Venus, hermosa por fuera, la estrella de la tarde, pero infernal por dentro: sin embargo pudo albergar también océanos… pero de CO2. 

En esa bola brillante y difusa, en ese planeta hermano de la Tierra pero que es el reverso oscuro de todo lo que puede salir mal: clima imposible, presión desorbitada, falta de oxígeno, un aire que era puro veneno y lluvia de ácido sulfúrico. Existe la teoría de que tanto Venus como Marte pasaron por una fase primitiva paralela a la de la Tierra. Los tres están justo en los bordes de la zona habitable, lo suficientemente cerca del Sol para beneficiarse de su calor y lo suficientemente lejos como para no abrasarse. Marte está en la zona fría, y Venus en la más cercana, la más sofocante. La Tierra, justo en el término medio. Como consecuencia, y siempre según esa teoría, Venus literalmente terminó por recalentarse y generar el efecto invernadero perfecto. El planeta rojo, en cambio, y debido en gran medida a la falta de un campo magnético y una gravedad suficiente, perdió componentes de su atmósfera, se enfrió en exceso y también degeneró en un cambio climático sin retorno.

Ahora, y como corolario a esa misma idea astronómica, un grupo de investigadores de la Universidad de Cornell (EEUU) han determinado que en realidad Venus pudo albergar en algún punto de ese proceso océanos o corrientes líquidas de dióxido de carbono en estado líquido, lo cuales habrían conformado el relieve terrestre de Venus que se ha podido determinar por las sondas. De esa manera se podría explicar por qué bajo la espesa y agobiante atmósfera venusiana el relieve quedó modelado como está actualmente. Porque de agua nada: Venus es el lugar más hostil imaginable para la vida, con una superficie devastada por el ácido sulfúrico y con una presión atmosférica y un calor tan altos que pueden derretir plomo en esa misma superficie.

Según los investigadores de Cornell, Venus tuvo grandes cantidades de agua en su atmósfera, que de haberse convertido en líquido habría cubierto toda la superficie varios metros. Pero el clima no ayudaba, y estar demasiado cerca del Sol recalentó tanto el planeta que no permitió que esas buenas condiciones llegaran a ningún lado. El nivel térmico era tan alto que no llovía, toda el agua se encontraba en estado gaseoso. Quizás como efecto colateral de esta situación Venus generó un cambio químico que generó océanos de CO2 en estado líquido, ya que este gas también estaba enormemente extendido por el planeta. El CO2 puede existir en los tres estados tradicionales de la materia (gas, líquido y sólido), pero cuando el calor y la presión supera determinado nivel el CO2 entra en estado “supercrítico”, capaz de comportarse como un líquido y gas a la vez, como pompas de jabón gaseoso que en los bordes se encuentra en estado líquido.

Aquí es donde cambia todo. El CO2 en Venus, en ese estado, podría haberse comportado como un erosionador de la superficie. El equipo de Cornell simuló el comportamiento del CO2 en esas condiciones y encontró el agente forjador de la geología que necesitaban para explicar por qué Venus terminó como está ahora. El CO2 puede comportarse como líquido y gas encaja en las deducciones experimentales. Antiguamente la presión en Venus era todavía más alta que ahora, y bajo esas condiciones el CO2 habría estado en situación “supercrítica” y actuar como una riada, formando cauces, grietas, valles, llanuras..


Superficie de Venus sin la atmósfera y en la que se advierte la erosión del relieve