El 23 de junio la pianista danesa ofrecerá un concierto en la sala madrileña La Riviera para presentar ‘Citizen of Glass’, su tercer disco de estudio.

Agnes Obel se ha labrado una reputación en el folk más sensible con cada álbum que ha ido editando. En 2010 debutaba con ‘Philharmonics’, álbum con el que descubríamos a una de las pianistas europeas con más potencial de los últimos años.
En 2013 regresaba para presentarnos  ‘Aventine’, un disco mucho más maduro y con el que consiguió numerosos reconocimientos.
 Ahora, la pianista nos presenta su tercer trabajo ‘Citizen Of Glass’.
Este álbum ha sido grabado, producido y mezclado por la mismísima Obel y con él la artista reflexiona sobre la privacidad y el nivel de exposición al que estamos dispuestos a someternos.

Obel creció en un ambiente poco convencional y un entorno muy musical. Un padre coleccionista de instrumentos exóticos y una madre con excelentes inquietudes musicales, ayudaron a despertar en Agnes su pasión por la música desde muy temprana edad. Con tan solo seis años ya tocaba el piano.
Las influencias de Obel fueron tan variadas que su música la acerca a importante músicos de ayer y de hoy como Roy Orbison, Joni Mitchell, PJ Harvey o el francés Claude Debussy. Y todo eso con sólo un piano, un arma y un violonchelo. Simple y sólido.

Suele ser poco frecuente darse de bruces con un sonido que puede reflejar a la perfección una parte del espíritu de alguien. Cuando llega ese instante en el que cada canción es casi perfecta para unos oídos y para otros sólo es un ruido bien acompasado. Es el sonido de la quietud, que pictóricamente se parecería a dar un paseo vespertino por una campiña en pleno otoño, cuando el dorado, rojo y naranja hace el mundo algo sepia y taciturno, poético. Lo que está pensando es cierto: “cursi”. Es el primer reflejo del cerebro, echarse para atrás y pensar que esta nórdica de cabellera rubia oscura, ojos azules y ademanes sumamente tranquilos, inseparable del piano, es precisamente la quinta esencia de la cursilería.

Nada más lejos de la realidad: es un lametón, húmedo, suave, y que a los melómanos les pondrá la carne de gallina por lo mucho que se parece a los sonidos que han mamado desde pequeños. Al resto no les gustará, pero al encontrarnos con ella y su música, con su escueta carrera pero muy acertada, suena una campana. A trozos recuerda a las españolas Boat Beam y su forma de usar instrumentos clásicos para crear atmósfera. Sin embargo, ella supera con esa voz profesional de referencias clásicas cualquier mohín indie imaginable, dejando atrás esa etiqueta que se le pone a cualquier cosa que se salga por la tangente de lo habitual. Tirar de clasicismo se convierte en una revolución.

Igualmente, resuenan los ecos de algo más meridional como es Yann Tiersen. Entre las teclas del piano de Obel se cuela la larga sombra de ‘Amelie’. Sin embargo su sonido también tiende otro puente hacia otro disco que pasó sin mucha pena ni gloria pero que es una joya tallada con mucho mimo, aquel ya lejano ‘Vexations’, de Get Well Soon, una maravillosa anormalidad berlinesa donde el recitativo poético se mezcla con el fondo orquestal y la música pop a partes iguales. Y ahí es donde se coloca Agnes Obel: fusión entre la dimensión clásica formal, tanto en instrumentos como en organización vocal, pero son otro tono, tan cerca de veces de la poesía que no podemos dejar de pensar que es una caja de música antigua.

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