Tras casi una década de silencio, el director italiano regresa al cine con ‘Tú y yo’. Postrado en una silla de ruedas por graves problemas de espalda, ha superado una fuerte depresión y ha recuperado la ilusión: “He vivido en una especie de aturdimiento y ahora me he despertado”.

“Estaba convencido de que no haría nunca más una película. Mi condición, a la vista está, me indicaba que todo llegaba al fin”. ‘Io e te’ (‘Tú y yo’) ha sido “un regreso a la vida. En los últimos diez años he vivido en una especie de aturdimiento y ahora me he despertado. Me he despertado, como tantas otras personas, desde el momento en el que he aceptado ser físicamente menos capaz de lo que era. A partir del momento en que lo aceptas, es mucho más fácil”. Bernardo Bertolucci regresará este verano (26 de julio) a los cines españoles. Bertolucci no se asomaba a nuestra cartelera desde 2003 con ese cautivador retrato de la generación de mayo del 68 espléndidamente titulado ‘The dreamers’ (‘Soñadores’).

El cine añoraba a Bertolucci. Con el director italiano retirado y azotado por una fuerte depresión, le llovieron los reconocimientos como el León de Oro de Venecia (2007) y la Palma de Oro de Cannes (2011). “Esta Palma de honor, su honor, no tiene como objeto canonizar a un cineasta que todavía está en vida. Le deseo que se sobreponga a sus dolores de espalda para que nos haga disfrutar con nuevas ‘La estrategia de la araña’, otros ‘El último emperador’, varias ‘Historia de un hombre ridículo’ o incluso un ‘El cielo protector”, animó entonces Gilles Jacob, director del festival, a Bertolucci, autor de un filmografía que fluye como “una poesía impregnada por completo de una conciencia política”.

‘El último emperador’ y ‘Novecento’ 

Y Bertolucci no se resistió. ¿Qué mejor receta que el cine para afrontar sus problemas de salud?  “Me he escondido durante años y ahora vuelvo a salir. La vida está llena de etapas, de culturas, de países… tengo ilusión renovada”. “La Palma de Oro que recibí me sirvió mucho, no puedo negarlo. También hubo una retrospectiva de mis películas en el MoMA de Nueva York y en el Festival de Cine de Londres. Todas esas cosas me animaron”.

Bertolucci volvió a sonreír. “Me di cuenta de que, incluso en silla de ruedas, podía imaginar movimientos de cámara, en especial de ‘dolly’ (la cámara con la que se realizan los travelling). En mis películas siempre hay movimientos de ‘dolly’. Debe ser por eso que he sido castigado”, hasta ha ironizado sobre sus crónicos e importantes problemas de espalda. El cine europeo recupera a uno de sus autores básicos en el último tercio del siglo XX (‘El conformista’, ‘El último tango en París’, ‘Novecento’ o la hollywoodiense ‘El último emperador’, entre otras) y la sociedad europea a una de sus más lucidas conciencias críticas, aunque renovada y adaptada a la realidad del siglo XXI.

‘Tú y yo’ no solo ha servido como terapia, ha significado su reconciliación con Italia, algo que parecía imposible por su frontal rechazo a las políticas de Berlusconi, sus predecesores y sus sucesores. Bertolucci no rodaba una película completamente en italiano desde ‘La tragedia de un hombre ridículo’ (1981). “Tuve miedo de regresar a Italia pero, ¿qué podía hacer si los italianos votaban mayoritariamente a alguien que me gustaría olvidar? Así es la democracia”. A sus 73 años, Bertolucci, golpeado por la salud, mantiene intacto su apoyo a los desfavorecidos pero ha moderado su mensaje. ¿Ha bajado por completo los brazos? No.

‘El conformista’

‘Tú y yo’

En Cannes, dedicó la Palma de Oro a los italianos que “tienen la valentía de luchar, criticar e indignarse”. No obstante, “cuando la política ha acabado siendo defenestrada del término ideología… me ha dejado de interesar. Ahora mismo, la política es un instrumento tecnológico y empresarial que solo interesa a los técnicos. Son dos palabras que han perdido todo su significado en el lenguaje de hoy”. Frente al activo Bertolucci cercano al ideal comunista en los años sesenta y setenta, aparece hoy un Bertolucci muy próximo en sus ideas a los movimientos de indignados con la política que recorren Europa y medio mundo.

