Se acabó lo que se daba. Con la famosa máscara urbana que quedó en casi nada, salvo cubrir con una tela de algo parecido al algodón de color naranja, finalizó el proceso festivalero. Luces, sombras y las mismas conclusiones que ya aparecieron en el blog Corso Expresso. La máscara fue un éxito de público, pero en cuanto a la calidad habría que disculpar a Sartori: no le dejaron hacer lo que tenía pensado, y la improvisación quedó bien pero no era ese el objetivo. Así de claro. Tan claro como los aciertos de los apartados de música y del teatro, especialmente lo venido desde Alemania. Salamanca es patria de patrimonio, valga la redundancia de la raíz, pero de no mucho más. La cultura muchas veces se confunde con el tesoro tangible de la arquitectura o la escultura, pero no ha demostrado ser una fuente cultural como otras ciudades que presumen menos pero aportan más. Por eso es tan necesario que siga adelante el Festival de las Artes en futuras ediciones. En principio debería haber otra más en 2012, pero aunque la Junta dijo en su día que seguían para adelante habrá que ver qué sucede de ahora en adelante.