En Sitges la vieron y se partieron de risa. De paso le dieron el premio a la Mejor Película, Mejor Director y Mejor Fotografía. Es una película finlandesa que se mofa en la cara, a bofetadas visuales, con el mito de Santa Claus, que supuestamente vive en Laponia, esa región perdida y blanca nívea al norte del país. Pero aquí, en lugar de la ñoñería habitual, beben de las fuentes paganas originales del tipo barrigón y sus renos: no reparte regalos, sino que les arranca la piel a los niños malos. Es ‘Rare exports’.

En ‘Rare Expors: Un cuento gamberro de Navidad’, las prospecciones que realiza un grupo de científicos en un pueblo del norte de Finlandia están alterando el ánimo de los lugareños. El pequeño Pietari será uno de los primeros en darse cuenta de que algo extraño se está tramando. Su curiosidad le llevará a descubrir el terrorífico origen de uno de los personajes más populares de la Navidad: Santa Claus. En realidad es una cinta más de las muchas que se han dedicado a reírse de las tradiciones desde hace años, desmontándolas, como hiciera Matt Groening con su Santa Asesino en la serie ‘Futurama’. Años atrás Billy Bob Thorton hizo lo mismo con ‘Bad Santa’. Pero salvo en la serie hermana de los Simpson, siempre hay una vuelta moral al buenrrollismo de la Navidad, una especie de deconstrucción salvaje para una posterior reconstrucción más espiritual y humana. Sirva como antídoto a tanto almíbar absurdo. Viva el paganismo cinematográfico.