“La transgresión no se puede conseguir ya. Ya no hay tabúes. Las reacciones de los sesenta y los setenta ya no están. Había una fuerte voluntad por el cambio, pero la gente ya no puede soñar con cambiar el mundo”. Pero nos queda su cine, su hermoso cine, lleno de lirismo, auténtica poesía en movimiento, sea retratando la campiña italiana (‘Novecento’ o ‘Belleza robada’), la Ciudad Prohibida de Pekín (‘El último emperador’), el norte de África (‘El cielo protector’), las raíces del budismo (‘Pequeño Buda’) o dos anónimos apartamentos parisinos (‘El último tango en París’ y ‘The dreamers’).

Bernardo Bertolucci, hijo de una profesora (Ninetta) y de un poeta y crítico de cine (Attilio), discípulo de Pasolini, admirador de Godard y media manzana artística de Storaro, ha asumido sus carencias físicas y su decepción con la política. Pero seguirá haciendo películas: “Para mí el tiempo no es algo cronológico. Solo lo siento en mi espalda. Soy como un rolling stone”.

Eva Green en ‘The Dreamers’

Polémico por la política…

La cinematografía de Bernardo Bertolucci rebosa polémica. Jamás ha ocultado sus ideas políticas. ‘Novecento’, su proyecto más ambicioso, sedujo en Europa pero embarrancó en las dos grandes potencias mundiales del momento. “Pensé que podría ser un puente imaginario entre un país imperialista y uno comunista pero todavía país imperialista. Podrían encontrarse a medio camino. Estaba totalmente loco. Tenía demasiadas banderas rojas, tanto para el mercado norteamericano como para el ruso, unos no estaban acostumbrados a verlas y otros estaban cansados”.

Bertolucci siguió desde el inicio de su carrera los consejos de Pasolini y Renoir. “Escribes un verso y representas metafóricamente algo que, en cambio, en cine muestras directamente. A esto se refería Pasolini cuando decía que el cine es el lenguaje de la realidad”, recuerda Bertolucci que siempre “ha dejado la puerta abierta en el plató”, como le instó Renoir. “Nunca sabes quién puede pasar y entrar en esa puerta. Es la realidad entrando en la puerta. Eso era lo mismo que yo pensaba desde que empecé a hacer películas, es la manera de dejar que la realidad entre en una película”. 

…polémico por el sexo

Su atrevimiento con el sexo, eludiendo lo obsceno, también ha caracterizado su cine. ‘El último tango en París’, se lleva la palma. Le salió caro: dos meses de prisión, que no cumplió, y cinco años de suspensión de sus derechos civiles. Para la historia quedó una escena no programada: la violación de Marlon Brando a María Schneider con un poco de mantequilla como lubricante.

“He deseado siempre encontrar a una mujer en un apartamento desierto y hacer el amor con ella sin saber quién es, y repetir este encuentro hasta el infinito, siempre sin saber nada. El sexo es una nueva clase de idioma que estos dos personajes tratan de inventar para comuni­carse. Utilizan el idioma sexual porque significa la libera­ción del inconsciente, una apertura”, explica Bertolucci.

No se queda atrás el ‘ménage à trois’ de ‘The dreamers’, con una hipnótica Eva Green. Bertolucci no se ha cortado creando escenas impactantes como la morbosa relación de las bellísimas Dominique Sanda y Stefania Sandrelli en ‘El conformista’, la doble masturbación de Stafania Casini a Robert de Niro y Gérard Depardieu o los encuentros sexuales del mismo De Niro con Sanda en ‘Novecento’, la sensualidad de Debra Winger en ‘El cielo protector’ o la desinhibida pérdida de la virginidad de Liv Tyler en ‘Belleza robada’.