Dos post, primero el de Ricky Gervais y compañía, muy descafeinado este año y que apenas logró arrancar a la gente algo de chispa vital. Por mucho champán y vino o cerveza que le den a las divas y divos del mundo del espectáculo, por mucho humorista inglés con mala leche y barriobajero que se saquen de la manga, las galas siguen siendo un coñazo largo, tedioso y acartonado.
La única diferencia entre ellos y el resto del mundo es que a ellos incluso la pereza y el aburrimiento les sienta muy bien, cosa que en España se traduce en un truño infumable. Sin Andreu Buenafuente vamos a ver otro tipo de gala de los Goya, y probablemente será… diferente. Con el beneficio de la duda para Eva Hache, igual con un poco de suerte no es así, pero si ni siquiera Ricky Gervais, descafeinado y atado de pies y manos por los organizadores, es capaz de sacar a flote el tedio… apaga y vámonos.
Sólo dos o tres replicaron al británico. Primero Madonna: el juego de que ya no era “like a virgin” fue respondido con “sal al escenario y soluciónalo, Ricky”. Suena muy acartonado, demasiado como para no estar preparado. Más sincero fue la puya ya clásica con los hispanos: “no entiendo una puta palabra de lo que dicen”. Antonio Banderas responde con una poesía de Calderón y cuando Sofía Vergara sube al escenario se arranca con un acento y una presencia que arrolla por completo a todas las demás. Se come el mundo, al reparto, a sus jefes y al escenario entero.
De todo lo demás no damos opinión porque la alfombra roja ya es, oficialmente, un escaparate de compra-venta de modelos para que las casas de diseño se hagan autobombo a cambio de tanto foco y tanta cámara. Es un mercadeo sin más donde los hombres son discretos y las mujeres cargan con el peso industrial de un sector que nunca dejará de ser el más frívolo y prescindible de todo el espectro económico.
Conclusión: Ricky Gervais no estuvo fino, fue un tostón mayúsculo en la fase final, está claro que este año le han atado corto, con lo que se refuerza la idea de que lo de 2011 fue totalmente calculado, una forma de subir la audiencia. La TV recompensó a Gervais dándole publicidad, bombo y otro añito más con otro cheque. Él hace su publicidad, mete más la cabeza en el mercado americano, y cada uno a lo suyo. Así que cualquier edición pasada, por ahora, ha sido mejor. Y para los Oscar no va a cambiar el tono, porque vuelve Billy Crystal. Mientras haya mejorado, porque más de lo mismo ya aburre mucho.