La Fundación Telefónica inauguró el pasado junio la retrospectiva del fotógrafo que creó la “fotografía callejera” en su expresión canónica, que retrató Nueva York y otras ciudades como un mundo exótico en el que él ejercía de explorador; sus armas, la cámara de fotos y un punto de vista europeizado que le liberó de ataduras en la ciudad.
IMAGEN: William Klein / Fundación Telefónica – Imagen de portada: ‘Día del Armisticio’ (1968)
Lo que exhibe la Fundación Telefónica en Madrid (la exposición ‘Manifiesto’) ha viajado por media Europa, el continente en el que se formó William Klein, neoyorquino de pro, antes de hacer un viaje de ida y vuelta que le permitió tener una dimensión y apertura de miras perfecta para lo que sería su obra principal: crear la fotografía callejera. Como dijo el propio Klein, su pasión era fotografiar a los neoyorquinos como si él fuera un explorador moderno, “como un antropólogo trataría a los zulúes”. Muy lejos de lo que le pedían las agencias de publicidad para las que trabajaba en aquella etapa dorada retratada en la serie ‘Mad Men’ (entre los 50 y los 60) y de la que él, tangencialmente, formó parte. La exposición ha estado en el centro Georges Pompidou de París, el Tate Modern de Londres, el Fotografiemuseum Amsterdam, el Botanical de Bruselas, el C/O Berlín, el Palazzo della Ragione de Milán o el 21-21 de Tokio. Está además incluida en el catálogo de PHotoEspaña 2019. Pero no sólo incluye fotografía, también dibujo, diseño y cinematografía.
Para entender a Klein (en especial la fotografía, nudo máximo de su obra) hay que fijarse en su biografía inicial: nacido en 1928 en una familia de judíos húngaros emigrados, criado en el distrito irlandés de Manhattan, se pasó parte de la Segunda Guerra Mundial como operador de radio, dibujante para animación de propaganda y jugador de póquer para matar los eternos tiempos muertos. Después de la guerra se marchó a la Sorbona parisina, puerta de entrada a Europa, donde tendrá cierto éxito como pintor, con exposición en Italia. A su regreso a Nueva York en el auge de los ‘Mad Men’, con la economía de consumo feliz en pleno despegue, empieza a trabajar para Vogue. Ese trabajo le dio estabilidad económica (y un sello especial, porque era de los vanguardistas dentro de los cánones publicitarios) y tiempo para su verdadera pasión: la exploración humana con la lente de la cámara. Convertirse en un explorador parecido a los creados por Julio Verne, pero con una réflex.
‘Group of young ladies, Rome 1956’ (William Klein)
Su obra se conciben como viajes urbanos luego reunidos en libros de fotografía que no tuvieron especial impacto en EEUU, todavía sin el gusto artístico depurado, pero sí en Europa, especialmente en Francia, donde reconocen su originalidad. El hormiguero humano llamado Nueva York ya no era la ciudad de película que tenían en mente los norteamericanos, era un hervidero mixto, abierto, donde el Bronx se mezclaba con las calles caras de Manhattan. No hay glamour, artificio o esa “blancura” radiante que eliminaba las minorías. Nada de eso. Es un retrato humano con narrativa antropológica que usó muchas técnicas para salirse de lo habitual, nada de fotografía clásica. Su posición será siempre la de un descubridor ante una selva de cemento, acero y asfalto que se reparte por barrios con sus particulares señas de identidad. Es su mundo, cierto, en el que se crió (quizás nunca habría entendido ese mundo urbano sin la crianza en él), pero quiere salirse de él para volver de otra forma.
Donde otros tomaban distancia objetiva, como si pasaran por allí y no se involucraran, Klein se acerca y rompe las barreras entre lo que se fotografía y el fotógrafo. Hace honor, siguiendo con la metáfora antropológica, de la frase hecha del “mezclarse con los nativos” para entenderlos. La ciudad es un gran lienzo humano abierto, como un espectáculo entre lo circense y lo teatral, que él quiere resumir y retener. El resultado está cargado de humanismo, cercanía y nuevas dimensiones de lo humano y urbano. Es expresionista porque rompe con lo clásico y busca nuevas formas de mirar, que incluye imágenes desenfocadas y experimentaciones visuales que definen el estilo Klein. Esa posición y forma de mirar está presente también en la pintura, el dibujo y el cine que sale de su mente de creador, más pendiente del ser humano que de otros elementos.
‘Gun 1’ (1956)
Klein creó una mirada muy concreta, casi visionaria de lo que fue el siglo XX. Se centra por completo en la sociedad moderna y sus características, sin excusas, sin escudos y sin esconder nunca lo malo. Es una visión descarnada, propia de ese explorador. El mismo método lo repetiría en otras grandes ciudades; así creo un sistema propio que refleja cómo esa civilización de cemento y acero es casi la misma a pesar de los cambios regionales o culturales. Klein sigue el movimiento urbano, como mareas que arrastran consigo todo el caos humano, el ruido humano, la alegría y el pesar. Es lo que le interesa y lo que quiere ver y tener. Su obra tiene una estética muy particular en la que todo es movimiento y distorsión, donde la geometría de la ciudad se contrapone a la dinámica humana. Y él siempre en el centro de todo. El ojo que retrata lo que los demás sólo ven de pasada.
A partir de su obra otros crecieron como viajeros urbanos. Visitaron el siglo que en parte construyeron Cartier-Bresson y Robert Capa, pero que él definió de una manera muy distinta. Sus libros de fotografía son el gran movimiento pendiente para completar la centuria. Un referente para varias generaciones más con un santo y seña, que la fotografía refleje “la diversidad humana” por encima de todo, que rompa con las barreras impuestas.
Obra de Klein
Polifacético, Klein pasó de la fotografía al documental y el cine, para luego regresar siempre a la cámara. Fundamental es el libro ‘Nueva York’ (1956) donde empieza todo, seguido de ‘Life is good and good for you in New York: Trance’ (1958), revisado y ampliado varias veces, a los que siguió su periplo por ‘Rome’ (1958), ‘Moscow’ (1064), ‘Tokyo’ (1964), y ya en 1970 el germen de una película política, ‘Mr Freedom’. En los 80-90 publicó ‘Close up’ (1989), ‘Torino`90’ (1990) y ‘Mode in & out’ (1994). También ha firmado documentales como ‘Broadway by Light’ (1958), varios encargos para la televisión francesa en los años 60, ‘Cassius, le grand’ (1964-1965) sobre el combate entre el futuro Mohammed Ali y Sonny Liston, ‘Aux grands magasins’ (1964) con Simone Signoret, ‘Muhammed Ali, the greatest’ (1969). En el cine de ficción aparecen ‘Who are you, Polly Maggoo?’ (1966), una sátira sobre el mundo de la moda que conocía a la perfección y en el que trabajó durante años, y la mencionada ‘Mr Freedom’ (1969), definida como una película antiamericana.
‘Wings of the hawk’ (1955)
‘Simone et marines – Pont Alexandre’ (1960)