La Galería Fúcares (Madrid) presentó a finales de octubre la primera exposición individual de Andrei Roiter, artista cuya visión del arte se nutre tanto del círculo conceptual ruso donde se formó como del espíritu del arte povera. Roiter abandona Rusia en 1990 y aunque se establece en Ámsterdam no rompe del todo los lazos con su país natal. Roiter no se considera un emigrante, sino un visitante permanente para el que su relación con el mundo exterior consiste en ser un extraño a la vez que un observador. Hasta el 10 de diciembre.
Andrei Roiter ha titulado su exposición ‘Mi profesión es ser Andrei Roiter’ y en ella ofrece su visión del papel del artista, mitad comediante y mitad explorador. Para ello Roiter ha generado un vocabulario a partir de símbolos e imágenes relacionados con el viaje y la idea de “explorar”. El artista realiza objetos tridimensionales que pinta/retrata en el lienzo o exhibe como esculturas independientes.
Para la exposición en la Galería Fúcares, Roiter ha seleccionado una serie de pinturas recientes que retratan varios de estos objetos, incluyendo estructuras esféricas de madera y dispositivos ópticos como cámaras y proyectores hechos a mano. Las categorías de ojo/proyector y cabeza/mundo representan para Roiter el acto de mirar, de ver, de documentar y de proyectar que son, precisamente, las actividades protagonistas de la profesión del artista.