En Gijón las letras no suelen ir de la mano del Sol. Este lunes la Semana Negra regaló un txirimiri contundente que anegó la tarde en la que escritores jóvenes como Javier Márquez Sánchez o veteranos como Moncho Alpuente y Aníbal Malvar siguieron con la rueda de presentaciones de libros.
La Semana Negra une literatura de género policíaco con muchos otros estilos, incluso con ideología. Después de muchos tiras y aflojas entre la organización y el partido regionalista conservador Foro de Asturias, que intentó incluso dejar abandonado a su suerte una gran oportunidad de la hostelería y el turismo, hay sitio incluso para la ideología. El historiador Julián Casanova abordó la historia clave del anarquismo español, a través de la CNT, junto con el creador y alma de la Semana Negra, el mejicano Paco Ignacio Taibo II, y poco después el mismo espacio de la Carpa de Encuentros la ocuparon Moncho Alpuente y Aníbal Malvar con nuevos libros, ‘Un maldito enredo’ y ‘La balada de los miserables’ respectivamente.
Casanovas y Taibo II
Anteriormente, en la misma carpa y en el Espacio AQ, Javier Márquez presentó ‘Letal como un solo de Charlie Parker’, una novela sobre su personaje Eddie Bennett, en la que enlazaron en el mismo paquete, Las Vegas, el Rat Pack, la novela negra americana clásica y el amor por el cine y la música. Presentaciones con tres vasos de leche en recuerdo de Dean Martin y cómo se escabullía de las fiestas para ver western en la tele mientras comía leche y galletas. Auténtica novela a medias entre comedia, la negrura de la América clásica alrededor del género y un refinado gusto por la mitomanía.
En el caso de Jesús Lens, su ‘Café-Bar Cinema’ es todo un elogio hacia los bares como lugares de paso y de creación de mitos del cine, un viaje mitómano y respetuoso, o también cómico, sobre cómo el séptimo arte puede elegir algo tan mundano como un bar para convertirse en el marco donde todos nos colamos en esas historias. En ambos casos de nuevos libros el cicerone fue Fernando Marías, también vestido de negro para adecuarse al ambiente. En parte por gusto estético, en parte por un homenaje personalísimo a Ernest Borgnine, una de las últimas grandes estrellas del cine clásico americano.
Javier Márquez y Marías