Llega a las librerías la tercera novela de Noemí Sabugal, ‘Una chica sin suerte’ (Ediciones del Viento), una particular biografía que no es tal, una novela construida como un pequeño reloj donde los saltos temporales apuntalan un retrato de ficción sobre un ser humano real. Una mujer histórica de la música, Big Mamma Thorton, convertida en personaje para explicar esa “mala suerte” de ser mujer y negra en una rocambolesca gira por Europa que sirve para definir un perfil humano único.

La dedicatoria principal de Noemí Sabugal resume perfectamente el espíritu interno de la novela: “A todas las chicas. En especial a las que creen que no tienen suerte”. Mujeres que por alguna razón arrastran consigo una tristeza densa y profunda, que marca cada momento, una mezcla de complejo de inferioridad y trágico destino. Pero que incluso así, son estrellas fugaces fulgurantes. Porque si ser mujer en este mundo ya es una tragedia por el lastre impuesto e inmerecido, construido con una misoginia en diferentes grados durante miles de años, ser además negra ya es el colmo del destino con las cartas marcadas. Y sin embargo, hay algo de luz y esperanza en esta gran mujer que se ganó el apodo a pulso por una voz brutal, con la música como caballo de batalla y única salida para quien nunca gozó de ventajas y a la que la vida le puso mil zancadillas. Pero que jamás bajaba las manos: “Soy gorda. Y negra. Pero valgo más que todos vosotros, bastardos”, brama Big Mamma.

‘Una chica sin suerte’ es en realidad el retrato novelado de una pequeña porción de la vida de Willie Mae Thorton, Big Mamma, una voluminosa mujer afroamericana que tenía una voz y un espíritu de blues como pocas han existido en este género surgido del cancionero negro americano. Una pionera, que, dicen, le abrió camino a muchos otros (y otras). El blues era el folk propio de un pueblo esclavizado, mal pagado, sometido, represaliado, marginado… si los hombres sufrían, imaginen a las mujeres en una comunidad que todavía hoy arrastra un machismo aún más lacerante que el del resto de grupos raciales de EEUU. Después de muchos conciertos y de vida de club en club, mal pagada y arrastrando consigo los palos de la vida, aquella mujer fuera del catálogo de lo normal, oronda y talentosa a partes iguales, consiguió el respeto y éxito que se merecía. Sabugal se fija en uno de esos instantes luminosos que escondían sombras vitales, como un lienzo en el que poder crear una biografía muy particular.

Aquel grupo legendario de músicos pasó con el American Folk Blues Festival por Berlín, Amsterdam, Bruselas, Londres, Dublín o Barcelona entre los que figuraban leyendas del siglo de la música popular y de la cultura afroamericana como John Lee Hooker, o grandes músicos como Buddy Guy, Walter Horton o J. B. Lenoir. Sabugal intenta atrapar ese momento de gloria y éxito rocambolesco de Big Mamma y el resto de músicos en plena tormenta social, política y cultural en su país: mientras EEUU ardía por la lucha por los derechos civiles, contra la Guerra de Vietnam, en la década de los magnicidios (JFK, Martin Luther King, Malcom X), ellos acumulaban kilómetros, juergas, botellas, pasión, sonrisas y lágrimas por una Europa occidental acunada en el sueño del milagro económico de posguerra.

No es una biografía, al uso, y tampoco una novela en los cánones. Lo es sin serlo. Es un experimento de relojería literaria que demuestra el mismo estilo de tallar el lenguaje que la autora ya enseñó con creces en su anterior novela, ‘Al acecho’. Una narración que aquí se reproduce a saltos temporales, uno por cada estación de la larga gira por una Europa que descubría (tarde) el blues y se aficionaba a este género cuando, como la propia Big Mamma dice en la novela, “ya no está de moda en América”. La gira, en 1965, le sirve a Sabugal para un interesante viaje a pinceladas engarzadas: cada salto es una ciudad, y en cada una de ellas talla un poco más al personaje, real y ficcionado a partes iguales. La descripción de las escenas y del discurso interior son más importantes que las ciudades, que pasan a ser un segundo plano y donde, además, la propia cantante termina coincidiendo con un mantra de todos los músicos, “al final todas son iguales”.

