El mundo del teatro, los lectores, la literatura en general, vuelve a perder en un año que está siendo devastador para la cultura; otra muesca para la Parca, y otra pérdida terrible. Darío Fo ha muerto a los 90 años por complicaciones respiratorias y deja un hueco difícil de rellenar.

Todo un premio Nobel de Literatura en 1997 que logró enfurecer durante décadas a la parte conservadora de Italia y del resto de Europa, y lo hizo con sus monólogos recuperadores del personaje del bufón medieval, pero también con diálogos delirantes como los de ‘Muerte accidental de un anarquista’, una de sus obras cumbre, en el que denunciaba los abusos del poder en su país, especialmente la ligazón entre el poder económico, religioso y político de derechas con la Policía. Fo convirtió la sátira social y política en santo y seña de su carrera, la cual le llevó incluso a sufrir represalias de diverso tipo, como la violación de su esposa, Franca Rame, también militante de izquierdas, a manos de paramilitares de extrema derecha.

En una de sus últimas entrevistas Darío Fo lo dejó muy claro: “Si me sucediera cualquier cosa, digan que he hecho todo lo posible para salir adelante”. Era una muestra de su sentido del humor, sardónico, irónico, sarcástico y muy, muy político. Militante de izquierdas, represaliado político en su propio país, genio del diálogo teatral, comunista, exiliado del comunismo y autor clarividente en general. Darío Fo fue el típico producto del teatro italiano: actor y autor al mismo tiempo, culto, irreverente, agudo y fino en su olfato político. Y ha hecho de todo, desde el éxito a enfrentarse con el sistema.

Dario Fo convirtió parte de la herencia medieval italiana, lo que aquí conocemos como Comedia del Arte, en un arma para mofarse del poder. Igual que los antiguos bufones, que se convirtieron en un personaje recurrente en las obra de Fo para contar las verdades. En las antiguas cortes medievales sólo el confesor y el bufón estaban realmente cerca del Rey, y sólo a él se le permitía contarle las verdades, entre bromas, al amo y señor. Precisamente le concedieron el Nobel en el 97 por “mofarse del poder y restaurar la dignidad a los oprimidos en la más pura tradición de la juglaría medieval”.

De esa estructura surgiría la obra más famosa de Fo, ‘Misterio Bufo’, el texto más significativo de su investigación
sobre las raíces del teatro popular, que fue siempre su gran objetivo y pasión, hasta el punto de romper con la burguesía que le había encumbrado en sus primeras etapas teatrales. Las piezas que componen el texto están cargadas de un aire grotesco que inunda los espacios de lo sagrado (la religión, el poder, las clases sociales) y expone de la mano de Fo la podredumbre
o corrupción moral en la que vivía el clero durante el papado de Bonifacio VIII, o bien para parodiar la resurrección de Lázaro o el milagro de las bodas de Caná, que se convierten en metáforas de nuestra realidad actual.

Nacido el 24 de marzo de 1926 en San Giano, Varese, hijo de una campesina y un ferroviario que también se dedicaba a la actuación como aficionado. Estudió en la Academia de Bellas Artes de Brera, Milán, con la intención de convertirse en arquitecto, pero al estallar la Segunda Guerra Mundial tomó una de sus primeras decisiones políticas: se pasó a la resistencia partisana contra Mussolini y sus aliados nazis, que terminaron por invadir Italia. Después de la guerra inicio a su trayectoria como actor, participando en diversos grupos teatrales que actuaban en pequeños locales, entre ellos el de Franco Parenti. Al mismo tiempo escribió sus primeras obras para ser interpretadas en el teatro, la radio y la televisión. A mediados de los años 50 también trabajó como guionista cinematográfico.

En 1954 Darío se casó con la actriz Franca Rame, con quien fundó en 1959 la compañía teatral Dario Fo-Franca Rame. Tuvieron éxito, pero también problemas con la censura y que colocaran sobre ellos el ojo del poder. Sus obras, con gran carga social, fueron en muchas ocasiones víctimas de la censura, como ‘Los Arcángeles no juegan a las máquinas de petaco’ (1959), ‘Tenía dos pistolas con los ojos blancos y negros’ (1960), ‘Quien roba un pie es afortunado en amores’ (1961), ‘Isabela, tres carabelas y un charlatán’ (1963) o ‘La culpa siempre es del diablo’ (1965). En televisión (con el programa ‘Canzonissima’) también vio bajar la guadaña más de una vez por parte del poder político.

En 1968 Fo y su mujer se implicaron más en política, aproximándose al Partido Comunista, y como casi todos los grandes autores y artistas que hicieron esta simbiosis, terminaron escaldados, con lo que se produjo un progresivo alejamiento de los grupos comunistas. Ese año crearon su nueva compañía, Nuova Scena, adscrito a la corriente del PCI, de la que se alejarían en 1970 con la creación del Colletivo Teatrale La Comuna. En esa época es cuando se publica ‘Misterio Bufo’ (1969) y ‘Muerte accidental de un anarquista’ (1970), quizás sus dos mejores obras. El peor momento llegaría en 1973, cuando un grupo de neofascistas, quizás acunado por el Estado italiano (muy permisivo con las sombras fascistas, como se sabría cuando se destapó la red Gladio), secuestró a Franca Rame, que fue torturada y violada.

Después de un tiempo de reposo tanto Fo como Franca no cejaron en sus ideas y aumentaron incluso todavía más la crítica. Sin embargo a partir de 1995, cuando sufrió un ictus, decidió ralentizar su ritmo de trabajo y centrarse, como recientemente, en la novela y en la pintura. Se alejó del teatro por motivos médicos, pero no por que bajara el pistón político. De hecho se vinculó en los últimos años con el movimiento Cinco Estrella de Beppe Grillo ante el hundimiento de la izquierda tradicional.