Alemania es consumidora nata de cómic, pero su creación estaba muy limitada (y jibarizada) a un idioma complicado y apenas tres países, pero ahora exporta sin parar. 

Ralf König no está solo, ni mucho menos. A la estrella del cómic germano y su universo personal (gay, ácido, vitriólico, satírico, pura comedia capaz de hacer saltar las lágrimas de risa a cualquiera, sea cual sea su condición o gustos) se le unen lentamente muchos otros autores. Un país como Alemania, de potente mercado cultural y editorial no puede dejar coja esa pata de la mesa, el cómic. Aisha Franz (llamada con ese nombre por un elefante animado de la televisión alemana) es un contrapeso underground y diferente al propio König. Ediciones La Cúpula publicó ‘Planeta Tierra’ (212 páginas), un excelente ejemplo de su carrera.

Nacida en 1984 y estudiante de Comunicación, cumple a la perfección con el arquetipo de joven hipster alemana que podría vivir en el Kreuzberg berlinés o en los pisos de universitarios del Mitte sin ningún problema. Pero es, sobre todo, una autora de cómic muy particular. ‘Planeta Tierra’ narra la historia de tres mujeres que viven bajo el mismo techo: la madre, separada, se ocupa en las tareas del hogar mientras se lamenta  por algunas decisiones pasadas que hoy percibe como puertas a su frustración; la hija mayor ya no es una niña, se relaciona con chicos y ya sólo se preocupa de ella misma. Finalmente está la hermana pequeña, de apenas diez años, que mantiene oculto en su habitación a un alienígena del que espera explicaciones, alguna respuesta, tal vez un libro de instrucciones para manejarse en este mundo raro.

Aisha Franz - Planeta Tierra

Portada de la obra y la autora (Fotos: Ediciones La Cúpula)

Aisha Franz utiliza a la pequeña y al alienígena como una llave narrativa para intentar explicar qué es eso de ser mujer; la comparativa entre el mundo de la niña y el más adulto de su hermana y su madre es la clave a partir de la cual gira toda su obra, marcada por el estilo peculiar casi de cómic de fanzine que tiene Franz. Es una historia poética y emotiva sobre la vida femenina. Es además el volumen con el que debutó a lo grande en la edición de cómic en su país después de pulular por todo tipo de revistas y (lógico), fanzines.

El dibujo parece casual y algo primitivo, pero se adapta perfectamente a una narración lenta que asegura cierto aire de tranquilidad. Todo gira en torno a la mujer, sus ciclos vitales, su existencia, sus preocupaciones y todo tratado con una gran delicadeza. Pero tiene un punto de fuga raro: el extraterrestre, que sirve, como dijimos antes, como llave de la historia. No queda nunca claro si es una invención de la niña o si bien es real, pero lo cierto es que sirve de catalizador para el personaje de la menor y de las otras dos mujeres. Es desde luego una novela gráfica por y para el otrora gineceo y hoy ese 50% de la Humanidad siempre arrinconado.

Pero no es ciencia-ficción, ni mucho menos. Es una novela gráfica de autora, pensada y desarrollada por una joven treintañera que intenta en las más de 200 páginas diseccionar una familia sin presencias masculinas que se odia a sí misma con contención pero decisión: es la historia de lo que no se sabe hacer, de los cabos sueltos, de una vida que no puedes controlar y que te arrolla en muchos casos. No hay fórmulas de recuperación. Hay dolor y temas pendientes que nunca se solucionan realmente. Cómic de tragedia emotiva pero también de perspectiva. Pero para eso hay que leerlo.

Ejemplo de dos de las páginas de la obra (Web de Aisha Franz)