También para hacer flashbacks hacia la vida de Big Mamma y a los rasgos propios de una comunidad marcada por la injusticia y la religiosidad. Sugerencia: uno de los mejores saltos temporales de la novela es la descripción de una misa afroamericana, que cobra especial fuerza por lo que implica para la historia vital de Big Mamma. La que importa es ella, esa tristeza camuflada por el alcohol y las habitaciones de hotel, todas similares, todas diferentes. Como cuentas de un rosario que sirve a la autora para sintetizar la vida de la cantante, un cliché andante de toda una cultura y una época que hemos visto mil veces retratada en películas y series de TV. No obstante, la aproximación de Sabugal es de un intimismo psicológico que no se encuentra en pantalla, ni en otros libros.

‘Una chica sin suerte’ pues discurre en varios planos: al mencionado de saltos temporales hilvanados por la biografía psicológica, sentimental y vital de Big Mamma, donde a pesar de no rebajar ni un ápice la pesadumbre de una existencia con cartas marcadas deja siempre un hueco de luz, fulgurante, como un rayo, que es la música, una fuerza más allá de lo humano que mitiga toda sombra. El lector va a encontrarse con una pequeña delicia literaria de lenguaje pulido que hilvana escenas paralelas alrededor de un fuste que es Big Mamma, un pilar conformado por la música, el racismo, la tristeza sentimental. Pero sobre todo, de música, que es el auténtico motor, el ingrediente que niega en el fondo el propio título de la novela. Recomendable para los amantes de la música negra, bien documentada y que en ocasiones fugaces parece querer imitar a los cánticos religiosos de los que emanó la voz de Big Mamma.

Noemí Sabugal, autora de las novelas ‘El asesinato de Sócrates’, y ‘Al acecho’, y una de las firmas de la antología ‘Retrofuturismos’

Una vida única, una vida existencia que parece de película (serviría a la perfección para adaptación al cine por su estructura casi en escenas visuales y por los saltos cronológicos) momentos de gloria personal, de tristeza profunda, de alcoholismo como muleta. Una chica sin suerte que se rebela y lucha; un mensaje que no entiende de géneros en realidad. “Nunca nadie me enseñó nada. Nunca fui a la escuela de música […]. Tuve que quedarme en casa para cuidar de mi madre, que estaba enferma. Por eso me enseñé a mí misma cantar y a tocar la armónica y la batería. No puedo leer música. Si escucho un blues que me gusta, intento cantarlo a mi manera. Mi forma de cantar viene de la experiencia. De mi propia experiencia […]. No canto como nadie excepto como yo misma”.

Noemí Sabugal (Santa Lucía de Gordón, León, 1979) es autora de las novelas ‘El asesinato de Sócrates’, finalista del XI Premio de Novela Fernando Quiñones, y elegida el Ministerio de Cultura para representar a España en el XI Festival Europeo de la Primera Novela de Budapest, y ‘Al acecho’, ganadora del Premio de Novela Felipe Trigo y traducida al italiano. También ha publicado relatos en varias antologías, como ‘Retrofuturismos’ y ‘Wollstonecraft, hijas del horizonte’ (proyecto de Hijos de Mary Shelley) y el ensayo ‘Cómo trabajar en prensa y alimentar a la musa’, recogido en el volumen sexto de la Biblioteca Enrique Gil y Carrasco que recopila toda la obra de este autor del Romanticismo español. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, en 2005 obtuvo el Premio de Periodismo de Castilla y León Francisco de Cossío por el reportaje ‘De cruce de caminos a cruce de culturas’, sobre la inmigración en el barrio leonés del Crucero.