierra a partir de esos elementos básicos que generan los aminoácidos fundamentales para que se produzca el chispazo inicial.

Esta teoría supone que los cometas y asteroides son como semillas que vagan por el universo con el material vital y preciso (por ejemplo, cadenas de carbono, la base de la vida animal y vegetal) que al chocar o pasar cerca de un planeta con las condiciones idóneas puede generar vida. De ser así, otros cometas y asteroides podrían haber generado vida evolucionada en otros planetas, otros sistemas, otras galaxias. Esta vía teórica es defendida por científicos que consideran que las moléculas base de la vida viajan en cometas que “siembran” el material necesario allí donde se dan las condiciones idóneas. Por ejemplo la Tierra, donde en el momento de irrupción de la vida ya había oxígeno, agua y otros materiales básicos con los que interactuar. No obstante que haya carbono no implica que existan proteínas y compuestos complejos. Simplemente es que hay material orgánico.

Los cometas se habrían formado mucho tiempo atrás durante la fase inicial del Sistema Solar. Es común que este tipo de cuerpos siderales aparezcan en sistemas planetarios: son restos rocosos o de otro tipo de composición que quedan atrapados en órbitas muy largas y estacionales por la gravedad solar, que los hace aparecer con precisión de relojero. En sus orígenes estos cometas están recubiertos de polvo y de hielo. Es precisamente en ese polvo donde aparecen este tipo de compuestos precursores. No es la primera vez que aparecen este tipo de compuestos en un cometa: lo importante es que han aparecido muchos más y algunos que hasta ahora no se habían encontrado nunca, como el isocianato de metilo, acetona, propanal y acetamida.

Sin embargo hay muchas dudas sobre esta teoría. De ser cierta explicaría por qué apareció la vida en la Tierra, y resolvería la posibilidad de que existiera vida en otros planetas. Sin embargo quedan muchas dudas, como por ejemplo cómo y por qué hay material orgánico en los cometas. Si están en ellos es porque esos materiales o bien se formaron durante la propia creación del Sistema Solar o bien ya estaban de antes, lo que implicaría que existían ya en el espacio interestelar, donde no hay nada. Y nada es nada. Así pues, ¿cómo llegaron a los cometas? ¿cuál es el verdadero origen de esos compuestos? Una pregunta lleva a otra, y a otra, sucesivamente. Una respuesta la dan los propios investigadores del equipo de la misión Rosetta: los materiales básicos como el oxígeno o el dióxido de carbono ya estaban en el cometa y fue la radiación cósmica la que los alteró e hizo reaccionar, de forma que las sustancias precursoras serían un simple accidente químico más que algo deliberado. Pero es sólo una respuesta más.

Manchas rojas en Tetis que parecen grafitis. La otra gran agencia, la NASA, es una auténtica experta en tirar piedras al estanque para llamar la atención de los medios y de la opinión pública. No inventa, pero sí que lanza pequeños descubrimientos como si fueran llamadas de atención. Una buena política de comunicación que tiene en vilo a mucha gente. Lo último “raro” que ha encontrado en un Sistema Solar que cuanto más se estudia más sorpresas da, son manchas de terreno rojizo en la superficie de Tetis, una de las lunas de Saturno. Hasta ahí todo normal: no es la primera vez que la diferente composición del suelo genera tonalidades diferentes. Podría ser óxido, sulfuros o cualquier otra variedad geológica. El problema es la forma: son relativamente regulares, en el sentido de que parecen hechas por un grafitero más que como resultado de la evolución geológica.

Todas tienen forma alargada y trazan formaciones en arco, algo tremendamente extraño para la superficie de cualquier cuerpo rocoso. Ha sido la nave Cassini que orbita el sistema de Saturno y sus lunas la que ha encontrado estas marcas combinando filtros de sus cámaras. Al verlas las ha detectado y separado del resto hasta dar con ellas, su forma y distribución. A simple vista lo que se aprecia son líneas estrechas y curvadas, y son únicas, ya que el color determina que son de una composición totalmente diferente a las del resto de la superficie de esa luna en concreto. Opciones que den respuesta: suciedad atrapada en el hielo, que al moverse o verse sometido a presiones conforman esa figura de arco; también podrían ser emanaciones de actividad geológica interna de Tetis o bien fracturas de la corteza por las que escaparían compuestos más profundos. Lo que si se sabe es que son recientes.

Canarias albergará la Red de Telescopios Cherenkov. Finalmente será la isla de La Palma donde se construya la red Cherenkov de telescopios después de que la otra opción del norte de México se haya desestimado por 10 votos contra cuatro (la red se basa en presupuestos conjuntos de catorce países). La red tendrá dos centros: uno en el hemisferio norte (Canarias) y otro en el hemisferio sur (Chile), que ya había sido adjudicado. La red en el país austral se integrará dentro del Observatorio Europeo Austral (ESO), una red de construcciones muy ambiciosa y pilar maestro del trabajo en astronomía de la Agencia Espacial Europea (ESA). Todo el proyecto se cifra en 200 millones de euros; el de La Palma supondrá 90 millones de presupuesto.

La ubicación concreta de la nueva red es el Roque de los Muchachos de La Palma, donde ya existen varios observatorios por el emplazamiento privilegiado, libre de contaminación lumínica y a suficiente altura. La red supondrá la instalación de decenas de antenas y de instalaciones secundarias que deberían estar listas para el año 2020. Esta nueva estación astronómica capta la radiación de rayos gamma, la más potente liberada en el Universo, de la que apenas se conoce el 10% de su influencia. Es necesario, si se puede usar un verbo concreto para este tipo de trabajo, “cartografiar” la radiación en su interacción con el universo. Gracias a su mejorada potencia los equipos de investigación podrán conocer mejor su comportamiento y la propia materia oscura con la que interactúa. En total serán 20 telescopios de diferentes dimensiones por su diferente composición: el grupo más grande tendrá espejos de 23 metros. De esta forma el consorcio de investigación podrá tener decenas de ojos apuntando en todas direcciones, es decir, que la ESA y sus redes como la que estará en Canarias permitirán crear una imagen global del cielo.