Nada da más dinero que hurgar en la memoria nostálgica y sentimental de una generación: se pueden hacer maravillas, como un recopilatorio que lleve las siglas EGB en portada.
Incluso la portada lo tiene todo para darse un garbeo por la memoria y el bolsillo de los que se acunaron en los 80: una vieja cinta de casette y los colores que tenían los libros de clase de Santillana, omnipresentes en la década. Y el título ya no deja lugar a dudas: ‘EGB. La música de una generación’. No estará solo, el álbum tiene compañeros de viaje de todo tipo y condición en España, desde grupos de Facebook a webs, películas, series e incluso todo un submundo de objetos de aquel tiempo. Porque la nostalgia da dinero. Warner lo sabe y pone a la venta un doble disco con música de Nacha Pop, Hombres G, Wham!, Rick Astley, Alaska y los Pegamoides, Los Secretos, Gloria Gaynor, Chic, David Bowie, Radio Futura, Duncan Dhu, El último de la fila, Joe Cocker, Pretenders, Simply Red, A-Ha, Bananarama …
Warner Music lo vende con retranca: “¿Rebobinabas las cintas de cassette con un boli Bic para escucharlas una y otra vez en tu walkman? Si es así, es casi seguro que tú también fuiste a EGB y entonces ¡éste es tu disco!”. El resultado es un recopilatorio donde se muestra parte del legado musical de unos grupos que en algunos casos duraron lo que un fin de semana de la época o que hoy también sacan tajada de los recueros con giras revival (como Los Secretos y Hombres G) o que han quedado para la historia como cultura kistch absoluta (como el caso de Rick Astley). La nostalgia no es nueva: se ha hecho con los que descubrieron a los Beatles o a los Rolling Stones en los 60 y 70 y que ahora superan los 60 años y coleccionan todo lo que sea de ellos, incluso con las continuas reediciones de material de Elvis Presley y Michael Jackson.
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La operación nostalgia no tiene fin, ya que tira de lo más húmedo posible: las discotecas, “los primeros ligues” o directamente el mundo escolar perfectamente reconocible porque está incrustado en la memoria. El hecho de que el sistema educativo no cambiara durante una década larga (en España eso tiene categoría de milagro) hizo mucho por cimentar una serie de elementos que crearon una memoria colectiva de la época. De hecho la horquilla de edad es muy amplia, porque va desde los que ahora tienen algo más de 30 años hasta los 40 largos, la generación que deberá heredar el poder en breve y que de momento ya ha protagonizado todo tipo de campañas publicitarias e incluso series de TV o películas.
La discográfica no se corta en vender ese sentimiento que, en plena crisis generalizada, descoloca y retrotrae a tiempos más ingenuos y felices a esa generación: “Posiblemente sea la música una de las que con más cariño se recuerda de aquella época por su capacidad de despertar la felicidad en ese lugar del cerebro donde se guardan los recuerdos profundos […] … complace invertir por un momento el orden actual y pasar de lo digital a lo analógico para realizar un viaje por nuestra infancia e ir creciendo de la mano de esas canciones que son parte del inventario emocional de una época trascendental para todos los que la vivieron y que a buen seguro sirve como ejercicio para reflexionar y explicarnos muchos de los comportamientos que tenemos hoy”.
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Con esa premisa el disco se compone de muchos de los éxitos que sonaron en las radiofórmulas de la época o que más discos vendieron, tanto de la música británica más comercial (Bananarama y Rick Astley, que pasaron con mucho éxito pero sin dejar poso musical alguno más allá de bromas de internet) a la española con algo más de calado pero que luego fueron pasto de recopilatorios, como en el caso de Nacha Pop o Los Secretos, que terminaron disolviéndose o pasando al recuerdo puro y duro. El primer disco es de música española y el segundo de música británica y americana.
De la lista pocos se han reinventado, excecpción hecha de Alaska y Manolo García (es decir, El último de la fila), y todos parecen haber caído en la moda del revival por dinero que ha sacudido la industria de la música actualmente, desde Duncan Dhu a Scorpions, por poner dos ejemplos muy alejados entre sí. En la lista del disco también figuran músicos que sí tuvieron algo más de recorrido posterior, como es el caso de Simpley Red (con más pegada en los 90), eternos hijos de los 60 como Cocker o un grupo que fue fundamental y revolucionario en los primeros 80 pero a los que las drogas o la mala suerte redujeron lentamente, como Pretenders.