Víctor del Árbol escala un puesto más en la lista de ineludibles de las letras españolas: la misma progresión que le hizo habitual de la Semana Negra de Gijón y luego laureado en Francia se confirma con el Premio Nadal que ganó anoche por ‘La víspera de casi todo’.

Si tiramos de calendario y viajamos al pasado podríamos decir que son meses geniales, una larga campaña en la que ha encadenado varios premios, honores y ediciones de su obra. La última buena noticia se la dieron anoche en Barcelona cuando le entregaron el Premio Nadal de este año, de Ediciones Destino, la 72ª edición de este galardón que suele ser el inicio de una larga carrera literaria o un reconocimiento a una trayectoria destacable. En ambos casos Víctor del Árbol debería tener cabida. Sobre todo si, como él mismo apuntó, soñaba con ser escritor desde niño. Del Árbol se había presentado con el seudónimo de Aurelia Ballesteros.

Lo hizo con la novela ‘La víspera de casi todo’, centrada en la huida personal de una mujer de clase alta agobiada por el pasado y se dirige hasta la Costa de Morte. Del Árbol explicó que el hilo argumental transcurre alrededor de un pequeño pueblo gallego donde las personas luchan por no resignarse y que “son como árboles que tienen las raíces en el agua, no tienen a que aferrarse excepto el pasado”. Para él la novela tiene un espíritu parecido al que inmortalizó una frase de Beethoven luego pronunciada con fuerza por Gary Oldman cuando le interpretó: “Esta es la calma antes de la tormenta”. Según Del Árbol la novela recoge ese momento anterior a la fuerza devastadora de la tormenta, cuando todo es páramo y “uno ve amanecer y ve el sol y piensa que todo es posible”.

Víctor del Árbol lleva en realidad bastante tiempo dando “tumbos” y aciertos en su vida: primero estudio para seminarista, pulsión que abandonó “cuando me enamoré”, funcionario de los Mossos de la Generalitat hasta hace bien poco (porque un escritor, en España, tiene que tener siempre otro trabajo o se morirá de hambre y llevar placa distingue), acunado en la Universidad de Barcelona, donde estudió Historia (y como mucho otros no los terminó), trabajador de la radio catalana… hasta que abrazó su verdadera pasión. Y ahí sí que llegaron las dianas: Premio Tiflos de Novela en 2006 con ‘El peso de los muertos’ (Editorial Castalia), su primera novela publicada, y posteriormente Premio Fernando Lara en 2008 con ‘El abismo de los sueños’ (no publicada).

Posteriormente apretó el acelerador: en 2011 publicó ‘La tristeza del samurái’ (Editorial Alrevés), primera demostración de que Víctor tiene toque para la calidad y la cantidad, un gran libro de éxito traducido al holandés, polaco, rumano, hebreo, italiano, francés (donde se ha convertido en autor de éxito y best-seller), portugués, chino e inglés. El círculo virtuoso. Francia se rindió ante él: con esta novela ganó el Le Prix du polar Européen en 2012, el Prix QuercyNoir y el Premio Tormo Negro en 2013. Ese mismo año publicó con la misma editorial ‘Respirar por la Herida’, finalista en varios premios literarios en España y Francia. En 2014 llegaba otra campanada (quinta edición incluida), ‘Un millón de gotas’ (Destino), elegida Mejor Novela por la asociación de ‘bloggers’ de España Creatio Club Literario; III Premio Pata Negra Ciudad de Salamanca 2015 y Le Gran Prix de Littèrature Policière 2015 en Francia. Y finalmente, el Nadal. La corona ¿final?