Mito de posguerra, voz de canciones que se saben de memoria incluso las nuevas generaciones (aunque sea para hacer bromas), privilegiado del franquismo y memoria viva de la música popular española.
Un cáncer de colon ha sido el responsable de que Manolo Escobar, que llevaba un mes ingresado en un hospital de Benidorm, haya fallecido hoy 24 de octubre. Había cumplido 82 años el pasado 19 de octubre y se hallaba hospitalizado tras haber sufrido un pequeño ictus e insuficiencia renal que agravó la enfermedad. Fue durante muchos años el ejemplo del macho español en su versión amable: cantarín, con patillas, siempre agarrado a una guitarra, pretendidamente seductor con las mujeres y sin exhibir demasiado machismo salvo en el fondo y en ciertas formas. Era la versión blanca y light de ese iberismo cultural que marcó a fuego buena parte de aquellos años. Se convirtió en un pedazo del subconsciente español más cañí. Y eso que, paradojas de la vida, era amante del Barça, de su querida y amada Barcelona y de Cataluña.
Dejó atrás una carrera llena de iconos musicales populares como ‘Mi carro’ o ‘Viva España’, exponentes de esa mezcla que hizo entre la copla andaluza, el lejano peso del flamenco y el showbusiness ibérico en general. Música popular española pura y dura. Fue cantante, actor (muchas veces junto a Concha Velasco), con gracejo y soltura. Fue el primer “campechano” antes del rey de España, y cumplió nada menos que 50 años sobre los escenarios. Y lo ha dejado con las botas puestas: el 18 de septiembre, en plena gira de despedida, tuvo que ser ingresado en el hospital del que ya no saldría.
Manuel García Escobar nació en Las Norias de Daza, El Ejido, Almería,el 19 de octubre de 1931 y destacó como cantante de la copla andaluza y la canción española. Fue el quinto de diez hermanos. En los años de hambre y de posguerra tuvo que espabilar rápido: su propia familia le dio las primera lecciones en música. Se inició en el láud y en el piano, y con varios de sus hermanos empezó a actuar en bodas y bautizos. Algo muy habitual en muchos cantantes de la época. A los 14 años emigró con su familia a Barcelona, donde trabajó como aprendiz de diversos oficios. Cuando podía actuaba en locales del ya extinto Barrio Chino barcelonés o en la obrera Badalona. Allí nació la formación Manolo Escobar y sus guitarras, que acabó reuniendo a Salvador, Baldomero, Juan Gabriel y José María. Éste último, responsable, de algunas de las letras que después popularizó el intérprete.
La notoriedad de la formación le llevó a grabar su primer disco, a partir del cual el éxito empezó a llamar a la puerta en forma de galas y el perfeccionamiento, por práctica e ingenio, de un estilo muy personal, el “sonido Escobar”, que tantas veces usaría en discos y películas. Manolo Escobar se convirtió quizás, sin saberlo, en uno de los primeros posmodernos al mezclar de todo y sintetizarlo como una buena batidora muy al estilo actual: cogió los sonidos típicos en los que se había formado como el pasodoble y la copla y los fundió con la rumba, el fandango, el bolero e incluso las rancheras.
En los años 60 salió lanzado y se convirtió en parte del panteón del desarrollismo: Alfredo Landa, Paco Martínez Soria, Concha Velasco, Tony Leblanc, Carmen Sevilla… y él. Ya en 1962 dio el salto al cine con ‘Los guerrilleros’. A partir de ahí más de una veintena de filmes que consiguió colocar en ocasiones entre las más vistas de la historia del cine español, además de otros 80 discos, 24 de ellos de oro. Y entre ellos el más vendido en la historia hasta 1992, ‘Y Viva España’. En su etapa final fue un fiel colaborador de las cadenas de televisión privadas y no faltaba nunca a las galas de aquella España televisiva todavía en mantillas de los años 90.
Casado desde 1959 con Anita Marx, tuvo una hija adoptiva, Vanessa, a que dedicó una de sus canciones, ‘Mi pequeña flor’. Entre otros reconocimientos contó, además de los discos de oro mencionados, con la medalla de Mérito al Trabajo y la insignia de oro y brillantes concedida por el FC Barcelona (su gran pasión), la insignia de oro de la Universidad de Almería, la llave de oro de la ciudad de Miami (Estados Unidos) y el disco dorado que ganó en el festival de Sopot (Polonia). Todos estos objetos, por cierto, robados recientemente y recuperados por la Policía.