El conocimiento creciente que tenemos sobre los agujeros negros (como la primera imagen real de uno e ellos) se intercala con sucesos astronómicos que perfeccionan la idea de estos modificadores activos del Universo, que son capaces incluso de tragarse una estrella de neutrones, como quedó demostrado el 14 de agosto pasado a través de la huella de ondas gravitacionales.

La búsqueda, detección y procesamiento de ondas gravitacionales es una de las nuevas fronteras de la astrofísica. Recientemente confirmadas experimentalmente, estas ondas, que forman parte de la Teoría de la Relatividad de Einstein, son una de las claves para seguirle el rastro a los agujeros negros y sus consecuencias, ya que su actividad genera ondas gravitacionales lo suficientemente fuertes como para que la actual tecnología humana pueda detectarlas. Un ejemplo que fue verificado: dos estrellas chocando o dos agujeros negros masivos en colisión. Incluso se consiguió una imagen real de uno de ellos absorbiendo gas y materia de cuerpos cercanos.

El pasado 14 de agosto los centros de detección de EEUU e Italia detectaron una nueva clase de suceso astronómico traumático: un agujero negro devorando una estrella de neutrones, resultado final de lo que ocurre cuando muere una estrella y deja un “cadáver” superdenso. La lejanía del suceso da también muestra de la capacidad de detección desde la Tierra: 8.550 billones de km de distancia. Pero aún más sorprendente es la escala temporal: lo que se detectó este mes ocurrió hace 900 millones de años atrás, cuando ni siquiera los antecesores de los dinosaurios caminaban aún por nuestro planeta.

Entonces un agujero negro atrapó a una estrella de neutrones bautizada por los investigadores como Pac-Man, la atrajo a su zona y la devoró lentamente, un proceso que no fue rápido pero que absorbió toda la energía y la “apagó”, por hablar de forma coloquial. Fue el instrumento ANU SkyMapper (asociado al LIGO, el principal observatorio de ondas gravitacionales) el que logró confirmar la detección, pero sin pruebas visuales del suceso. Todavía se deben hacer más revisiones del suceso para confirmar detalles, pero el agujero negro debe ser tan grande como para poder engullir sin problemas una estrella de neutrones. Para comparar, el agujero negro más pequeño nunca detectado tenía cinco veces la masa de nuestro Sol, y la estrella de neutrones más “diminuta” era 2,5 veces el Sol.

Recreación artística de cómo podría ser visualmente el encontronazo de una estrella de neutrones con un agujero negro

Imagen reconstruida a partir de observaciones diferentes de un agujero negro