La editorial Gallo Nero publica la obra maestra de Yoshiharu Tsuge, ‘El hombre sin talento’, que por fin aterriza en España (y en el formato nipón original, de derecha a izquierda).

El pasado mes de noviembre la editorial Gallo Nero hacía un gran favor a la cultura japonesa: publicar en nuestro idioma ‘El hombre sin talento’, del autor underground Yoshiharu Tsuge, nacido en los años 40 en Japón y que dejó de dibujar y publicar a finales de los años 80 harto de la industrialización del manga japonés. Tsuge es lo que en Japón llaman un autor del gekiga (cómic underground fuera de los estándares de las grandes editoriales). Esto es lo primero que podemos decir de él, que es mucho. Estamos, por así decirlo, ante un autor casi al estilo occidental: iconoclasta, filosófico, fuera de las tradiciones y al mismo tiempo dentro de la tradición nipona. Un autor diferente que cimentó su leyenda con su mala suerte, su apatía persona ante un mundo cambiante y una psicología peculiar que se transluce en sus obras.

‘El hombre sin talento’ fue el canto del cisne de Tsuge. Se publicó en 1985 y tiene mucho de cómo es el autor: es la historia de Sukezo Sukegawa, un dibujante de manga sin éxito que se ve obligado a vender piedras o cámaras fotográficas antiguas para tratar de solucionar su desastrosa situación económica. Las ansias le llevarán a fantasear con hacerse monje o con descubrir una cura para el cáncer o las hemorroides. A través de él viajamos a una sociedad en mutación continua desde 1945 y que vive en una contradicción continua, ya que el viejo Japón ni ha muerto ni va a hacerlo, sigue latente en infinidad de detalles que condicionan el todo final. Y sobre todo el nuevo Japón, ultratecnificado, enganchado a una dinámica cientificista sin parangón en el mundo. Y ese cambio se hizo en apenas 20 años, a toda velocidad y todavía hoy, casi 80 años después, sigue en marcha.

Su obra es también la de la apatía. Después de ‘El hombre sin talento’ Tsuge sólo publicó una obra más, ‘Despedida’ (1987). Desde entonces sólo silencio sepulcral de un autor de culto en su país, por marginal, marginado, individualista en una sociedad donde despuntar es de mala educación… Coherente. Quizás vio venir lo que sería un camino sin retorno después de ‘Akira’ a finales de los 80, la explosión total del manga y el anime japonés por todo el mundo. Como legado queda este hombre sin virtudes que en realidad es más que un cómic, es casi una obra literaria al estilo de los monólogos apáticos y hastiados que tantos ha habido en la historia, desde el Hamlet atormentado y sin esperanzas al Gulliver anglosajón satírico y cruel con su propia especia. Tiene mucho de misantropía.

En sus obras, y ‘El hombre sin talento’ no es una excepción, Yoshiharu Tsuge nació en 1937 en Tokio. Personaje misterioso y escurridizo, es el artífice de una de las obras más singulares e innovadoras dentro de la industria del manga. Una rara avis capaz de jugar a ser satírico, apático o directamente filósofo con el índice amenazante: recuerda con sus palabras y actos todo lo malo que ve en su arte. Sus publicaciones podrían enmarcarse dentro de tres bloques distintos: uno inspirado en los viajes, otro en los sueños y el último, al que pertenece ‘El hombre sin talento’, en la autobiografía con grandes dosis de nostalgia. En su obra se unen poesía, dibujo, imagen, ideas, sueños y surrealismo a partes iguales. Vivió aquejado de depresiones y balanzas éticas que le dejaron bailando de un lado al otro del puente de su oficio. Optó finalmente por aislarse y dejar de dibujar.