La lejanísima literatura rusa sigue sin entrar en España por la puerta grande, quizás por eso es tan difícil ver novedades del inmenso país eslavo. En este lamento llega Liudmila Petrushévskaia con ‘Érase una vez una mujer que quería matar al bebé de su vecina’ (Editorial Atalanta, 256 páginas, 20 euros). En esta selección Liudmila cautiva la imaginación con estos relatos directos, tan cercanos al espíritu místico y pesadillesco de Poe como a la sobria exactitud realista de Chéjov.
La mano que mece la cuna literaria aquí es el mero hecho de lo insólito, que siempre es aquello que le sucede a la gente común y corriente: desde un coronel que acaba de perder a su esposa y habla con ella en sueños a una mujer que odia a su vecina y vive con ella y su niño en un mezquino apartamento de dos habitaciones. A veces los personajes se identifican con lo puramente fantástico: una gorda inmensa, que necesita tres sillas y dos camas para descansar, se convierte cada noche en dos deliciosas bailarinas que danzan por la casa; o una muchacha que ha perdido la memoria y se encuentra en un lugar desconocido y que es recogida por un camionero monstruoso y un siniestro encapuchado… El cultivo ruso por lo más raro imaginable, mezclando la fantasía con la realidad, siempre “hiper” y dura en Rusia. Una delicia.